Las 10 Películas más representativas de Nueva Zelanda

El último rincón de la Tierra en ser poblado por el ser humano y cuna de cineastas como Jackson, Campion y Waititi, aunque no tiene una tradición fílmica tan amplia ni difundida como otros países anglosajones por su obvio aislamiento geográfico, esto también le ha permitido cierta libertad creativa al filmar varias obras con un sello distintivo que aprovechan sus alrededores. Sin embargo, y a diferencia de su vecina Australia, no reniega de sus orígenes, lo que crea una mezcla rica de sus principales razas y fomenta una coexistencia interesante entre el colono británico y el nativo maorí.

Si bien muchas de sus obras podrían “jugar” para Estados Unidos o Reino Unido (ya que una gran cantidad de producciones no se hubiera hecho sin el dinero de ambas potencias), la distinción de su cultura, geografía y valores hacen que sean fáciles de distinguir y ubicar, más el manejo de cámara y el tratamiento de escritura, el país le da su propio toque a varios géneros, sobresaliendo más en drama, comedia y terror. Por estas razones, es hora de repasar las 10 películas más representativas del cine neozelandés.

 

The Lord of the Rings (Jackson, 2001, 2002, 2003)

POR ARQUICRUZ

Si Alejandro Magno nació para llevar la cultura helénica al mundo, y Hernán Cortés para sentar las bases del México moderno, Jackson llegó a este mundo para adaptar The Lord of the Rings. Uno de los mayores logros es aceptar las flaquezas del relato, encontrando un fin para cada uno de los personajes para hacerlos atractivos al espectador promedio, mientras que a la vez mantiene enganchado al público conocedor de la obra literaria. Al igual que Lucas, Jackson estaba rodeado de un equipo altamente competente, pero lo más importante, comprometido con adaptar de manera respetuosa esta obra, y como dijeron en The One Ring.net, no querían decepcionarnos a nosotros los fans.

 

Heavenly Creautures (Jackson, 1994)

POR EL FETT

Tras su etapa gore – cómica, Jackson y Walsh tendrían su primer roce y aceptación de la crítica mundial (incluyendo nominación al Oscar por mejor guion) por Heavenly Creatures, un drama de gran repercusión en los 90’s y de necesaria revisión, donde Peter por primera vez se muestra sobrio en su narración, construyendo dentro de dos arquetipos magistrales e incorrectos para la moral de la época, un inquietante thriller sobre dos chicas lesbianas separadas por sus padres y las consecuencias de dicho conflicto. Este film sería una fuente y fuerte influencia para consecuentes tramas similares que, aunque basado y construido en un argumento tradicional, el director ensalza proyectando la psique de sus dos protagonistas interpretadas por las inmejorables Kate Winsley y Melanie Lynkskey

 

Braindead (Jackson, 1992)

POR URIEL SALVADOR

La mejor entrega de la trilogía sangrienta de Peter Jackson, un festival de comedia negra, vísceras y zombis que intensifica el síntoma del exceso al que el director se aferraba para sorprender durante sus primeros años como cineasta. Lo que más resalta es el sentido del humor tan retorcido que tiene, haciendo que el destripamiento y el baño de sangre sean tan asquerosos como disfrutables y tomados como un serio y elegante divertimento que le da forma a una historia sobre posesión y obsesión maternal. Uno de los ejercicios más frescos y divertidos del género zombi, que además catapultaría al director al conocimiento público.

 

The Piano (Jane Campion, 1993)

POR EL FETT

Hay algo en El Piano de Campion que la convierte en una película incomparable, y eso es el contraste que logra a partir de lo exquisitamente visual que es, a la par de la intensa violencia que narrativamente sugiere, forjando un cuadro románico erótico, trágico e inexplicable, nacido del chantaje y del abuso, y que poco a poco se va trastornando en placer, sumisión, obediencia y por supuesto… obsesión. El amor queda tan varado como el piano en una primera instancia, mera excusa para desarrollar un trío romántico con una sola y real víctima, la inocencia (metáfora también del amor), encarnada en una Anna Paquin tan adorable como inmersa en su papel, quizá regalando la mejor actuación que una niña haya logrado en la historia.

 

What we do in the Shadows (Waititi, 2014)

POR EL FETT

Hilarante falso documental que revitalizaría el mito del vampiro alejándose de las mamarrachadas de los blockbusters románticos y de acción. La trama se centra en la adaptación social – cultural de 4 individuos vampiros venidos de eras antiguas al mundo actual; en este comiquísimo planteamiento, Waititi estructura no solo a estas 4 figuras de manera sustancial, sino que también respeta toda la atmósfera y elementos claves del mito del vampiro construyendo propositivamente un horror “accidental” que no se contrapone al humor, sino que por el contrario lo complementa y sirve a su desarrollo. Así, podemos ver desde el conflicto por lavar los platos hasta los complejos existencialismos de lidiar con la muerte. Sin duda el humor más nato de Waititi se da aquí.

 

Hunt for the Wilderopeople (Waititi, 2016)

POR EL FETT

Waititi construye una comedia salvaje y road movie con peculiar alegría y emotividad dentro de un perfecto equilibrio entre la tragedia y un patentado estilo de humor basado tanto en referencias socio culturales y cinematográficas como en un diálogo espontaneo y natural excelsamente encarnado por la química de un singular y nada tierno niño regordete, y el experimentado Sam Neil, en otro de esos papeles de bajo perfil a los que nos tiene acostumbrados una vez por década. Si bien recuerda en mucha parte a Moonrise Kingdom de Anderson, la serie animada Remi y hasta cierto toque técnico y visual de Tarantino, el cineasta logra sobrevivir a la peligrosa comparación gracias a que el film mantiene una esencia única e hilarante que nunca decae en ritmo ¡Bravo!

 

Boy (Waititi, 2010)

POR EL FETT

Tras conseguir una nominación al Oscar por cortometraje (un dato curioso es que Waititi aparece dormido durante la emisión de aquellos premios a la hora de mencionarlo como nominado), la internacionalización vendría por parte del Festival de Sundance, donde Taika presentaría una pequeña fábula “coming of age” llamada “Boy”. En esta muy poco conocida opera prima, Taika vierte todos sus problemas existenciales y traumas de la juventud alrededor de la ausencia de la figura paterna, combinando el conflicto con una hilarante situación donde un joven, después de idealizar a su padre como un “héroe”, este vuelve tras años de ausencia para buscar una bolsa de dinero que enterró en sus días como “matón”. Una excelente curiosidad que obvia los elementos que a la larga formarán su obra

 

Whale Rider (Niki Caro, 2002) 

POR URIEL SALVADOR

La “Mulán maorí” puede verse como un poema de la lucha entre el pasado y el futuro, entre la problemática cultural y la ecológica, de la relación entre una niña (una entrañable Keisha Castle-Hughes) y su abuelo, que por más que la quiere, no la acepta como futura líder de su tribu sólo por su género. La idea de una escuela cultural y el uso de la ballena como símbolo, metáfora y elemento narrativo dan a entender que el conocimiento es clave para el futuro de una civilización basada en la fraternidad y la sostenibilidad. Ante todo, retrata el conflicto más importante entre todas las culturas del mundo: tradición y modernidad o rendición y supervivencia.

 

Smash Palace (Roger Donaldson, 1981)

POR URIEL SALVADOR

Una película muy personal de Roger Donaldson, que combina el drama con el thriller con un poco de elegancia formal y que saca provecho de las agrestes localizaciones de Nueva Zelanda. Brutalmente honesta, muestra la decadencia del matrimonio mediante la cuestión de qué lleva a un ser humano al límite, como las costumbres sociales, la confusión interna o la facilidad con la que los defectos e instintos naturales nos hacen actuar sin pensar en las consecuencias. Tan oscura como depresiva, es algo lenta, pero adquiere más dinamismo en su tramo final con una nota ambigua que la hace mucho más interesante.

 

Utu (Geoff Murphy, 1983) 

POR URIEL SALVADOR

Geoff Murphy pone todo su empeño en esta odisea vengativa que desarrolla todo un cúmulo de asaltos, anécdotas, guerrillas, circunstancias, persecuciones e incluso amores sorprendentes en un período concreto de la historia de Nueva Zelanda. A través de sus personajes, es posible comprender la historia del colonialismo europeo en la isla, los abusos y crímenes contra el pueblo maorí y los brotes rebeldes de los nativos por liberarse de los conquistadores y avasalladores británicos en enfrentamientos llenos de acción y destrucción. Una reflexión sobre cómo el odio atrae más odio hasta someterlos a todos, evidenciado en el excelente final.

 

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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