Las 10 Películas más representativas del Cine Brasileño

El país del carnaval, la samba y la caipiriña, el máximo ganador en la historia de la Copa Mundial de Fútbol y el hogar de los guardianes del pulmón del mundo: el Amazonas (al que están talando y quemando mientras lees estas líneas). Junto a México, Brasil es el único país latinoamericano cuya cultura y tradiciones son tan marcadas que traspasaron las fronteras y se instalaron en el colectivo universal. Cuna de directores como Walter Salles y Fernando Meirelles, así como de actrices de la talla de la familia Braga (Sonia y Alice) y ambas Fernandas (Montenegro y Torres), ha sabido plasmar ambas caras de la moneda: un lugar de fiesta con una biodiversidad hermosa y gente sonriente y amable, pero también con una profunda desigualdad económica que facilita la proliferación del mercado negro como fuente de trabajo y dinero.

El interés por el cine de esta parte del mundo inició en los 2000 con el estreno de una de las mejores películas de la historia, pero irónicamente su éxito fue tan grande que opacó para siempre al resto de las obras pasadas (que perdieron su influencia e impacto) y futuras (que no lograron salir de sus fronteras) de su cinematografía. Pasada la impresión inicial, uno aprende a apreciar la disección social que vislumbra los desafíos que enfrenta la gente más pobre en una sociedad sometida por el crimen organizado, pero también a un pueblo apegado a la religión, que enaltece a la figura materna y que, en años recientes, ha visto renacer a la inocencia infantil que tanta falta hace en estos momentos. Es por eso que hoy hacemos un recuento de las obras más significativas del país carioca, una de las fuentes de cine más importantes de Latinoamérica.

Antes de comenzar, debo aclarar que “Orfeo Negro” no estará en la lista por ser una producción mayoritariamente francesa que no es del agrado de los brazucas.

 

Ciudad de Dios (Fernando Meirelles, 2002)

POR EL FETT

Electrizante y bellamente desesperante resulta apreciar esta joya moderna de la cinematografía, la cual nos narra una fábula dedicada ciento por ciento al crimen ¿El protagonista? Definitivamente la Ciudad de Dios, la cual enmarca una hermosa crónica vista de los ojos y la cámara de uno de sus habitantes y de cómo él mismo es testigo del nacimiento, prosperidad y caída de uno de los líderes mafiosos mas sanguinarios que pueda recordar el cine : Zé Pequeño, el rey del barrio constituido por las agobiantes favelas brasileñas. El film de Meirelles se construye a través de retazos estrictamente integrados para que los personajes sirvan a la ciudad y no viceversa, y es que cuando parece que la historia toma rumbos ajenos a esta, Meirelles resuelve haciendo a cada sub trama parte del verdadero motif de su film: el componer la estructura, color, vida y crimen de la misma Ciudad de Dios

 

Pixote (Héctor Babenco, 1980) 

Por Uriel Salvador

Antes de Zé Pequeño, existió Pixote. Filmada como si fuera un documental y muy reminiscente a Luis Buñuel, Héctor Babenco nunca dejan de transmitir una terrible sensación de naturalidad alrededor de la pobreza. Dividida en 2 partes, la primera mitad expone la impunidad de las instituciones dañadas por un sistema podrido y sus abusos mediante la policía federal, mientras que la segunda revela una realidad pesimista y cruda sobre la situación de desamparo en la que viven muchos jóvenes, condenados a vagar por un mundo del que no pueden salir. El desolador final es difícil de sobreponerse, en especial si se toma en cuenta que Fernando Ramos da Silva compartiría el mismo destino que su protagonista.

 

Estación Central (Walter Salles, 1998) 

Por Uriel Salvador

El viaje en carretera que propone Walter Salles es un sutil retrato de la condición socioeconómica de la población brasileña, donde el uso de diferentes medios de transporte ayuda a darle a la historia una perspectiva más intimista, cándida y omnipresente. La maravillosa actuación de Fernanda Montenegro da pie a una atípica relación madre-hijo que aparta su hostilidad y constantes mentiras conforme van conociéndose porque saben que sólo cuentan entre ellos, reforzando el lazo emocional. Un calvario habitable, pero esperanzador donde el analfabetismo, el abuso, la explotación infantil, la miseria y la cuestión religiosa son tan frecuentes como el amor y el dinero necesarios para vivir.

 

Aún Estoy Aquí (Walter Salles, 2024) 

Por Uriel Salvador

Antes de criticar la ineficiencia del gobierno, Walter Salles aprovecha el contexto sociopolítico para centrarse en la víctima y su conexión familiar, y con ello, el dolor inapagable que significa su ausencia permanente. La inolvidable actuación de Fernanda Torres es un verdadero ejemplo de empoderamiento femenino: una madre que lucha por mantener unida a su familia tras la desaparición de su esposo. Una joya que no olvida la dureza de la época, pero que también fomenta la paz construida en la memoria y la justicia, y sobre todo, que refuerza aquella frase usada por Argentina años después, pero que puede expandirse y validarse al resto del pueblo latinoamericano: Nunca más.

 

O Auto da Compadecida (Guel Arraes, 2000) 

Por Uriel Salvador

Con influencias del Decamerón en la parte narrativa y de Chespirito en el humor (sólo que más elaborado y menos simplón), más que ser un retrato de la región noreste de Brasil, Guel Arraes exalta la devoción de los campesinos al catolicismo, así como critica la codicia y la crueldad de la diferencia de estatus social. La amistad y el compañerismo entre João Grilo y Chicó les ayudan a aventurarse y salir airosos en un mundo de bandidos, matones, holgazanes, adúlteras y héroes inverosímiles. Aunque agotadora por no tomarse ni un descanso entre bromas, simboliza cómo la astucia, la inteligencia y la fe son la mayor arma para sobreponerse a la pobreza, el hambre e incluso la muerte.

 

El Pagador de Promesas (Anselmo Duarte, 1962) 

Por Uriel Salvador

Anselmo Duarte convierte a esta crítica hacia la religión católica en un anecdotario de movimientos políticos, reformas agrarias y periodismo amarillista que transforman al pueblerino en un héroe místico comparable a la figura de Jesús y su cruz de madera. Una presión insostenible para cualquiera y una situación abrumadora que llegará hasta las últimas consecuencias, entrando en un círculo vicioso del que sólo escapará de forma trágica. Un homenaje a Luis Buñuel que aclara que todas las religiones son un camino a Dios, nada mal para ser la primera película sudamericana en captar la atención de la crítica (al ganar la Palma de Oro y una nominación al Oscar).

 

A Medianoche me llevaré tu Alma (José Mojica Marins, 1964) 

Por Uriel Salvador

A primera vista puede lucir muy barata, no muy lejos de cualquier película de Ed Wood (hay calaveras de papel y decorados de cartón), pero José Mojica Marins compensa la falta de presupuesto con una atmósfera tenebrosa, música que recuerda a los clásicos y muertes muy macabras que juegan con diversas fobias. Si bien es cierto que tiene algunos problemas de ritmo (y puede discutirse incluso si es buena), es un proyecto pasional que bien vale su corta duración al insertar ciertas cuestiones existencialistas, así como presentar a uno de los íconos más enigmáticos del género: una fuerza arrolladora de la naturaleza llamada Zé do Caixão.

 

Esta Noche poseeré tu Cadáver (José Mojica Marins, 1967) 

Por Uriel Salvador

Secuela que mejora sobre su antecesora no sólo porque José Mojica Marins cuenta con un presupuesto mayor (aunque todavía modesto), sino que amplía la historia al incluir escenas de considerable violencia y sadismo, insectos, burlas a la religión, humor negro y uno que otro toque de erotismo. Todo se vuelve una serie de eventos fatales causados por la urgencia de Zé do Caixão por perpetuar su legado en la “mujer perfecta”, denotando a un megalómano obsesionado con la inmortalidad de su sangre. Perversa y alucinante, el último tramo cae por un final absolutamente anticlimático y absurdo con el personaje, pero es una de las propuestas más interesantes dentro de la serie B.

 

Una Segunda Madre (Anna Muylaert, 2015)

Por Uriel Salvador

En manos de cualquier otro director se convertiría en una telenovela, pero Anna Muylaert sabe balancear el tono entre comedia y drama en una historia que trata la diferencia de clases vista desde una mujer acomedida en la humildad de su trabajo. A ello ayuda la labor de Regina Casé y Camila Márdila, que contrastan las posturas de una madre satisfecha en su puesto de criada y una hija opositora a este rol y que exige que se les trate como iguales. Su mensaje también logra extrapolarse a las relaciones amistosas, familiares y amorosas, cómo unos aceptan un lugar correspondiente sin plantearse un cambio o una ruptura de ese orden.

 

Hoy Quiero Volver Solito (Daniel Ribeiro, 2014) 

Tras el inesperado éxito del cortometraje brasileño Eu não quero voltar sozinho (No quiero volver solito) en el 2010, que nos cuenta la historia de Leonardo (Guilherme Lobo), un chico ciego que se enamora de Gabriel (Fabio Audi), el chico nuevo de su salón, el director Daniel Ribeiro decide tomar la misma historia con los mismos protagonistas y atar los cabos sueltos estrenando la cinta Hoy quiero volver solito, que le da continuidad y desarrollo a los personajes, expandiendo su entorno y hablándonos del primer amor, los problemas y circunstancias que vienen con este, el auto descubrimiento y nuestra habilidad de sentir son hermosamente expuestos por nuestros protagonistas. Una enternecedora historia de amor que te robará más de un suspiro.

 

El Niño y el Mundo (Alê Abreu, 2013) 

Por Uriel Salvador

Tras la curiosa mirada y la voz silenciosa de un niño, esta fábula esconde una lúcida crítica llena de símbolos y metáforas a la sociedad, la explotación laboral, el capitalismo y el cambio climático. Mediante la mezcla de diferentes tipos de animación (en la que predomina el estilo colorido e infantil de la crayola), todo se convierte en un recuerdo sobre una época pasada, la fugacidad de la infancia y la pérdida de la inocencia ante un mundo irreconocible por el paso del tiempo. Muy simple en contenido y estructura narrativa, pero representa el sentimiento colectivo de todo un continente que ha soportado el saqueo de sus recursos naturales por parte de los países primermundistas.

 

Mónica y sus Amigos: Lazos / Lecciones (Daniel Rezende, 2019 y 2021) 

Por Uriel Salvador

La adaptación de la popular caricatura brasileña les da una paliza a todas las versiones en live action gringas que han proliferado durante años, en gran parte por el cuidado que brinda Daniel Rezende. Mientras la primera película (Lazos) reaviva el espíritu de aventura y exploración que solía habitar la mente de los niños, la segunda película (Lecciones) mejora al usar como base la formación de nuevas amistades y la irremediable separación de las amistades conforme uno crece. Junto a un final muy emotivo, esta metáfora sobre el crecimiento festeja la amistad, la preservación de la inocencia infantil frente a la rígida adultez y la enseñanza de que es posible madurar sin dejar de ser niño.

 

Tropa de Élite (José Padilha, 2007)

POR EL FETT

Quizá después de Ciudad de Dios esta sea la película más famosa y/o mediática de Brasil a nivel internacional. Ganadora de Berlín, el violento retrato de Padilha no pudiera haber sido de otra forma, pues pese a la crítica de su estética y narrativa repleta de tortura, muerte y balazos, la crudeza social que se vive en las favelas con la eterna lucha interna entre la policía y la mafia luce tan descarnada como realista, y en donde el director no toma partido, proyectando también la corrupción y la mala conducta dentro del “élite”. El elemento dramático se dará de parte de algunos cuántos, protagonistas que verán su moral desquebrajada frente al horror de una guerra civil sin cuartel. No gustó mucho a los brasileños, sin embargo la pieza contiene una indiscutible calidad directiva y actoral

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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