Las 5 Mejores Películas Clásicas que vi (por primera vez) en la cuarentena
Empecé a coleccionar películas en formato original desde 1997, a mis 11 años. Recuerdo que en aquella primera corrida figuraban los videocasetes VHS de Aliens, Toy Story y la trilogía de Star Wars, pero en aquel momento y mientras mi estantería iba creciendo en base a lo poco con lo que podía cultivarme por medio de la televisión (el canal C7 de Guadalajara, México me permitió ver a Kubrick, a Herzog, a Buñuel, a Bergman a las 11 de la noche) y el cine, quizá nunca me imaginé que mi amor y obsesión por el séptimo arte llegaría a tanto. Hoy en día cuento con una videoteca que abarca un poco más de 1000 títulos, y preguntándome siempre cuando será suficiente de parar aquellos anaqueles que ya no caben en una pared, sigo cultivándome ahora con la ayuda de la red y distintas plataformas (más el cine obviamente), de clásicos y las constantes producciones de cada año, llevándome inequívocamente a la respuesta de dicho cuestionamiento: Nunca.
Algunos lo han llamado obsesión, otros disciplina (trato de ver una película diaria), y otros más entienden el amor que siento por el cine. En lo personal creo que es una combinación de las 3: obsesión, disciplina y amor, las cuales incluso me han llevado a crear una base de datos (base matemática para las calificaciones del Pronóstico Palomero), que cada temporada (anual) es alimentada de manera aproximada por los distintos valores que arrojan el visionado de 120 películas nuevas (en promedio del año en curso) y alrededor de 20 clásicos pendientes que nunca parecen terminar (más claro, todas las veces repetidas que veo algún título de mi colección).
Pues bien, esta cuarentena obviamente me ha servido tanto para repasar la colección como para descubrir clásicos y recomendaciones que me han hecho algunas personas que comparten este amor – obsesión, y por tal razón he decidido hacer un pequeño TOP de recomendaciones de aquellas mejores películas “clásicas” que pude ver por primera vez gracias a este confinamiento y gran favor de aquellos(as) que me las refirieron como imperdibles.
¿Mi cuenta hasta hoy 10 de junio? 51 Películas nuevas (de 2020 o películas del 2019 estrenadas a partir de marzo, y de las que pueden ver el TOP 15 de las mejores aquí), 43 re visionados de la colección y 11 “clásicos”, de los cuáles solo decidí escoger 5 (los que me gustaron, más un peculiar bonus), los cuáles ya pasan (o pasarán) al formato de video dentro de mi estantería.
Estas 5 con sello de garantía, joyitas que no pueden dejar pasar si aman esto llamado el séptimo arte.
Bonus – El Viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, Japón, 2001)
La vi a un año de su estreno, sin embargo fue hasta esta cuarentena cuando descubrí que en aquel momento (16 años), no había comprendido un carajo sobre la complejidad narrativa de la que sin duda es la joya más grande de Ghibli. Además de que su simbología y elementos son tan ricos como sombríos, Miyazaki esconde en este viaje tanto una metáfora como una apología; metáfora al tratarse de una “coming of age” espiritual y espiritista sobre la adolescencia y el cambio de entorno de un chiquilla solitaria; y apología porque entre su desfile de espíritus y personajes, el director plasma una carta de amor a aquel folclor y creencias que poco a poco se han ido perdiendo, en una especie de expiación y justificación hacia y con el mundo moderno.
5 – Bitter Moon (Roman Polanski, Francia, 1992)
Tan amarga como su carrera y condiciones actuales, Polanski quizá se haya confesado aquí como ese ser tildado de “perturbador” y/o “perverso”, pero al mismo tiempo obvia tanto su ruina (el personaje y la actuación de Peter Coyote son fabulosas), el amor por su musa (un retrato de Seigner que tal vez no esté muy alejado de la realidad al ser aún su actual amante) y el cínico divertimento de un autor que se sabe un genio fílmico para enmarañar e hipnotizar al espectador con un thriller erótico que en su simpleza esconde un oscuro secreto: dos parejas entrelazan sus moribundas relaciones, una para acabar y otra para renacer. El objetivo no es el cómo, sino el por qué, tejiendo una historia atrapa moscas donde Grant es solo un símbolo del mismo espectador(a)
4 – The Last Picture Show (Peter Bogdanovich, Estados Unidos, 1971)
Entrañable y atemporal relato “coming of age” que significó no solo uno de los primeros esbozos de dicho subgénero, sino también una cinta visual y narrativamente adelantada a su época tanto por su atrevimiento como por el brutal y honesto retrato de varios tópico “tabúes” dentro de aquella combinación entre decadencia social y despertar juvenil americano, dos curvas que en su intersección despertaron en Bogdanovich una obra maestra. Así pues aquel brutal cambio generacional no solo incluyó grandísimas actuaciones de Ben Johnson, Ellen Burstyn y Cloris Leachmann (más el descubrimiento de Jeff Bridges), sino también temas como la violación, la ignorancia y/o indiferencia sobre la discapacidad, el despertar sexual y la pobreza y militarización.
3 – Marathon Man (John Schlesinger, Estados Unidos, 1976)
Repleta de un suspenso realmente tan magnifico como peculiar gracias a su pausado pero preciso ritmo, sinceramente creo que en esta cuarentena descubrí la más madura cinta de espionaje que haya visto y sin duda alguna uno de los mejores thrillers de la historia, repleto de buenas actuaciones y un guion de momentos fastuosos solventado por la triada histriónica de Dustin Hoffman, Roy Schreider (que podría haber sido James Bond sin ningún problema) y leyenda de Laurence Olivier en uno de sus más curiosos papeles, uno que resalta gracias a la increíble e incómoda representación de la maldad cuando el británico haga de un nazi que simbolice de manera libertina la figura del muy conocido Doctor Josef Mengele, “en ángel de la muerte”.
2 – Harakiri (Masaki Kobayashi, Japón, 1962)
Majestuoso y cruel testimonio sobre el final de un símbolo tan mítico para la historia, como esencial y legendario para la construcción del héroe en la cinematografía. Una obra de suspenso en diálogos que minuciosamente acarrea a través de dos relatos la decadencia de la sociedad japonesa enmarcada en el fin de la era samurái. Hacía el final de aquella cruenta historia, la muerte física, espiritual y simbólica de aquel héroe resumirá honorablemente no solo un reinado fílmico que Kurosawa sostendrá aún 20 años, sino también la influencia de su narrativa claramente reflejada en estilo (Tarantino, claro ejemplo), como en conceptos, cuando Kobayashi use como elemento mcguffin, el propio “Harakiri” (el suicidio de un samurái sin amo o caído en desgracia)
1 – El engañoso verano del 68 (Goran Paskaljevic, Yugoslavia, 1984)
Pero hablando de “coming of ages”, tal vez estemos ante uno que podría acuñar el término y posicionarse como el mejor de la historia. En su superficie, “el engañoso” verano (me encanta como hasta en el título marca su secreta complejidad) es un relato de juventud y despertar sexual tan divertido como cautivador, una odisea entrañable y honesta que incluso marca aquel cliché del cambio generacional de manera sublime. Sin embargo en el fondo, el resquebrajamiento social y político de la antigua Yugoslavia se hace evidente no solo en la metáfora de aquel abuelo y su nieto, sino también en el estricto socialismo del “juez” padre frente a una sociedad progresista qua parece ya rebasarlo. Esta cinta es un raro y exquisito manjar, realmente imprescindible