Las 5 Mejores Películas de F. Murray Abraham
Sin duda alguna uno de los actores más desperdiciados de su generación, con un registro y presencia física que lo encasillaron en el papel de antagónico, incluso por momentos siendo más reconocible por su papel de Antonio Salieri que por su propio nombre.
F. Murray Abraham es un rostro muy conocido desde los 80. Su presencia en un sinfín de producciones fílmicas y televisivas, así como su gran talento lo han mantenido constante al día de hoy, con más de 130 créditos en su haber. Celebremos los 84 años de este buen actor con sus 5 Mejores Películas
5 – Finding Forrester (Van Sant, 2000)
POR FLACO CACHUBI
En Finding Forrester de Gus Van Sant, Connery ofrece lo que podría llamarse una breve pero sustanciosa actuación. Las pocas apariciones de su personaje son lo que le pone la sal y pimienta a una obra que engrosa la larga lista de cintas sobre el triunfo del espíritu, con su respectiva cuota de sentimentalismo, no por ello dejando de ser rescatable. Murray Abraham protagoniza a Robert Crawford, despótico profesor de literatura, que no cree en la historia de sus alumnos. En un papel secundario, pero como siempre cumplidor de este actor que fue encasillado en papeles de antagonista, lo que no le permitió profundizar en otros papeles a pesar de su muy obvia capacidad dramática.
4 – The Grand Budapest Hotel (Anderson, 2014)
POR EL FETT
Es elegantemente desvergonzado, es vulgarmente poético, es políticamente incorrecto, es la bondad hecha carne pero al mismo tiempo el egocentrismo en persona; su deseo más íntimo es servir, pero también es mantener la justicia dentro de su muy peculiar ideología. No, no estoy hablando de Gustave H., el conserje maestro de aquel pintoresco, extravagante, sensacionalista y perfectamente encuadrado y simétrico Gran Hotel Budapest, sino de Wes Anderson en una de las fábulas fílmicas más bellas y complejas de la década y para su servidor, de la historia. De nuevo escondido en un cuento mágico, Anderson construye un relato maestro y anti bélico, una crítica hacía al deshumanización de parte de la bondad humana y todos sus incorrectos pero normales “imperfecciones”. Emocional y emotiva, llorar no es una acción ajena a su fastuoso clímax y final. La presencia de Abraham es fugaz pero fundamental
3 – Scarface (De Palma, 1983)
POR EL FETT
Mentiría si digo que tanto la película como su actuación me llenan del todo (concuerdo con la crítica de 1983, que la destrozó en su estreno), pues mientras el ritmo es aletargado y por varios momentos redundante, la actuación de Pacino me parece un poco caricaturesca y forzada. Aún así el lucimiento histriónico alrededor de Tony es lo que mantiene a flote a esta oda gansteril, por supuesto llevándola hasta el misticismo por su muy conocida secuencia clímax – final. Tanto por su poder mediático como por un Al capaz de proveer a cada momento de un rasgo, gesto, puchero, salto, violencia o diálogo nuevo a su Montana, me parece que vale la pena mencionarla, además de que la presencia de Abraham y su aporte al solvente cast es un tremendo acierto
2 – Der name der Rose (Annaud, 1986)
POR EL FETT
La obra cumbre de Annaud fue también una prominente adaptación de la afamada novela de Umberto Eco, engalanada con la presencia del mejor Sean Connery y con un relato tan oscuro como entretenido que enfrenta a la hipocresía religiosa con la propia naturaleza de la fe, poniendo en contraste una trama “detectivesca” y al conocimiento como principal amenaza muy por encima de la cruenta y tal vez muy realista impresión de una sanguinaria “Santa Inquisición”. Un thriller de índole espiritual que crece en suspenso hasta llegar a ese explosivo y desalentador clímax, potencializada por la presencia de Abraham como el símbolo de la siniestra “Santa Inquisición”. Una tremenda joya que te pone a pensar en cada rincón de su investigación.
1 – Amadeus (Forman, 1984)
POR EL FETT
Estamos hablando de una de las mayores piezas fílmicas de todos los tiempos. Su puesta escena, reconstrucción de época, sublimes actuaciones y quizá la mejor comunión musical – visual en la historia, escapan de los estándares de Hollywood con la construcción de un “ficticio” e inmaduro Mozart que en su momento afectó la visión de los puristas, pero que a la postre solventarían una narración perfectamente delimitada por los traumas paternalistas y esa responsabilidad hacía la perfección, dote que Forman se encarga de proyectar no solo de parte del genio, sino también por parte de la envidia del rival, dos vertientes que comulgan en un exquisito elemento emocional que hasta la fecha brindan secuencias complejas. Magnificencia pura, Abraham ganaría el Oscar por un impresionante como Salieri