Las 5 Mejores Películas de F.W. Murnau
Que este post sirva como testimonio de justicia hacia una de las figuras más injustamente olvidadas en la historia del séptimo arte, revolucionario y precursor de muchas técnicas visuales y narrativas, y considerado por la mayoría de la crítica como el mejor cineasta del cine mudo. Nacido bajo el nombre de Friedrich Wilhem Plumpe, el mito de F.W. Murnau es una marca indeleble del cine, pieza fundamental del expresionismo alemán y quizá el último alfarero en Hollywood en ensalzar obras clave para la comprensión del lenguaje cinematográfico en la víspera de la aparición del cine sonoro.
Nacido un día como hoy pero de 1888 en la región de Bielefeld en Alemania, Friedrich adoptaría el apellido “Murnau” en el momento que se convirtió, a sus 19 años, en el discípulo por antonomasia de legendario productor, director y originador del despertar artístico alemán en el cine y el teatro Max Reinhardt, padre del movimiento expresionista que vio en el joven Plumpe el vehículo perfecto para encausar la más importante filmografía alemana no solo de aquellos años 20, sino quizá de su historia.
Maestro en el uso del espacio y los claroscuros, su mayor talento era el de crear atmósferas lúgubres que significaban una extensión de la misma expresión emocional de sus personajes e historias. Así mismo, Murnau encontró en sus angustiados y fatalistas héroes y relatos la perfecta excusa para desarrollar una narración intimista y psicológica, siendo de los primeros directores (Por lo general junto a su guionista de cabecera Carl Mayer) en proyectar el suspenso y el terror de manera inquietante y tétrica, ya sea ante la fantasía y lo desconocido, o en un plano real crudo y de consecuencias sociales, ambos planos ejemplificados de manera catedrática en el uso del plano subjetivo, su creación y mayor aporte al lenguaje.
Lamentablemente en su exportación a Estados Unidos, donde llevó a cabo 4 producciones, la llegada del cine sonoro acabó con su constancia, y aunque decidido a reposicionarse e intentar volver a su Alemania, murió trágica y prematuramente en un accidente automovilístico en la carretera a Santa Bárbara en 1931 a sus 42 años, pocos días antes de estrenarse su último film.
Fiel a su claroscuro mito y relatos, su tumba fue profanada en dos ocasiones: una a mediados de los 70’s y otra muy recientemente el 15 de julio de 2015, cuando se descubrió que la entrada al mausoleo había sido forzada y de entre los restos había sido sustraído el cráneo, siendo también la tumba víctima de un ritual satánico dadas las evidencias y materiales encontrados en el suelo.
Fomentador y creador del mito vampírico, del terror psicológico y uno de los precursores en el uso de efectos visuales y la fantasía, aún en estos días su fundación se dedica, entre otras cosas, a la restauración y redescubrimiento de muchas de sus piezas que se suponen perdidas, siendo la última recuperación total la de Phantom (1922).
Recordemos al Maestro F.W. Murnau con sus mejores 5 películas, joyas del séptimo arte imperativas para todos aquellos verdaderos amantes del celuloide.
Bonus – Tabu: A Story of the South Seas (1931)
La última película de Murnau significó un proyecto grandilocuente en colaboración con el director documentalista Robert J. Flaherty, el cual al final decidió ser omitido de los créditos debido a diferencias creativas con el alemán. Combinación entre ficción y documental, la ganadora del Oscar a mejor fotografía retrata las costumbres y la jerarquización de una tribu de aborígenes de Bora Bora, donde en un segundo plano se desprendía la historia de amor imposible de un aldeano junto la hija del jefe, que le declaraba una virgen sagrada según las tradiciones. Resalta el hecho de que los actores eran los mismos aldeanos (un ejemplo precursor del puro neorrealismo), así como también la censura que sufrió el corte final debido a las escenas de desnudos.
5 – Faust (1926)
La poderosa poesía estética de Murnau le regaló al relato de Goethe la mejor versión fílmica sobre el hombre sabio que ha pactado con el diablo. De libertina interpretación, el cineasta construye una oscura y compleja fábula a la orden de un minucioso trabajo de efectos visuales en el cual la imaginación parecía no tener límites. Aunque logra sostener la calidad narrativa casi al nivel que su magistral concepción de diseños surreales, la trama afloja entre un tono humorístico inadecuado y el excesivo histrionismo de su colega actoral Emil Jannings como Mefisto, sin embargo, el poder casi sobrenatural del alemán en la creación de oscuridades y ambientes, además de incluso hoy en día causar una que otra pesadilla, resarcen lo que es un ejercicio visual legendario.
4 – El Hipócrita (Tartuffe, 1925)
Murnau fue un libre adaptador, una mente cinematográfica maestra que comprendía el concepto de la adaptabilidad y lo encausaba al lenguaje fílmico como manifiesto de sus propios demonios. Esta no sería la excepción. Aunque la versión original nunca se recuperó, el corte restaurado de solo una hora de duración muestra al alemán nuevamente abordando un tema social aparentemente sencillo, pero que al final usará como excusa para una crítica muy dura hacía los valores de la iglesia, y tal como lo marca su título, hacía la hipocresía y maldad humana. Así también, su característico sello visual haría que tal vileza se transmutara en una ambientación lúgubre y precisa para el relato, en lo que es otra gran y puro ejemplo del expresionismo
3 – El último (Der letzte Mann, 1924)
Triste e impresionante film con el que Murnau ejemplifica, más que una obvia crítica hacia el sistema capitalista, la miseria de lo material dentro de una sociedad ejercida por el estatus Brillantemente estructurada y protagonizada por un perfecto Jannings, la historia narra como el anciano portero de un lujoso hotel es degradado a mozo. Es de enmarcarse como el director puede hacer a partir de los detalles y simbolismos, una pieza que dista de lo simple de su situación para ser un testimonio de desintegración y depresión humana tan intimista que resulta cruel. En lo técnico, la película poseería el primer uso del plano subjetivo en la historia, recurso para acentuar la fatalista percepción de su pobre portero.
2 – Nosferatu (1922)
Con un poco de malicia, Murnau tomó el relato clásico de Stoker para llevar a cabo el origen fílmico de Drácula, rebautizado como el Conde Orlok y apodado siniestramente como “El Nosferatu”. Magistral en forma y contexto, el manejo de la luz es trascendental para la aparición del vampiro en la piel de Max Schrek, actor que según las leyendas era en realidad un ente oscuro al servicio de un joven cineasta aturdido por terminar lo que si fue una accidentada producción. Una obra de horror fundamental, podríamos posicionar a Nosferatu no solo como la oscura cúspide del expresionismo alemán, sino también como una de las más destacables epopeyas del terror que aún a 100 años de su concepción sigue causando pesadillas.
1 – Sunrise: A Song of Two Humans (1927)
Considerada por muchos críticos como la mejor película muda de la historia, el impacto que esta cinta causó en la sociedad americana fue tan tremendo que la misma Academia (Oscar) se tuvo que inventar un premio solamente aquel año para premiarla como “La Mejor Película Artística”, dejando a Wings en la lona como la ganadora “monetaria” y a la primera cinta del cine sonoro The Jazz Singer en el anonimato de la taquilla. Una poesía de lujuria y de traición, de amor y redención, tan inocente como oscura, todos los escenarios de Murnau parecen pinceladas en lienzo que en su unión narran como un granjero, seducido por una mujer de la ciudad, piensa en su esposa como un estorbo para alcanzar la felicidad con su nueva amante. Janet Gaynor luce entrañable, como el significado mismo de la inocencia humana y el amor más puro, y Sunrise de Murnau simplemente se plasmó como el testamento final del cine mudo.
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