Las 5 Mejores Películas de Georgiy Daneliya
Nacido el 25 de agosto de 1930 en Tifis (actual Georgia), Georgiy Daneliya pareció estar destinado a dirigir cine desde el inicio. Mientras su padre provino de una familia de campesinos, su madre perteneció a la nobleza y trabajó como directora y asistente de dirección en Mosfilm. Aunque comenzó su carrera con papeles secundarios en varias películas mientras trabajaba como arquitecto, tomó un curso de dirección en el que fue alumno de Mikhail Kalatozov. Todo esto le daría suficiente material para animarse a dirigir su primera película, pero sería hasta la segunda cuando podría dar a conocer su nombre.
La especialidad de Georgiy Daneliya es la llamada “Comedia Triste”, que usa los toques de humor y absurdismo para disfrazar la melancolía y soledad de personajes solitarios en búsqueda de conexión humana, denotando la necesidad y dificultad de encajar en el mundo. Junto a un tono poético y lírico que retrata con mucha aproximación la vida de la clase trabajadora dentro de la Unión Soviética, es entendible por qué muchos europeos orientales lo prefieren por encima de otros directores rusos más conocidos y mejor consolidados.
Nombrado Artista del Pueblo de la Unión Soviética y galardonado con el Premio Estatal de la Federación Rusa, falleció el 4 de abril de 2019 por neumonía. En esta ocasión, le damos más visibilidad a este director con sus mejores películas.
P.D. Todas las películas vienen adjuntas para que no tengan ni una pinche excusa en no verlas. Agradezco a Mosfilm por su contribución a este Top.
Bonus – El Pasaporte (1990)
Apenas un año antes de la disolución de la Unión Soviética, Georgiy Daneliya dirige una tragicomedia sobre un hecho que hasta ese entonces el país nunca pensó que ocurriría: el flujo de migraciones. A través de la doble actuación de Gérard Darmon, se convierte en una comedia de enredos y confusiones sustentada en diálogos ágiles que ridiculizan el advenimiento del capitalismo. Su última obra relevante plasma con suspicacia todos los acontecimientos políticos y sociales que estaban teniendo lugar en ese momento, junto con un tono nostálgico que anhela un apego socialista al borde de la extinción.
Bonus – Don’t Grieve (1968)
Basada en la novela Mi tío Benjamín de Claude Tillier, Georgiy Daneliya traslada el relato a su país natal y le da a cada personaje los rasgos de personas cercanas y queridas para él. Manteniéndose apegado al texto original, opta un humor más refinado debido al impacto del estatus en la vida y las desbordadas excentricidades humanas, pero también deja espacio para una cálida tristeza causada por el choque de las expectativas sociales. Es lenta y no siempre resulta comprensible por asemejarse más a un conjunto de segmentos, pero resulta curioso cómo suele asociarse como de las mejores representaciones de Georgia.
5 – Kin-dza-dza! (1986)
Una extraña mezcla de Mad Max y Monty Python con un toque de Tarkovsky, Georgiy Daneliya despliega su genialidad logrando que una alocada distopía funcione como crítica al capitalismo y al comunismo al mismo tiempo (dependiendo del bando que la vea). Llena de toques tan absurdos como divertidos, el mundo que construye se centra en la avidez por el dinero, las cosas materiales, las estafas piramidales fomentadas por recompensas inútiles y la sobreexplotación de recursos naturales para conseguir un material que seguramente vale menos que nada. Adolece de un ritmo lento y una puesta en escena demasiado teatral, pero se sostiene por ser filosófica y muy entretenida.
4 – Mimino (1977)
Más basada en las ocurrencias que en una narrativa fija, la creciente amistad entre un piloto georgiano y un camionero armenio simboliza un himno al respeto y la solidaridad internacionales. No obstante, la naturalidad de sus interacciones permite que Georgiy Daneliya esconda la sensación de ser un extraño, no encontrar tu lugar en la vida y la duda de volver a empezar a tan avanzada edad. Quizás no es tan profunda como quisiera, pero es una película conmovedora sobre la nostalgia eterna y la vida pasada, con un encanto provinciano, que también hace pensar en la delicada relación que han tenido las exrepúblicas soviéticas desde su independencia.
3 – Afonya (1975)
Al principio parece ser una comedia un poco disparatada con mucho humor seco, pero en realidad Georgiy Daneliya hace el testimonio de un hombre errante que lucha constantemente contra la insatisfacción de su vida. Ante la apatía y falta de aspiraciones que transmite la excelente y empática actuación de Leonid Kuravlev, esa fantasía con tener la iniciativa de dar el primer paso es encarnada por Yevgeniya Simonova como una tierna enfermera que intenta llamar su atención. Una meditación optimista (lo más que puede) sobre la depresión, la crisis de la mediana edad, la importancia de encontrarse a uno mismo y la indiferencia como el mayor daño hecho a la sociedad.
2 – Maratón de Otoño (1979)
Uno de los mayores exponentes del patetismo, la infidelidad y la falta de voluntad para salir del agobio rutinario. Georgiy Daneliya plantea un escenario sobre la sociedad socialista soviética con un sutil humor negro que proyecta sinceridad y tristeza por el descontrol de la vida diaria. A base de errores, resulta inoportuna en las circunstancias que ponen a dudar entre reír, llorar o simplemente gritar de exasperación con un endeble, pero espléndido Oleg Basilashvili. Incómoda por la incapacidad de establecer límites y tomar decisiones, la comedia se convierte en un alivio ante la tensión y la ansiedad que genera el círculo vicioso en el que concluye su historia.
1 – Walking the Streets of Moscow (Georgiy Daneliya, 1964)
POR URIEL SALVADOR
La falta de pretensión es lo que ayuda a Georgiy Daneliya a encausar una trama sencilla al presentar 4 personajes bien caracterizados y cada uno de diferente procedencia geográfica, clase social y nivel intelectual. Sin embargo, todos ellos son meros pasajeros ante la ciudad de Moscú como verdadera protagonista, entreviendo una mezcla de alegría con melancolía en el ambiente sin caer en el sentimentalismo excesivo. La presencia de un joven Nikita Mikhalkov deja ver el lado más humano y cotidiano del socialismo, cuya canción siempre será recordada como himno para el ciudadano promedio.