Las 5 Mejores Películas de Henry Gibson
Actor y compositor, con una estela de variadas películas y albúms, Henry Gibson siempre resaltó por ser un pequeño y peculiar gran talento. Su vena cómica se iría transformando gracias a su incursión con Robert Altman, gozando com o un excelente actor de reparto en cintas de corte coral. Así mismo, fue conocido también en la televisión por su papel en Boston Legal, y por variadas intervenciones cómicas a lo largo de su carrera
Un buen actor, un poco olvidado, aquí sus Mejores Películas
5 – Innerspace (Joe Dante, 1987)
POR EL FETT
Joe Dante toma de clara influencia aquella aventura “serie b” y de ciencia ficción, Fantastic Voyage, y la moderniza en el tono absurdo, juvenil y psicotrópico de los 80 que, aunque pierde ese tono oscuro de su filmografía, encausa una aventura hilarante dentro del cuerpo humano de donde Dennis Quaid tendrá que cooperar con su huésped, un Martin Short excepcional e hipocondriáco, para poder salir de las entrañas de este. Auspiciado por un absurdo pero eficaz entretenimiento, la estela que conforma el reparto, entre ellos Meg Ryan, Henry Gibson y Vernon Wells, surten elementos que la mantienen interesante hasta su final. Una cinta muy olvidada y altamente disfrutable
4 – The Long Goodbye (Altman, 1973)
Por EDGAR DEL VALLE
Basada en la novela de Raymond Chandler, Elliott Gould personifica al icónico detective Philip Marlowe, quien después de un viaje a México, a su regreso es acusado del asesinato de una mujer, por lo que se dedica a investigar el caso, para probar su inocencia. Clásica película del cine negro, con un personaje que ha aparecido en varias cintas, protagonizado por otros actores, pero sin duda Gould logra captar las características del detective realizando una muy buena labor actoral. Su genialidad radica en la deconstrucción del género noir por parte de Robert Altman, siendo Henry Gibson un actor fetiche en la filmografía del director
3 – Magnolia (Anderson, 1999)
POR EL FETT
Magnolia puede ser el testimonio cinematográfico más complejo y la vez más claro sobre el llamado “cine coral”. PTA desarrolla nueve tramas que, a pesar de tener una sutil unión narrativa entre ellas, guardan un vínculo evolutivo dentro de tres actos muy obvios: planteamiento, confrontación y resolución. Es notorio el nacimiento de una revolución narrativa, y es que a pesar de que el cineasta en turno pudiera denotar varias influencias (la de Robert Altman la más notable), su maduración creativa y a nivel de guion denotan a una patente hasta la fecha única e imposible de falsificar. Cruda, humana y maravillosa, de tintes surreales y provista de una lógica interna majestuosa, PTA construye una joya emocional, expiatoria, musical y catártica.
2 – The Blues Brothers (Landis, 1980)
Por FLACO CACHUBI
John Belushi y Dan Aykroyd, talentosos actores surgidos del Saturday Night Live, lograron con The Blues brothers la mejor comedia de sus carreras y uno de los mejores y más divertidos compendios y homenajes al soul, jazz y rythm n´ blues con Aretha Franklin, James Brown, Cab Calloway, Ray Charles, entre otros, cuyas interpretaciones como “Think”, Shake a tail feather” y “Minnie the Moocher” resultan un verdadero agasajo para los amantes de la buena música. La escena final es espectacular, una efectiva parodia de los desenlaces artificiosos del cine hollywoodense, pero en general es difícil no emocionarse en cada uno de sus números musicales. Mención aparte también para el gran y divertido villano de Henry Gibson
1 – Nashville (Altman, 1975)
POR EL FETT
Antes de meterse con la industria fílmica y poco después de despedazar lo militar, Altman crearía un compleja y divertida sátira sobre la industria musical, excusa argumental que en realidad se convertiría en uno de los estudios emocionales y psicológicos sobre la sociedad americana de los 70 y ese cambio (o decadencia) generacional que se venía asentando y proyectando de manera obvia en la música. Un mundo de personajes desfila bajo la dirección de un Robert Altman ya maduro, consumado y comprometido en su narración coral, pero esta vez con un ingrediente extra: la naturaleza “musical” de la cinta. Una de las mejores y más olvidadas piezas americanas en el cine, Henry Gibson lograría el mayor protagonismo en este ejercicio coral