Las 5 Mejores Películas de Mary Astor
Mujer recia, excelente actriz y una de las primeras figuras polémicas dentro de la farándula de la maquinaria hollywoodense. Mary Astor comenzaría su carrera en el cine mudo, pero tres cosas se entrometerían en el camino para no haber podido despegar del todo a pesar de su gran presencia y calidad histriónica. La primera, que con la llegada del cine sonoro, muchas productoras dejaron de contratarla debido a que tenían una voz muy grave; la segunda, que fue demandada por sus propios padres por ser una hija ingrata que no les daa manuntención; y la tercera, que era bien conocida su pecaminosa personalidad, siendo nota de escándalos sexuales e infidelidades, perdiendo incluso la custodia de su hija
Pero entre los chismes, destacaba una genial actriz que, a pesar de que su vida le jugó varias malas pasadas, tuvo lo suficiente para ganar un Oscar y posicionarse como una figura de reparto importante durante las décadas de los 30’s y 40’s, siendo también la primera y oficial “femme fatale” de la historia del noir
Recordamos a Mary Astor con sus mejores películas
Bonus – The Little Giant (Roy Del Ruth, 1933)
POR EL FETT
Dentro de las menores, pero no por eso no geniales actuaciones de Edward G. Robinson dentro de su arquetipo mafioso, se encuentra esta curiosa combinación entre gángsters, comedia de situación y romance, donde un contrabandista, al acabársele el trabajo ilegal, decide introducirse a la alta alcurnia de la incierta sociedad estadounidense. Haciendo cosas buenas que parecen malas, y las personas que se cruzan con él cosas malas que parecen buenas, el recién salido del crimen no tendrá que otra que recurrir a sus viejas mañas para salir de una estafa. Divertida por momentos, Mary Astor tiene una pequeña, pero genial participación como la asistente del mafioso, toque de genialidad narrativa para la trama
Bonus – Red Dust (Victor Fleming, 1932)
POR EL FETT
He aquí un dato muy curioso, y es que esta producción es el origen de “Mogambo” de John Ford, esta última por ende un remake. Aunque no está muy lejana a lo que también es una muy cuestionable calidad del Maestro Ford, esta primera versión se distingue por ser más liberal e incluso más erótica que su remake debido al naciente cine sonoro y la falta de reestricciones, por lo que contrario a lo que se piensa, Victor Fleming tendría más libertad creativa en un filme que despide sensualidad por parte del cínico arquetipo de Gable, pero sobre todo por la presencia de Jean Harlow (que moriría tiempo después) y la sofisticada presencia de Mary Astor, que aquí luce también bellísima y trágica como la víctima de la infidelidad. Ver para creer, es una de esas películas imperdibles tanto por su calidad como por su curiosidad
5 – Little Women (Mervyn LeRoy, 1949)
POR EL FETT
Segunda versión de la afamada novela y que vio en la dirección de Mervyn LeRoy un tono más cursi y divertido con respecto a la previa (y mejor) versión de George Cukor. Aun así, el reparto de mujercitas se encarga de ejercer una carga presencial más intensa y con mayor “glamour”, en donde se destaca Elizabeth Taylor como Amy, el papel más lógico para su fiereza con los acostumbrados toques de cinismo, y por supuesto Mary Astor como la mamá March, regalando presencia y veterania a esta versión también muy querida. Una interesante revisión para el clásico en donde su mayor atractivo reside en la patente autoral de su director
4 – Act of Violence (Zinnemann, 1948)
POR EL FETT
Exasperante y formidable thriller que de nuevo acude a aquel sentimiento de culpa y paranoia social tras la Segunda Guerra Mundial, y de donde Zinnemann exprime emociones apremiantes cuando un hombre de perfil bondadoso y humanista, acabe por ser encontrado por su pasado bélico en la forma de un ex compañero, el cual lo ha buscado incansablemente para matarlo. Mientras Robert Ryan consigue otro de sus grandes villanos, Van Heflin hace lo propio deconstruyendo de cierta manera a su arquetipo de hombre recto, lo cual se convierte en la parte angular del desarrollo y trasfondo tanto del film como sus personajes. Un final catedrático, la cinta se ve beneficiada también por la calida presencia de Leigh y la fuerte veteranía de Mary Astor, en otro de esos pequeños pero geniales papeles
3 – Meet Me in St. Louis (1944)
POR KIM TOBIAS
Una encantadora historia familiar protagonizada por Judy Garland, quien interpreta a una adolescente que se enamora de su vecino. Su feliz vida y la de su familia en Saint Louis se verá amenazada cuando su padre les informe que tienen que mudarse a Nueva York, pues él ha conseguido una promoción en su trabajo. El indiscutible talento vocal de Garland encabeza la magia de este, interpretado números memorables dentro del hogareño relato con una química impresionante. La ingenuidad del primer amor jugará también un papel importante en el desarrollo de canciones realmente encantadoras, al mismo tiempo que explora los sentimientos más fraternales como el miedo a la separación y la nostalgia.
2 – The Great Lie (Edmund Goulding, 1941)
Por EL FETT
Algo curioso, pues estamos ante una de las peores películas – dramas de Bette Davis, cuestión díficil de creer, pero que aquí se dio gracias a un paupérrimo ritmo directivo de Goulding y vueltas de tuerca absurdas dentro de este pendejo triángulo amoroso (no hay otra manera de llamarlo) en donde el guion y dirección parecen haber afectado también el desempeño histriónico. Sin embargo, esto es aprovechado por Mary Astor y su arquetipo frío y cínico, para engendrar el único factor rescatable dentro de toda esta intensidad que raya en el culebrón televisivo. Como la pianista engañada y vengativa del relato, Astor se llevaría de calle a sus compañeros de reparto para hacerse de su único Oscar, un premio que si bien podría no ser justo por esta cinta, sirvió de homenaje a una carrera tachada injustamente por sus decisiones personals
1 – The Maltese Falcon (Huston, 1941)
Por EL FETT
La primera, la ley del cine negro, trágica y humorística, llena de misterio y de una colosal presencia de Bogart y la primera femme fatale oficial, una inmensa Mary Astor. Los escenarios nos someten a un desarrollo casi teatral, donde la figura de un halcón de oro es la excusa para desatar una red de misterio que sirven a John Huston para introducir y detonar todos los elementos del género, incluso jugando con su símbolo principal, una estatuilla que se difumina a manera de macguffin y que al final resurge como la discordia entre sus pintorescos personajes. No solo marcaría el génesis noir, sino también el de Bogart; la química entre actor y director desprenderían de aquí una de las más ricas asociaciones artísticas soportadas principalmente en la fina progresión de escenas que caracterizarían al cineasta.