Las 5 Mejores Películas de Victor McLaglen
Boxeador de peso pesado, antes de convertirse en actor Victor McLaglen tuvo varias peleas donde destacó con un buen récord y en sus peleas por el campeonato. Pasó mucho tiempo con un circo ambulante, donde hizo bien dinero boxeando cuando ofrecían 25 dólares por quien aguantará tres rounds con él. Tiempo después, se enlistaría como soldado para la Primera Guerra Mundial sirviendo como Capitán en el Décimo Batallón del Regimiento Middlesex, sin embargo, seguiría su labor atlética como boxeador, llegando a ser campeón de los pesos pesados del Ejército Británico.
Terminando la guerra, McLaglen viajaría a Hollywood para comenzar su carrera en el cine mudo. Aunque gracias a su imponente complexión y altura conseguiría variados papeles como el tipo rudo y/o borracho, rápidamente demostraría también una impresionante capacidad dramática que lo llevaría a convertirse en un excelente actor de carácter, llamando la atención sobre todo de John Ford, con el que alcanzaría sus mejores papeles y clímax como artista, ganando el Oscar como mejor actor.
Su carrera terminaría en la pantalla chica durante la década de los 50, siempre ligado al cine western. Celebremos a este impresionante actor y mole con sus 5 Mejores Películas
5 – She Wore a Yellow Ribbon (John Ford, 1949)
La cinta más colorida y moralina de Ford es un vehículo para dos lucimientos: el primero, la narración estética, nostálgica y reflexiva sobre el paso del tiempo en el oeste americano, la cercanía a la muerte y la proyección de la grandeza hacia el elemento de la caballería de aquella conquista salvaje; la segunda, una conmovedora actuación de Wayne, que de nuevo demuestra el porqué de su revaloración, dejando entrever trazos dramáticos que hacen a su personaje uno de los más queridos e íntimos de su filmografía. Es entendible que el lento ritmo y algunas libertades artísticas de Ford (ensañándose más con la forma que con el contexto) lastimen a sus fanáticos y le den de comer a sus detractores, pero el listón amarillo tiene un encanto único.
4 – Rio Grande (John Ford, 1950)
John Wayne diría de O’Hara: “Prefiero vérmelas con un matón de dos metros a tener que enfrentarme con ese huracán devastador que se llama Maureen O’Hara”. Y es que esa química sacaba chispas, siendo la perfecta simbiosis romántica dentro de la pantalla y que Ford supo aprovechar inmensamente fuera y dentro del western. En este caso en particular, el cierre de la trilogía de la caballería (y del prefijo “Rio” para Wayne), aunque es la más débil de ambos seriales, se mantiene como un clásico gracias a la impresión de ese romanticismo y encuentro que conlleva su odisea y búsqueda por la unión familiar e medio del conflicto en contra de los apaches. McLaglen cumple con un papel secundario importante, siempre fiel a los arquetipos de su director
3 – Fort Apache (John Ford, 1948)
La fortaleza de este fuerte recae en un John Ford, que con el simple accionar de su dedo, construye una épica western que combina con gran maestría y equilibro cuanto de los elementos “fordianos” que el mismo instituyó dentro del género en su primer clímax americano: el romance, el conflicto vaquero – indio con una impresión de tensión sobresaliente, y esos toques de comedia natural que al director le eran atractivos posicionar a lo largo de la historia, para aligerar temas complejos y que incluso lucen hoy más tabúes que nunca. Aunque de una actuación secundaria, McLaglen aquí servirá como un “comedy relief”, un soldado borracho pero fiel a las costumbres americanas, y que compartirá el mismo trágico destino de todos aquellos “defensores”
2 – The Quiet Man (John Ford, 1952)
Cátedra narrativa sobre las costumbres de su amada Irlanda, aunque su Reina del Technicolor se mantiene como una de los principales símbolos en contra de la opresión y el machismo en el cine, resulta imperante que esta gran joya de romance y tradición irlandesa sea alejada en cuanto de antes de toda la generación adicta a “vetar” todo sin tener un ápice de control mental hacía su incapacidad por analizar el contexto, en este caso, enfocado a las tradiciones de un pueblo en donde nuestro “hombre callado” debe luchar contra el conservadurismo para ganarse el respeto y el amor de su tierna, salvaje y hermosa esposa de cabello rojizo. Sin duda el clímax dramático – romántico y cómico de Ford, cada una de sus escenas es hermosa.
1 – The Informer (John Ford, 1935)
Remake de una premisa original de 1929, Ford aborda con gran sustancia y complejidad psicológica y emocional los principios fraternales y de traición en los que se forjó el frente libertario de Irlanda en los años 20. El primer esbozo de una incuestionable calidad dramática por parte de Ford, el relato es también ensalzado por una perfecta actuación del boxeador convertido en actor, Victor McLaglen, que se convertiría en uno de sus socios actorales a través de esta etapa ajena al western. Con tintes de thriller, es también evidente como Ford cuestiona el llamado “sueño americano” y la esencia de la misma “IRA”, algo por demás arriesgado dada las circunstancias históricas