Las 50 Mejores Películas Ganadoras del Oscar
Aunque ustedes no lo crean, el Oscar en algún tiempo si premiaba a lo mejor del cine (muchas veces americano, muchas veces internacional), incluso siendo un premio respetado y del mismo nivel que los Festivales Europeos (a pesar de que su formato siempre ha basado en un sistema de votos y ceremonia). Dejando de lado el jurado, y hasta en muchas ocasiones siendo más objetivo que el sistema de premiación europeo, la época dorada de sus premiaciones abarcó desde los años 40 hasta los 80, siendo estos y los previos 70 quizá su temporalidad de mayor auge en cuanto a calidad y mediación fílmica.
Creado en 1927 por 36 miembros de Hollywood y su estatuilla solo un año después (la cual surgiría del molde del director y actor mexicano Emilio “El Indio” Fernández), la primera ceremonia se llevó a cabo en 1929, sin embargo fue hasta 1934 cuando se inicializará su temporalidad fílmica, tomando en cuenta a las películas estrenadas del 1 de enero al 31 de diciembre del año “anterior”.
De un pasado oscuro, no fue hasta 1935 cuando el presidente de la recién formada “Academia”, el mismísimo Frank Capra, diera la orden que el premio no debía ser un aliciente comercial o servir a intereses de producción, instituyendo así un sistema de competencia democrática y de votaciones para poder seleccionar lo mejor en lugar de lo conveniente ¿les suena familiar esto? Al parecer y con más votantes que nunca, el Oscar ha retornado a lo que fue en su nacimiento: un premio interesado en solo premiar tendencias, moditas, movimientos sociales e inclusiones más que la calidad fílmica ¡Frank Capra estaría decepcionado! Por lo tanto, no es casualidad que en mucha parte la Academia ya sea una ceremonia rebasada por el glamur, con los ratings más bajos y desdeñada a la ridiculización frente a los festivales del cine o incluso en comparación a su contraparte británica, el aún más objetivo BAFTA.
Si usted es un(a) cinéfilo(a) conocer(a) y de hueso colorado (de verdad, en otras palabras), sabrá entonces que el Oscar ya más que un premio es un espectáculo mediático, una farsa, una mentira tendenciosa y “social”, una excusa política, activista y progresista, pero que como buena costumbre, tradición e historia, nos tiene aún cautivos ¡¿Quién sabe?! Quizá en otra ocasión sus intereses sociales comulguen coincidentemente con la mejor película del año como en el 2020(Parasite).
Por lo que fue el Oscar y en vísperas de lo que parece ser una ceremonia que al menos en nominadas recompondrá la repugnante ceremonia del año pasado, demos un paso por las viejas glorias de un premio, que crean o no, fue grande, real y objetivo… hace mucho tiempo en una galaxia muy cercana.
Bonus – The Artist (Michel Hazavicius, 2011)
Si bien es cierto que es un film truqueado, y en donde Hollywood y el Oscar daban patadas de ahogados para lograr credibilidad, es en su dirección y actuaciones donde el cineasta francés encuentra ciertos destellos de grande exposición y emoción cinematográfica que la deslindan de la pretensión y la expían un poco de sus pecados. Irónicamente, mejora conforme pasa el tiempo , alejada de los focos de los académicos, y convirtiéndose en un vehículo nostálgico de gran valía técnica, visual y actoral, que retoma muchos de los elementos clásicos de los musicales que la hacen muy superior a otras inexplicables sobrevaloraciones contemporáneas (La La Land, por citar un ejemplo).
49 – Annie Hall (Woody Allen, 1977)
POR EL CINE ACTUARIO
Con Annie Hall, Woody Allen rompió el género de la comedia romántica, no solamente destruyó los clásicos clichés poniendo a dos neuróticos de protagonistas, sino también le dio un enfoque psicoanalítico dónde exploraba el porqué de las relaciones, todo esto con un toque de comedia irreverente cargada de gags ingeniosos desde una escena animada burlándose de Blanca Nieves hasta subtitulando los pensamientos, y lo mejor de este chistorrete fílmico (en el buen sentido) es el cierre el cual le mete muchos huevos. Como dato curioso, el primer esbozo del guion solo se centraba en el personaje de él, siendo ella solo un personaje secundario que tenía cierta injerencia en su comportamiento. Una joya
49 – Kramer versus Kramer (Robert Benton, 1979)
Para los que solo ven Netflix, seguramente Historia de un Matrimonio los dejó en shock, pero para los que en realidad conocen y saben que hay cine fuera de su televisión, damos cuenta que Kramer vs Kramer es la líder en cuanto a narraciones matrimoniales fallidas se refiere. Muchas son las razones: primero, la aquí ganadora del Oscar desata una de las mejores “anti” relaciones histriónicas que se hayan dado, un duelo de talentos que llega a términos emocionales insospechados de parte de Streep y Hoffman; en segundo lugar, el primer Oscar de Dustin estaría perfectamente justificado gracias a que su actuación se mantiene perfecta y sin ápice de forzamiento o exageración al conflicto que se está viviendo, una metamorfosis admirable.
48 – Birdman (Alejandro G. Iñárritu, 2014)
Hay que fijarse bien en los mensajes críticos de la película a través de un planteamiento más cómico que dramático, en donde “El Negro” distribuye la culpa de los bajos estándares de calidad hollywoodense hacia el star system, el cine de superhéroes, la crítica hostil y negativa, las drogas, los vicios y finalmente el ego de aquellos que alguna vez aceptaron la protección de dicho sistema para después ir en contra de él (¿Les suena familiar a las activistas de la actualidad?). Es de sorprenderse que la Academia se haya dejado vislumbrar por este mexicano infiltrado que les hizo ver todos sus excesos, berrinches y pecados ¡Bien ahí! No es de las mejores, pero si una de las más destacadas y justas ganadoras del Oscar de los últimos tiempos
47 – Patton (Franklin J. Schaffner, 1970)
Uno podría criticar las razones tan mundanas, malvadas y/o ignorantes de la guerra, pero el amor por la nación puede llegar a ser tan intocable como incuestionable. Independiente de la burocracia y de su impunidad, en muchas ocasiones el deber del soldado se refleja como un quehacer sagrado, defendiendo a su nación de las huestes que lo amenazan, no importando si la empresa es impuesta o bien las creencias son puras y/o arraigadas. Scott como persona rechazó el Oscar por su soberbia interpretación de un frio, calculador y carismático General, pero Schaffner llevó a cabo un perfecto retrato del conocido militar para dignificar la labor del soldado, manifiesto dado en uno de los monólogos más famosos del cine y que sirven a base de prólogo para el excelente drama bélico.
46 – The Sting (George Roy Hill, 1973)
El jamón del sándwich entre los dos Padrino de Coppola en los Oscar, fue este divertidísimo y original thriller gansteril que confirmó en una segunda corrida a una de las parejas y/o mancuernas histriónicas más entrañables en la historia: Newman- Redford, el primero siendo aquí una especie de sinodal criminal que junto con un paria timador, buscarán vengar la muerte de uno de sus colegas al ingeniarse una estafa maestra en torno al mundo de las apuestas clandestinas. Una joya de dos géneros, comedia y el corte mafioso, el villano corre a cargo de un también insuperable Shaw, que logra a un verdadero hijo de puta al cual da gusto ver caer en tan divertida y original trampa.
45 – Dances with Wolves (Kevin Costner, 1990)
Una buena película, muy odiada debido a circunstancias externas y “pendejas” por parte del Oscar, que decidió premiarla por encima de la muy superior y querida “Goodfellas”, la mejor cinta de Martin Scorsese. Pero no seamos injustos con Costner y démosle el lugar que merece a esta épica a la que no me gusta encasillar como western debido a su complejidad dramática, excelente estructura de personajes y homenaje a los nativos americanos, tres elementos que de nuevo un director muy técnico como Costner encausa de excelente manera para crear un árido cuento de hadas de momentos y secuencias absorbentes. Dances with Wolves trasciende más allá del western, siendo un buen ejercicio de aventuras y romance por igual.
44 – The Return of the King (Peter Jackson, 2003)
Vamos. La trilogía del Señor de los Anillos tuvo que haber ganado su Oscar desde “La comunidad del anillo”, pieza no solo superior a este tercer capítulo, sino también muy por delante en cuanto a todos los rubros artísticos que componen a una película, frente a las contrincantes del 2001. Pero el Oscar dista de ser perfecto, por lo cual los académicos decidieron esperar y recompensar a Peter Jackson hasta lo que irónicamente será su “más débil” capítulo, uno enfundado casi en su totalidad por la capa, la espada, los efectos y las batallas. La espectacularidad ganaría al menos un Oscar más decente que el de Titanic, pues podemos “justificarlos” en el hecho que esta trilogía fue producida al unísono.
43 – A Man for Al Seasons (Fred Zinnemann, 1966)
Segundo par de Oscar como mejor película y director para Zinnemann (más otros cuatro premios), el cual logra una de las dos piezas mejores narradas y recordadas sobre la vida pecaminosa y caprichosa de Enrique VIII, el tirano rey de la lujuria que cambiaba las leyes como de esposa. A diferencia de aquella otra soberbia cinta de 1933, que contenía un tono más cínico y cómico, aquí Zinnemann plantea un entorno dramático soberbio vertido en la decisión y dualidad del gran papel de Paul Scofield como Thomas Moro, el humanista que debía seleccionar su traición, ya sea a su rey o a sus más fieles ideales sociales, religiosos y conservadores. Otra gran cinta y quizá una de las más injustos olvidos colectivos alrededor de las ganadoras del Oscar
42 – The Sound of Music (Robert Wise, 1965)
La vida de María, una joven novicia austriaca, cambia cuando tiene que cuidar de los siete hijos del capitán Von Trapo, del que se enamorara profundamente, todo ello durante la segunda guerra mundial. Nuevamente Wise nos sorprende en la dirección de una película musical, candidata a 10 premios Oscar y ganadora de 5 de ellos, incluyendo mejor película y mejor director. Por mucho tiempo fue considerada la cinta más taquillera de la cinematografía mundial, logrando el segundo premio Oscar para este histórico director. En 1998, el American Film Institute la enumeró como la quincuagésima quinta mejor película estadounidense de todos los tiempos, y la cuarta mejor película musical.
41 – Gladiator (Ridley Scott, 2000)
Poseedora de un diseño de producción, efectos y una banda sonora imprescindibles, Gladiator significó una producción que englobaba y empataba las capacidades técnicas con los narrativas y artísticas de Scott, construyendo un ágil relato en tono de thriller lleno de suspenso, con batallas épicas y perfectamente coreografiadas, con un erotismo enfermizo que evitaba las fragilidades de las tangentes románticas, y por supuesto, una emotividad cruda y veraz resultado de la fantástica química, improvisación y estructura de sus personajes, de donde resaltaron sin duda alguna uno de los grandes héroes y uno de los más odiados villanos en la historia moderna del cine, logrando al menos Máximo ser uno de los referentes de la cultura pop.
40 – Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994)
A diferencia de lo que muchos señalan, Gump dista de ser una película “mala” o “sobrevalorada”, siendo su pecado la desestimación póstuma que sufrió en comparación a los productos “Oscareables” de aquel año (Pulp Fiction y Shawshank), y por supuesto, su pobre envejecimiento de nuevo no por su entrañable narrativa y fábula, sino irónicamente por su sobrexplotada influencia con el pasar de los años. Zemeckis crea un exquisito viaje visual, músico y sensorial a partir de su arquetipo por antonomasía: un individuo que sufre una cadena de infortunios y éxitos a base de la casualidad. La crítica puede ladrar lo que quiera, pero absolutamente nadie puede decir que Gump no le arrancó una sonrisa, una lágrima, una emoción y una parte de su memoria, y es que parafraseándolo: “Gump no será la maravilla, pero sin duda sabe qué es el amor”.
39 – Ordinary People (Robert Redford, 1980)
En su debut directivo, Redford da una cátedra sobre como un relato peligrosamente amenazado por la manipulación y el melodrama, se puede convertir, a partir de un desarrollo de personajes e impresión de ritmo y situaciones precisas, en una de las historias domésticas más impactantes y por ende mejor actuadas de la historia americana. Cuatro Oscar incluyendo película y director, Redford escapa de esa “manipulación” para plasmar un drama auténtico, creíble y causante de la más fina y honesta lágrima de la audiencia, cuando los tres miembros de una familia se enfrenten al duelo de maneras distintas, frente a la trágica pérdida de uno de ellos. Una película muy infravalorada, lástima que Redford nunca alcanzara este nivel directivo nuevamente.
38 – The Departed (Martin Scorsese, 2006)
Uno de los mejores remakes de la historia, preciso y dinámico, con desempeños actorales sobresalientes y un cineasta sumergido en su lenguaje y ritmo que al momento de su montaje final, se revela no solo como la genialidad, sino también como el renovado clásico del género que es. Sin embargo, y haciendo una analogía musical, Scorsese aquí optó por la perfección lirica en su ejecución dejando de lado el sentimiento y emoción del “maltrato” improvisado; dejó de ser su querido Keith Richards para convertirse en John Petrucci; dejó de lado un poco la sátira en la búsqueda por la perfección ¡Y lo consiguió! Pero cada alcance de Oscar requiere un gran sacrifico, y ese es asentarse en sus estándares y quedar lejos de lo enigmático. Aun así, muy destacable.
37 – From Here to Eternity (Fred Zinnemann, 1953)
Multipremiada película, con un reparto multiestelar que brinda una combinación de sobrias interpretaciones, la ganadora de 8 Oscar (incluyendo mejor película) se trata de una de las presentaciones que mayor éxito de taquilla, crítica y público en la historia de las películas premiadas por la Academia. Un gran clásico romántico – coral – bélico, Zinnemann aquí establecería muchos de los estatutos dramáticos con los que la crítica estadounidense mediría las consecuentes súper producciones de este índole. Hacedor de grandes momentos, basta recordar la escena en la playa junto con Deborah Kerr, un verdadero momento favorito y que inmortalizó a este clásico, al cine bélico y a todo Hollywood.
35 – How Green Was My Valley (John Ford, 1941)
La razón del porqué Citizen Kane perdió el Oscar aquel año se puede resumir en dos lógicos argumentos: el primero se debe al potencial conmovedor de Ford, que en su pose dramática era capaz de mantener en todo momento de su metraje una emotividad clímax entre la tragedia y la comicidad, en este caso, de una familia de Gales a través de sus vicisitudes, labor minera y tradiciones; la segunda, su fantástico ensamble actoral, donde Maureen O’Hara, quizá el principal símbolo de su fuerza femenina, funge como la principal figura y en donde recae la fortaleza de aquella familia. Un tercer peldaño para afianzar su paso en dicho registro y demostrar que Ford era tan eficiente tanto en el salvaje oeste como en el reino de sus ancestros.
34 – Rocky (John F. Avildsen, 1976)
No creo que quepa ninguna duda del significado de “Rocky” para el cine, la cultura y la sociedad americana, el perfecto arquetipo del inmigrante victorioso dentro del “american way of life”, un paria imperfecto y oprimido por la mafia que encuentra en el deporte el vehículo ideal pata gozar de los privilegios del nuevo mundo. El guion de Stallone es sencillo, romántico, real e identificable al ser un retrato fiel de su problemática, siendo su actuación la perfecta adhesión, la música un gnial ingrediente y la dirección de Avildsen el complemento perfecto para crear variadas secuencias que han pasado a ser parte de la cultura pop, junto con un clímax de lo más emotivo y catártico. La segunda parte sería una torpe repetición, pero Stallone conservaría al menos el registro actoral de su primera, y previo al circo que se desataría desde su tercera parte.
33 – It Happened One Night (Frank Capra, 1934)
Del hacedor de fábulas, pocas veces se tiene la oportunidad para alabar a uno de los cuentos románticos más divertidos y adelantados a su tiempo de la filmografía gringa. Una estricta “road movie” que quizá para su época pueda ser considerada como la primera de la historia por sus fundamentos y/o elementos narrativos. Ganadora del Oscar, las interpretaciones y química entre Gable y Colbert hacen de cada episodio en la carretera un manjar de diálogos y de deseo escondido por parte de estos dos parias de distinta clase social, unidos por su humor ácido y cínica personalidad. Dice la leyenda que “Bugs Bunny” tuvo dos influencias: Marx y Clark Gable, siendo tal vez esta cinta uno de los ejemplos más claros sobre el traspaso de dicha personalidad.
32 – The Best Years of Our Lives (William Wyler, 1946)
La cúspide de esa introspección psicológica y emocional de Wyler, combinado con el tema con el que prácticamente desarrolló su tesis para convertirse en uno de los grandes de la filmografía mundial: La Guerra. El relato es tan crudo y quizá hasta prematuro, pues narra las vicisitudes de los soldados americanos regresando a sus casas tras sobrevivir a la Guerra, primero siendo recibidos como héroes, para después ser marginados socialmente por su propio sistema y sociedad. Siete premios Oscar, incluyendo la mejor película, parecen incluso pocos para un relato que la fecha surte el mismo efecto sentimental y de crítica. Pero nada de que preocuparse , pues Wyler ganaría otros 11 premios 13 años después.
31 – All Quiet on the Western Front (Lewis Milestone, 1930)
Un manifiesto fílmico e increíblemente directo sobre los horrores de la guerra, pero más que hacerlo de manera simplista, toma un enfoque increíblemente humano. Una cinta bien intencionada, que sentó las bases para que películas como Paths Of Glory tuvieran una aceptación más amplia. No por eso cuenta con una propuesta cómoda de verse, pues utiliza la impotencia ante una guerra peleada entre soldados que ni siquiera sabían porque estaban luchando, para crear consciencia sobre la naturaleza de los conflictos bélicos, ya que al final, nos recuerda que son personas que aprecian la belleza de la vida las que se encuentran matándose entre sí (de los mejores finales en la historia del cine) ¿Será que su también loable remake hará historia en la gala?
30 – The Deer Hunter (Michael Cimino, 1978)
Cimino construye con elegancia y máxima crueldad un relato donde la amistad es destruida por los horrores de la guerra y donde la unión familiar es acribillada por la suerte y el destino de seis disparos. En The Deer Hunter no hay lugar para el amor y la inocencia, para el regreso a una vida normal o bien para retomar ese pasatiempo de caza de venados que solía unir en cuerpo y alma a un grupo de amigos que se alistarán en Vietnam para jugar a la suerte con la muerte. Una de las grandes cintas sobre lo fraternal, la hermandad definida brillantemente por su director durante la celebración de una boda se trastornaría en el trauma irreparable tras la incursión bélica, no ha reparos, no hay esperanza ni concesión, algo que nos deja claro su desgarradora secuencia final
29 – The Lost Weekend (Billy Wilder, 1945)
Un estudio psicológico y una odisea de deconstrucción humana verdaderamente impactante y adelantada a su época, Wilder consigue un grado de realismo dramático ajeno y hasta extraño para un Hollywood naciente, donde proliferaban los riesgos (y por ende las joyas). Wilder y Ray Milland entregan uno de los relatos más honestos y brutales sobre el alcoholismo, y de cómo este puede destruir todo a su paso tal y como lo desarrolla esta avalancha de emociones sin concesiones moralistas. Como curiosidad, la cinta se llevaría también el Gran Premio de Cannes (después Palma de Oro) en una ceremonia que incluyó tras la Guerra a otras 10 ganadoras, estrictamente siendo una de las 3 en la historia en lograr Oscar – Cannes (Marty y Parasite fueron las siguientes).
28 – In the Heat of the NIght (Norman Jewison, 1967)
El pináculo del discurso racial en la obra de Jewison, daría como fruto uno de los Oscar a mejor película mejor justificados dentro de dicho discurso, tema que siempre ha sido del gusto del certamen y que en este sublime thriller policiaco ve el perfecto equilibrio entre el suspenso y el mensaje crudo, más no victimario, sobre la segregación “negra” incluso dentro del inepto sistema policial. Poitier gozaría de un recio e inolvidable personaje, pero también la química con el propio Steiger procrearían incluso un éxito transformado en serie, siendo uno de esos productos tanto comerciales y mediáticos como de autor, con una guion y desarrollo sólidos, excelentes actuaciones y ninguna pizca de auto condescendencia. Una de las más “cool” ganadoras.
27 – The Bridge on the River Kwai (David Lean, 1957)
Una de las epopeyas bélicas más influyentes e intensamente dramáticas de la historia, pero también y tal como su premisa lo sugiere, más obsesivas y perfeccionistas. Guinness aprovecharía su gran papel para consagrarse, mientras que Holden funge con gran solvencia como ese contrapeso anti heroico emanado de la obsesión ideológica del primero en lo que es una guerra más psicológica que física, tal y como le encantaba plantear su campo de batalla a David Lean en el género que lo consagraría (y que le daría otro Oscar más). Resulta mítica la última secuencia del film, donde todas las piezas son posicionadas de manera exacta para encausar uno de los momentos de mayor suspenso en la historia del cine.
26 – The English Patient (Anthony Minghella, 1996)
La mayor virtud de The English Patient es que Minghella no se deja llevar por los estatutos y clichés del género, pues en lugar de situar su romance en un ambiente bélico, usa su historia como una metáfora del mismo conflicto a través de la expiación de su héroe y víctima, el paciente, el cual con gran dolor y a la vez fortuna y gozo relata a su cuidadora su sórdida relación en los plenos círculos de la alcurnia inglesa en plena explosión de la segunda guerra mundial. Intensa e intimista, desbordante de pasión, dolor y sacrificio, The English Patient se presume también de una gran producción, una impresionante fotografía, entrañables actuaciones y una gran banda sonora, siendo para su servidor una de las mayores cintas románticas de la historia
25 – The French Connection (William Friedkin, 1971)
Un thriller policíaco que se convirtió en la base narrativa de todo el subgénero, no solo en cuanto al desarrollo de su historia, sino también de los arquetipos y personajes que lo conforman. Quizá Friedkin no ganó el Oscar por su mejor obra, The Exorcist, pero esta decisión de cierta manera marcaba una tendencia innovadora en cuanto a los relatos de los 70, dando una mayor apertura a géneros y variantes que se salían del drama y del Hollywood clásico para ampararse en un suspenso encomiable, con historias más reales y palpables dentro de este cambio de generación. The French Connection bien podría ser también una de las pocas ganadoras del Oscar en catalogarse de igual manera como una cinta “de acción”.
24 – Braveheart (Mel Gibson, 1994)
Una de las épicas más infravaloradas; una aventura que a pesar de tomarse varias libertades históricas, alcanza picos de excelencia dramática, romántica, actoral y visual en mucha parte gracias al obsesivo y técnicamente brillante trabajo de Gibson como narrador supremo. Si bien el relato usa el viejo truco del sacrifico emocional, es el bien estructurado héroe y su historia de amor y venganza el que brindan la base “sentimental” necesaria para que el espectador comparta la travesía y hasta el dolor de su último grito. La batalla de Sterling sigue siendo uno de los hits directivos más grandes de los 90 y de las batallas en el cine, y es que como bien dicen en un capítulo de South Park: “Quizá Gibson esté loco, pero no cabe duda que el cabrón sabe dirigir”.
23 – Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004)
Sin duda el epitome de su tema patriarcal es también la conexión perfecta y clímax entre el Clint director y actor. Uno de los mejores dramas deportivos, la confirmación de Clint como figura de culto (ahora como cineasta) se ve ensalzada por una gama actoral sinónimo de perfección, logrando no solo una química paternalista con Swank entrañable, sino también de nuevo con su socio actoral por excelencia, Morgan Freeman, una unión que ya había desplegado excelencia en 1992. Un film sencillo en apariencia, pero que engloba una complejidad directiva sobresaliente, desde el bello manejo de esos planos “western” y su adaptabilidad al mundo del deporte ¿Han notado en ella la influencia eterna del espagueti?
22 – No Country for Old Men (Ethan & Joel Coen, 2007)
Brillante western que sin duda significó un parteaguas para la recreación del rubro en su etapa moderna, alejados del desértico viejo oeste y trasladado a nuestra era, siempre conservando los mismos elementos y las raíces socio culturales de las culturas fronterizas. El extraordinario ritmo impreso por los Coen hace que el film pase de un trepidante suspenso a una explosiva acción en cuestión de minutos, respetando hasta los duelos cánones del género y enriqueciéndolo con ricos diálogos que no genera un génesis, pero si una introducción magistral de los personajes para clarificar y estructurar sus motivos. Un western de icónicos momentos, destaca Javier Bardem, que aunque se encuentre caricaturizado, entrega uno de los mejores villanos del oeste.
21 – The Last Emperor (Bernardo Bertulocci, 1987)
Prodigiosa, Bertolucci sale de su Italia para trasladarse a China, con producción en Reino Unido y con gran impacto a nivel mundial, logrando 9 justos Oscar en un tiempo donde el premio tenía vergüenza y el suficiente poder para hacerse escuchar y respetar. Un logro injustamente olvidado por el cine y estas generaciones, El último Emperador ejecuta con perfección la épica histórica y los cambios sociales, bélicos y políticos desde la opulencia monárquica hasta la opresión fascista de China. Filmada de manera avasallante con secuencias inolvidables, La sensualidad, un sutil y pequeño toque neorrealista Y su coqueteo con el ritmo “gringo” logran una amalgama histórica tan sustancial como emotiva, la cual es coronada por su gran escena final
20 – Midnight Cowboy (John Schlesinger, 1969)
Uno de los relatos más extrañamente trágicos del que uno puede ser testigo y tomando en cuenta los estándares del Oscar, sin duda una de sus más extrañas ganadoras, totalmente fuera de su molde. Déjeme explicarle el porqué. Hay un cierto halo de inocencia que rodea a todo este relato de prostitución masculina y que incluso en su tiempo se atrevió a retar el estatus quo social y la narración al romper por momentos la cuarta pared; dicha falsa inocencia será corrompida por otro cierto elemento inerte de la “idiotez”, la idiotez de dos parias – socios autodestructivos que marchan en sentido opuesto de la redención para encontrar su final, un sueño alejado, imposible y surrealista, tal y como sus pobres y miserables vidas. Una dura joya, con un durísimo final.
19 – Platoon (Oliver Stone, 1986)
Uno de los relatos anti bélicos por excelencia, de nuevo de no ser por la mediación de sus actores estaríamos hablando de una incursión neorrealista y bastante apegada a la verdad por parte de Stone, en lo que es un relato semi autobiográfico de sus propias vivencias en Vietnam y que juegan sutilmente en el rubro de la ficción al situar al “soldado” entre dos padres: la paz y la guerra, ambos en el mismo bando y con el mismo objetivo: sobrevivir. Charlie Sheen entrega la mejor actuación de su carrera, pero es evidente como Dafoe y Berenger se funden en dos papeles tan entrañables (Willem) como siniestros (Tom), y en este especial caso, dando como resultado uno de los mejores villanos del cine de los 80. Su ensayo sobre el belicismo es fastuoso
18 – Lawrence of Arabia (David Lean, 1962)
El paseo que brinda Lean y su prosa fílmica a través de su lente y sus ya característicos planos panorámicos son la causa de uno de los más complejos y entrañables relatos de metamorfosis humana frente a un conflicto bélico por demás irregular, donde los poderes sociales, culturales y políticos se adueñan de “La Figura” y de los seres que la rodean, siendo todos ellos incapaces de hacerle frente a Lawrence (Ni él mismo), un alma que se resistió a ser corrompida pero que sin casi notarlo, aceptará un falso confort y la destrucción de su corazón e ideales. Una cinta trascendental y bellamente estructurada, ve en O’Toole y en la comunión con su compañero de reparto Omar Shariff el vehículo para desbordar la comprensión y entendimiento de dicha transformación espiritual.
17 – All About Eve (Joseph L. Mankiewicz, 1950)
Ganadora también del Premio del Jurado en Cannes, algunos la llaman el pináculo del drama hollywoodense, y puede que tengan razón, ya que estamos ante una joya de extraña estructura narrativa y rica introspección psicológica, digna de funcionar tanto como auto sátira al mundo del teatro y el cine, como también un reflejo angustioso y hasta neorrealista del estado en el que aquel momento cruzaba su actriz protagónica (en su clímax, pero también ante las inminentes puertas y edad de su próxima debacle). Inteligente, provocadora, con unos diálogos y una Bette Davis que saca chispas cada vez que se juntan, Estados Unidos estuvo aquí muy cerca de conseguir su primer Oscar- Palma de Oro (aunque 5 años después lo lograría con la olvidada Marty).
16 – Chicago (Rob Marshall, 2002)
Uno de esos años apoteósicos dignos del recuerdo hollywoodense, enmarcado por la llegada de un teatrero con la capacidad y calidad necesaria para arrebatarle justamente el Oscar a The Lord of the Rings: The Two Towers, Gangs of New York, The Pianist y The Hours ¡Eso era Chicago! El último gran musical no solo fue un ejemplo de maestría adaptativa; del teatro al cine, Marshall supo transformar la estática de los escenarios de Broadway en el movimiento cinematográfico a través de una gran escala técnica, de luces, sonidos, danzas, fotografía, planos y fastuosas secuencias musicales que compiten entre ellas bajo el mismo estándar de calidad. Así es como debería ser una representante del Oscar: espectacular, bella, altamente entretenida, de un gran guion, actuaciones y cualidades técnicas.
15 – The Apartment (Billy Wilder, 1960)
Hermoso ejercicio fílmico que tal vez nos revele el punto más alto de la tragicomedia romántica (y en un segundo plano siendo un accidental clásico navideño). Dos almas desdichadas y solitarias, con sombras y luces personales y entrelazadas de manera irónica, consagraron el doble arquetipo cínico y cautivador de Wilder, forjando una joyita de poderosa influencia para la comedia y el romance. Wilder construye así un guion centrado en los aspectos humanos: debilidades, vicios, infidelidades y secretos, que al final son vencidos por la conexión amorosa y la soberbia química actoral entre Lemmon y MacLaine, los cuáles junto con su director procrean un ritmo, momentos y diálogos entrañables, que ven su clímax en su mítica y bella, muy bella escena final.
14 – Rebecca (Alfred Hitchcock, 1940)
Uno de los más prodigiosos thrillers, que no necesita criminales ni asesinos en serie, sino el simple recuerdo para amalgamar una historia llena de suspenso y misterio que desembocan en la metamorfosis y en la deconstrucción de su protagonista, víctima de los rumores, de la comparación y de las intrigas de una casa inmersa de imágenes y objetos personales impregnados por aquella villana que vive en la memoria. Es ese factor casi erótico que se comulga con un soberbio manejo psicológico, el que como de costumbre lleva a Hitch a engañarnos con un giro espectacular, cinismo puro, efecto de uno de los mejores personajes del cine que ni siquiera tiene un segundo en pantalla, genialidad narrativa en base al suspenso.
13 – Parasite (Joon Bong-hoo, 2019)
La mejor del 2019 y una de las mejores de la década, de una agilidad narrativa que lo hace parecer como si tuviera 30 películas encima, Bong cambia de nota pero no de discurso, con un fastuoso cuento de suspenso (que evocan al mejor de los Hitchcocks con ese excelso manejo de espacios) conformado por variados giros bien cimentados en el nuevo choque y evolución de su crítica social. Sin duda firmando su mejor obra (segunda en conseguir la Palma y el Oscar en la historia), Parasite no es solo es una fascinante cátedra de tensión fílmica que deja por momentos sin respiro al espectador, sino también una alegórica y punzante comedia negra sobre la diferencia de ideologías, intelectos y situaciones de las clases sociales a nivel universal.
12 – Unforgiven (Clint Eastwood, 1992)
La más pura concepción del western como el adjetivo que siempre lo acompaña, salvaje; Unforgiven es de las obras del género más crudas y adepta a la realidad en aquel desolado y ruin tiempo; una utopía conformada por el silencio y su interrupción súbita por la más pura e imperdonable violencia, Eastwood logra no solo resucitar, sino concebir la definitiva y verdadera naturaleza de su hombre sin nombre, un ser despreciable que se concluye así mismo con un diálogo sublime que resume la joya en cuestión y que provee a todo el film de esa constante tensión y veneración necesarias para recordar que el vaquero, el vengador, el escorpión, el bueno, el malo y el feo no han muerto, y que nunca lo harán.
11 – Casablanca (Michael Curtiz, 1942)
Uno de los cuentos románticos por excelencia y mayores clásicos de Hollywood, la internacionalización de Bergman y la confirmación de Bigart vino de la mano de una impecable comunión entre belleza y talento a la orden de una tragedia amorosa tan cruda como emotiva durante el marco de la Segunda Guerra, forjando una de las químicas y parejas más inolvidables y que asentaría varias de las bases dramáticas e histriónicas en el provenir del género. Quizá sea su honesta historia de amor y amistad, o tal vez sea esa espontaneidad romántica en cada uno de esos “momentos”, Curtiz aprovechó cada segundo y encuadre de esas dos figuras para construir uno de esos relatos más culturales que fílmicos.
10 – Gone with the Wind (Victor Fleming, 1939)
Toda superproducción debería apuntar a llegar a ser “Lo que el viento se llevó”, una ostentosa pieza de producción y calidad artística embelesada no solo por sus conflictivos valores directivos, sino también por una de las más fieras y legendarios químicas del cine, que a 80 años de distancia y gracias al talento debutante de Leigh y al apadrinamiento cínico de Gable, se convertiría en uno de los símbolos del anti-romance por excelencia, perfectamente estructurada e interpretada. De actuaciones, producción y ambientación elevada, es el pivote actoral que carga con el interés y el sarcasmo para aminorar la carga dramática, y que tiempo después crea hacía con el público esa empatía tan trágica como emotiva. Su última frase es legendaria, catedrática si se tiene en cuenta que en 8 palabras se pueden englobar cuatro horas.
9 – The Silence of the Lambs (Jonathan Demme, 1990)
Estremecedor thriller que inauguraba con el pie derecho la década de los 90 para el Oscar, marcando así una “tendencia” regida por la variedad de géneros en aquella época (y que verían “a la mala” su clímax en la horrible Titanic). Uno de los mejores thrillers de la hitoria, la excelencia narrativa e histriónica creó un ambiente tan morboso como clasutrofóbico para el espectador, haciéndolo partícipe de la investigación y testigo de uno de las secuencias finales más tensas y mejor logradas dentro del género. La actuación – química entre Hopkins y Foster es de antología, así como el retrato sin concesiones de un asesino tan complejo como escabroso, llevando a esta cinta también a los parajes del culto y de la cultura pop.
8 – American Beauty (Sam Mendes, 1999)
Una gran película que exhibe de manera sofisticada la destrucción del ideal americano. Su atemporalidad es tan intensa como reflexiva, pues Mendes no tiene reparo en revelar los deseos más ruines y carnales dentro de un marco de cambio generacional sumamente interesante y bien descrito: llegando el Boomer al final de su clímax y dejando que el “millennial” y todas su inseguridades, miedos y pasiones se posiciones dentro del ciclo de la vida y “american way of life”. Fue y sigue siendo un rotundo golpe a los valores más intrinsecos del gringo, pero su maestría fue tan avasallante que al Oscar no le quedó de otra que coronar esta sátira de naturaleza neorrealista con los principales premios de aquella gala.
7 – Ben-Hur (William Wyler, 1959)
Uno de los pináculos del cine americano. Las virtudes profesadas por la Iglesia son representadas en esta súper producción (que literalmente es de proporciones épicas), que prácticamente se convierte en un spin-off bíblico y en una odisea sobre la justicia y fortaleza. Un personaje ficticio concebido por el General Lew Wallace, Wyler realizó una de las mejores películas de la historia que trasciende no solo por sus impresionantes secuencias (la carrera de cuadrigas es sencillamente un milagro cinematográfico), sino por la compleja relación y la química entre Ben-Hur y Messala (Heston y Boyd brindan las mejores actuaciones de sus carreras). Más allá de una película religiosa, Ben-Hur es un banquete milagroso del séptimo arte. Imprescindible.
6 – Schindler’s List (Steven Spielberg, 1993)
Obra cumbre de Spielberg, a pesar de las acusaciones de sus detractores, no se puede sobrevalorar algo que es justificable en su pretensión, en otras palabras, rayando en la perfección. Muchos la tachan de condescendiente y falsa, pero no hay falsedad en la versión ficticia sobre una verdad, no hay condescendencia cuando tan magistralmente se narra y se exhibe la brutalidad humana y de como un cuento de hadas “real” puede acabar con ella. La Lista como su título lo indica, es una categorización magistral del lenguaje cinematográfico; su decisión de filmar a blanco y negro solo es comienzo de un desglose narrativo catedrático que sigue al pie de la letra la construcción empática que se resume a la convivencia del bien con el mal
5 – On the Waterfront (Elia Kazan, 1954)
Un himno eterno que evoca la desesperación y la depresión económica reflejada en los bajos mundos del hampa y el sindicalismo, Kazan regala un testimonio tan veraz y emotivo sobre la esperanza y revocación humana, que incluso sirve de cierta manera como auto exploración y previa expiación de su porvenir dentro de la cacería de brujas . Una de las piezas clave del cine y del género gansteril en específico, las tomas en los techos y su impresión existencial alrededor del papel de Brando, permiten alcanzar a padrino y actor, una intensidad progresiva sin igual e incluso nunca alcanzable nuevamente por él mismo, en una traducción exquisita de la recesión laboral y la violencia americana. Romántica, emotiva, cruenta, aún en la actualidad impacta y sorprende.
4 – One Flew Over the Cuckoo’s Nest (Milos Forman, 1975)
El factor común en la obra de Forman: el héroe mesiánico demente liderado por la figura del paria y criminal McMuprhy, icono por antonomasia de su filmografía y que libera, exime y redime a los que se encuentran a su alrededor, antes y después de su “muerte”. Veamos el ejemplo de los 12 maniáticos apóstoles, la rebeldía por liberarlos del yugo mental a través de la verdad y de por supuesto, una ida a pescar (“El Pescador”), esbozos y pistas que Forman salva de la novela (donde las referencias son más obvias) para construir una desgarradora pieza, catalogada unánimemente entre una de las mejores en la historia; crítica, incisiva, divertida, entrañable, emotiva, una catarsis de sensaciones que culminan con una secuencia final tan esperanzadora como estremecedora.
3 – The Godfather Part II (Francis Ford Coppola, 1974)
Ya en este punto uno podría poner el lugar tres en el uno, el dos en el tres o el dos en el primero ¡no importa! El nivel desplegado es sencillamente catedrático. Tomemos por ahora el ejemplo del segundo episodio de la epopeya mafiosa (cinta que será la de mayor influencia en el género por encima de su primera parte), donde Coppola sabe de nuevo impactar al dividir su relato en dos líneas temporales para que la del pasado cumpla dos objetivos: el primero, auto ensalzar el primer episodio a través de la estructuración de su Vito Corleone; el segundo, estructurar a sus hijos, con un clímax y escena final tan devastadoras como emotivas. Pacino logra consolidarse como el villano de los villanos, mientras Coppola firmó desde aquí su entrada a las ligas mayores.
2 – Amadeus (Milos Forman, 1984)
Una de las mayores piezas fílmicas de todos los tiempos. Su puesta escena, reconstrucción de época, sublimes actuaciones y quizá la mejor comunión musical – visual en la historia, escapan de los estándares de Hollywood con la construcción de un “ficticio” e inmaduro Mozart que en su momento afectó la visión de los puristas, pero que a la postre solventarían una narración perfectamente delimitada por los traumas paternalistas y esa responsabilidad hacía la perfección, dote que Forman se encarga de proyectar no solo de parte del genio, sino también por parte de la envidia del rival, dos vertientes que comulgan en un exquisito elemento emocional que hasta la fecha brindan secuencias complejas, grandilocuentes y catedráticas en lo que se refiere a la labor histriónica y al leguaje fílmico en general. Magnificencia pura.
1 – The Godfather (Francis Ford Coppola, 1971)
La historia de un inocente y ajeno vástago que se ve obligado a convertirse en un ruin y frio capo siempre leal a su familia y al recuerdo de su progenitor, es en si la esencia narrativa de su autor. Nótese como Coppola además de ser un exquisito narrador, su verdadera habilidad recae en el poder de adaptarse a la fuente original, resultando en secuencias que son diseñadas con alto grado de precisión y maestría. Así pues, a través del poder, Francis lleva a su arquetipo a la degradación (el “breaking bad” por excelencia del cine), inclusive perdiendo hacía con el negocio del “padre”. Poesía pura hecha imagen, Coppola en su final ofrece un retrato salvaje de dicha transformación con la magnífica y escalofriante escena de una puerta cerrándose ante los ojos e la audiencia. Puro arte.
1 Comment
Veo que sí incluyeron a algunas de las peticiones que puse en el anterior Top 30. Sin embargo, noté que se saltaron el puesto 36. Yo pondría Slumdog Millionaire, quizás en las posiciones más bajas, pero merece una mención (o al menos más que la mediocre The Artist).