Las Mejores Películas de Bibi Andersson
Primera pupila de Bergman desde su surgimiento en la escena teatral de Malmo, Bibi Andersson debutó a la orden del director en un comercial para detergentes en 1951 para después conseguir una pequeña participación en 1955 en Sonrisas de una noche de Verano, año en el que también comenzaría un amorío con el cineasta que se prolongaría por 4 años. 13 serán las veces que trabajarían juntos, convirtiéndose en la adorable faceta, conmovedora y aniñada dentro de la feminidad fílmica del sueco, con papeles que desbordaban coquetería y ternura en un estudio de tomas que realzaban su belleza y finas facciones. En esta primera etapa Bibi se sumergiría en dicho arquetipo con roles en El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957), En el umbral de la vida (1958), El rostro (1958), El ojo del diablo (1960) o ¡Esas mujeres! (1964), sin embargo todo cambiaría para 1966, año en el que aparecería tal vez la película de mayor culto en esta comunión artística: Persona.
Bibi Andersson lograría la internacionalización trabajando a lado de cineastas como John Huston y Robert Altman, también teniendo presencia en países como Argentina e Italia. Ganaría el Premio de Cannes en 1958 por Tres Almas Desnudas (premio que compartió con 3 de sus co-protagonistas), y el Oso de Plata del Festival de Berlín en 1963.
Retirada en el 2010 tras 103 títulos entre el cine y la televisión, Bibi Andersson se dedicó a la escritura y a la publicación de su autobiografía. Esta labor literata la mantendría hasta el día de su muerte el 14 de abril de 2019.
Recordemos las Mejores Películas de la primera musa de Bergman, Bibi Andersson.
Bonus – El Séptimo Sello (Ingmar Bergman, 1957)
Por EL FETT
¿Qué es lo que hace al Séptimo Sello ser la joya más redonda y sustancial de Bergman? La dulce ironía en el obvio humor negro y provocador el sueco al enfrentarse narrativa y directamente al elemento clave de su obra: La Muerte. La Peste Negra asola Europa y tras 10 años en las Cruzadas, un caballero y su leal escudero regresan de Tierra Santa; en el camino el caballero se encuentra con la Muerte que lo reclama, sin embargo el cruzado propone jugar una partida de ajedrez con la esperanza de obtener de Ella no solo la vida, sino las respuestas a las obsesiones de Bergman y de la vida: la naturaleza de la muerte y la existencia de Dios. Bibi Andersson tiene un pequeño pero sustancial papel, el de una gitana que simboliza en esta odisea la ternura y la esperanza de un mejor porvenir
Bonus – El Rostro (Bergman, , 1958)
Por EL FETT
Quizá aquí Ingmar Bergman haya caído un poco en la provocación y/o tentación comercial de su tiempo, sin embargo la que también fuera conocida como “El Mago”, es una de las piezas más digeribles, aterradoras y misteriosas del sueco, suscrita a cierto toque fantástico y/o surreal. Uno de los argumentos secretos mejor guardados de su filmografía, es a través del mago e hipnotizador Dr. Vogler, donde Ingmar deposita en esta ocasión su metáfora sobre la liberación y la muerte, obsesiones que acompañan a un grupo de artistas ambulantes que deben parar en una ciudad, dónde no serán recibidos de la mejor manera. Estos seres crean así un entorno de confusión propositiva alrededor de su identidad y causas de aquella nada afortunada bienvenida.
Bonus – Fresas Salvajes (Ingmar Bergman, 1957)
Por EL FETT
Es difícil encasillar a esta formidable y rica cinta en un solo género. Funciona como un drama, al enfrentar a nuestro inolvidable héroe con sus relaciones presentes y pasadas; funciona como una comedia, por la misma naturaleza del mismo protagonista y de los diálogos repletos de un humor fino; funciona como una obra surreal, al nuevamente Bergman enfrentarse con el inminente lecho de muerte y con los recuerdos de un primer amor en un campo donde crecen fresas salvajes; y finalmente funciona como una road movie, una seductora y entrañable. Bibi Andersson encarna ese vínculo de amor con el pasado, cuando nuestro entrañable protagonista la recuerde como ese tierno amor en el lugar que refiere el mismo título.
5 – El Ojo del Diablo (Djävulens Öga, 1960)
POR MANUEL ESTEBAN GAYTÁN
El Ojo del Diablo es probablemente la cinta más ninguneada, malinterpretada y finalmente olvidada de Ingmar Bergman. Por lo contrario, para muchos es una de sus mejores obras, y creo que funciona como secuela de la gran mediática “El Séptimo Sello”. En esta ocasión, Bergman toma el tema de la muerte de forma más cómica y despreocupada, pero el planteamiento que hace en sí no deja de ser llamativo. Con un tono ciertamente fantástico, hace un retrato del infierno, lugar en dónde se inicia la trama y nuevamente pone en boga la existencia del cielo, y la eterna lucha entre ambos, las creencias y la influencia de uno u otro en la cotidianidad de los humanos. Fantástica de apreciar
4 – Tres almas desnudas (Ingmar Bergman, 1958)
Por EL FETT
La transfiguración de Bibi. De ser el símbolo de la ternura y el amor ante el lecho de muerte en aquel séptimo sello y en las fresas salvajes, a través del manifiesto femenino sobre la maternidad y la decisión de esta sobre la vida y la muerte, la actriz lograría demostrar su rango dramático y por ende desarrollar a partir de este relato personajes más complejos. Aquí Bibi Andersson interpreta a una mujer embarazada que intenta abortar un hijo ilegitimo, historia que se cruza con otras dos mujeres y decisiones: la de un nacimiento con retraso mental, y la de otra mujer que sufre una hemorragia interna a los tres meses de embarazo. Tres ejes y manifiestos sobre la vida y muerte que convergen en una sala de hospital, las tres actrices se harían acreedoras al premio de Cannes
3 – Mi hermana, mi amor (Vilgot Sjöman, 1966)
Por EL FETT
En el año de su clímax y gran confirmación como actriz, Bibi encarna a este oscuro objeto del deseo enmarcado en una trama repleta de tabúes y polémica, no solo por su crudo realismo visual, sino por la poco más que sutil y sugerente relación incestuosa entre hermanos. En ella, Bibi Andersson interpreta a Charlotte, una joven de respetada familia que se ha prometido a un barón de gran influencia, sin embargo el regreso de su hermano despertará en él un extraño sentimiento de celos y que su propia hermana retribuye. La sensibilidad y madurez de la actriz hace que cada una de sus apariciones sea sustanciosa para construir esta “tentación”, pero que no es solo del índole “carnal”, sino también desde un tono de traición familiar.
2 – La pasión de Ana (Bergman, 1969)
Por EL FETT
Una de las cintas más bellas, pero a la vez más inciertas y complejas de Bergman. La pasión de Bibi Andersson como una inestable viuda que descubre en un resquebrajado hombre un nuevo sentido de la vida, es sencillamente una epifanía del mismo director en su desconexión por el mundo material, y a la vez su creciente conexión con el mundo artístico. A su vez, su complejo cuadro psicológico y emocional hacen que Bergman medite junto con su audiencia sobre la naturaleza de la soledad, la fortaleza femenina y por supuesto la muerte, que rondará el pasado de ambos protagonistas. No se encuentra entre sus cintas más mediáticas o valoradas, pero es imprescindible como una de sus piezas visuales – narrativas más profundas y bellas
1 – Persona (Ingmar Bergman, 1966)
Por EL FETT
Tratado surrealista sobre los temas que más inquietaron a Bergman durante su vida y obra. Persona es un compendio psicológico y metafísico, desde sátira social hasta ensayo sobre la muerte y el sexo femenino, donde Bibi Andersson se convierte en una actriz de carácter, proveyendo uno de los mejores monólogos en la historia fílmica. Nuevamente teniendo a la mujer como estandarte de esta transfiguración, muchos piensan que este esbozo de imágenes y diálogos representan solo una pretensión audio visual o un reproche testimonial a sus creencias, y quizá tengan razón, pero al mismo tiempo siendo una cinta difícil de apreciar y no apta para todos, su genialidad raya exactamente donde los demás apuntan su error, pues verdaderamente es única.