Las Mejores Películas de James Cagney

Estamos hablando de uno de los mejores y más versátiles actores de la historia. Aunque fue ciertamente definido como un tipo duro y adepto a las primeras cintas mafiosas, bases del subgénero del thriller criminal, James Cagney demostró sus grandes registros al también destacarse en el teatro, el drama, el western, la comedia y hasta el musical.

Uno de los más influyentes actores de todos los tiempos, su talento y naturalidad se mostraron adelantados a su época, transmitiendo una gran sensibilidad y credibilidad a sus roles, llevándolo a ser el preferido de la audiencia y la crítica durante las décadas de los 40 y 50.

Actor de 70 títulos entre cine y televisión, y ganador de un Oscar, recordemos al gran James Cagney con sus Mejores Películas

 

Bonus – Mister Roberts (John Ford, Mervyn LeRoy, 1955)

Por EDGAR DEL VALLE

Curiosidad dentro de la filmografía de Ford, que compartió crédito en el banquillo con el también prolífico Mervyn LeRoy. Una comedia bélica muy entretenida y con grandes valores de diseño y producción, que como dato curioso le permitió a Jack Lemmon conseguir el estrellato en apenas su cuarta película, haciéndose de su primer Oscar a mejor actor de reparto. Evidentemente llamaría la atención por su sagacidad y naturalidad humorística, en una mancuerna y faceta poco conocida tanto de Henry Fonda como de James Cagney. Aunque quedó como un título menor en la filmografía de ambos directores, su mayor valor es su ágil adaptación al lenguaje fílmico, teniendo en cuenta que venía de una obra de teatro

 

Bonus – Yankee Doodle Dandy (Michael Curtiz, 1942) 

Por EL FETT

Una cinta que le permitió a James Cagney dar una de sus mejores y más curiosas actuaciones, en un musical mega ultra súper patriotero, que cabe resaltar, fue planeada y hecha como propaganda bélica americana durante plena Segunda Guerra Mundial ¿Le quita esto su valor? Nada más un poco, pero no le quita la frescura y la buena dirección tragicómica de Michael Curtiz, a la orden de un relato biográfico sobre el vodevil George M. Cohan, creador del himno norteamericano  “Over There”. La cinta por obvias razones ha madurado mal (salvo la actuación y Oscar de James Cagney, que se encuentra magistral y fuera de su registro gángster), pero se mantiene como un ejemplo fílmico de publicidad patriotera por arriba de la media

 

5 – The Public Enemy (William A. Wellman, 1931) 

Por EDGAR DEL VALLE

Una de las primeras películas de gánsteres de la historia, que cimentó las bases del género y que consagró a su estrella, James Cagney, el cual encarna de manera soberbia a un joven desadaptado y machista que en los años 20 (durante la época de la ley seca) se convierte en el mafioso más buscado por la justicia y que sólo tiene un gran amor por su madre. Esta película está considerada dentro de las 52 cintas del cine negro del cine estadounidense y fue nominada como mejor guion al premio Oscar. Sin duda alguna una cinta imperdible para los amantes del género, que demuestra una vez más la importancia histórica – narrativa de su director, y que se sigue tomando como principal fuente de inspiración para la construcción de este tipo de relatos aún en la actualidad.

 

4 – One, Two, Three (1961)

POR JOSE ROBERTO ORTEGA

Comedia con tintes políticos, ubicada en el Berlín dividido durante la Guerra Fría. Un James Cagney inspirado (en uno de los mejores papeles de su carrera), interpreta a un ejecutivo de una empresa refresquera, quien pretende introducir su producto en la Unión Soviética, pero que se ve obligado a cuidar de la alocada hija de su jefe, quien se enamora de un comunista. Utilizando a la Coca-Cola como una alegoría y satirizando la pretendida dominación ideológica de los americanos sobre el resto del mundo, esta es quizás la comedia más alocada, explosiva y gráfica de Wilder que, no obstante, fuera recibida de forma fría durante su estreno, adquiriendo un estatus de culto con el paso de los años.

 

3- The Roaring Twenties (Raoul Walsh, 1939) 

Por EL FETT

Pieza de gran valía histórica y sociocultural que traspasa su posición fílmica para establecerse como uno de los primeros activadores artísticos de tendencias nostálgicas en la media. La historia de tres soldados que regresan de la Primera Guerra para toparse con la falta de recursos y trabajo, es un testimonio salvaje y fehaciente no solo de la época de la prohibición, sino de la situación socioeconómica de una nación que comenzaría la construcción de su apogeo entre dos conflictos bélicos. El primero encontraría la pobreza en la honestidad, el segundo el trabajo como traficante de licor, y el tercero el crimen al transformarse en un gánster. Serán estos últimos dos quienes dicten y simbolicen el destino violento de su nación

 

2 – White Heat (Raoul Walsh, 1949)

Por EL FETT

Una locura de principio a fin. Un thriller criminal salvaje, sin concesiones, con toques de noir y un James Cagney magistral dentro de su arquetipo, pero quizá nunca tan demente. Adelantada a su tiempo, su tensa cacería y subtrama de infiltración policiaca son cátedra e influencia de decenas de producciones consecuentes; sin embargo, lo que en realidad resalta de este acalorado relato es la edificación de la matriarca como la verdadera líder dentro de este particular núcleo mafioso, elemento clave para la compleja construcción psicológica de su protagonista y que permea todo el desarrollo de la trama hasta aquella genial y demencial explosión final, agregando empatía y sensibilidad al villano y demostrando que el amor de madre todo lo puede.

 

1 – Angels with Dirty Faces (Michael Curtiz, 1938) 

Por EDGAR DEL VALLE

Curtiz consigue su mejor película tras “Casablanca”. El director contó con un guion tan crudo como entrañable alrededor de la historia de unos amigos de la infancia que toman rumbos diferentes, uno al convertirse en sacerdote y otro en un gánster. Los personajes están dibujados con profundidad y humanidad, en un relato que pone de relieve los límites de la moralidad por encima de la ideología religiosa y el crimen. El final, sumamente hermoso, deconstruye a la figura del gánster (a la orden de un insuperable James Cagney) , pero también redime la maldad en un rotundo mensaje y crítica hacía la absurda adulación de aquella figura criminal. Por su parte, la fotografía ofrece un soberbio juego de contrastes, tomando un significado visual y profundo hacía aquel memorable clímax.

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