Las Mejores Películas de Klaus Kinski
Quizá es imposible separar la figura de artística de Klaus Kinksi de la de Werner Herzog, pero tratemos. Definido como un verdadero rufián, Kinski se vio obligado a combatir en la Segunda Guerra Mundial bajo la orden nazi y luchar contra los aliados en Países Bajos. Tras la derrota del régimen de Hitler, fue capturado y hecho prisionero, pasando un año en un campo de concentración inglés, donde aprendió el idioma y practicó el teatro.
Tras su liberación, Klaus Kinksi pasaría por varios circuitos teatrales y se haría un experto en declamación y en monólogos. Los críticos de aquel entonces lo alababan por su pasión, perfecta dicción y su poco convencional estilo dramático, muy acorde a su personalidad volátil e iracunda, que siempre lo metía en problemas, forjándole tanto enemigos como fanáticos.
Además de ser un adicto al sexo y sufrir de coprolalia (patología de decir todo el tiempo obscenidades), Klaus Kinksi era odiado por su impulsividad y gusto por amenazar y surtir a golpes a quien lo contradijera. Gracias a esto, siempre fue ligado y requerido para personajes psicópatas y de índole antagónico.
Tras una primera etapa actoral donde mayormente se definió por el espagueti western, Klaus Kinksi finalmente llegaría a convertirse en el muso de Werner Herzog, con quien mantendría a lo largo de cinco películas una relación tóxica y de amor – odio, muy peligrosa y destructiva, y en donde incluso ambos imaginaban como asesinarse. La relación acabaría con golpes y más maldiciones en el rodaje de Cobra Verde, llevando a Kinski sino a una debacle como actor, si a una etapa donde su personalidad chocaría con la mayoría de directores y actores
Posteriormente, Klaus Kinksi sería diagnosticado con esquizofrenia, permaneciendo en un psiquiátrico y retirándose del cine en 1989. Fallecería muy solo, pues solo uno de sus hijos acudiría a su entierro tras revelarse el abuso sexual a sus hijas. Como lo mencioné anteriormente, Klaus fue un verdadero rufián.
Aquí sus Mejores Películas
Bonus – Doctor Zhivago (David Lean, 1965)
POR EDGAR DEL VALLE
Historia de un amor imposible entre un doctor y su amante, todo ello en medio del drama íntimo de un hombre que busca sobrevivir durante la guerra civil que representó la revolución bolchevique en Rusia (1917). A pesar de que se trata de una película que reduce las vastas agitaciones del mencionado conflicto a un romance condenado al fracaso, resulta una experiencia fílmica majestuosa, con una escenografía y fotografía por demás brillantes y exquisitas. Fue premiada con 5 Oscar y un número igual de Globos de Oro, además de ser la nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Klaus Kinski tiene un papel de reparto fugaz y notable, como el compañero de tren de la familia del Doctor, un personaje que ofrece una reflexión de la vida y de la guerra
Bonus – Cobra Verde (Werner Herzog, 1987)
POR EDGAR DEL VALLE
En esta cinta, una de las seis de la mancuerna Herzog-Kinski, este último da vida a Francisco Manoel Da Silva, un orgulloso ranchero brasileño, que trabaja como minero y tras asesinar a su jefe, se convierte en el temido bandido Cobra Verde. La película sigue el mismo tema tan recurrente en Herzog: personajes despreciables y megalómanos, que Klaus Kinksi protagonizaba de manera soberbia, pues encajaba a la perfección con su manera pelicular de comportarse en la realidad. Sin ser de lo mejor de la dupla, en esta obra infravalorada, la presencia del actor llenaba la pantalla, impresionado, cuando no asustando con sus interpretaciones.
5 – Woyzeck (Werner Herzog, 1979)
POR EL FETT
Una de las principales razones del odio – admiración entre Herzog y Klaus Kinksi quizá se pueda resumir en el método directivo utilizado aquí, donde el director, aprovechando la fatiga de su actor tras acabar de filmar “Nosferatu”, lo sometió a 18 días de rodaje continúo para contar la historia de un soldado alemán oprimido, humillado y rebajado a una simple herramienta de abuso ¿les suena similar? La alegoría de cómo la sociedad alemana se aprovecha de sus eslabones más débiles goza no solo de una atemporalidad inclemente, sino también de una frialdad deshumanizada de su autor, exprimiendo hasta la última gota de sudor de su trágico soldado, al cual llevará de manera onírica, física y mental hacía la locura
4 – Il grande silenzio (Sergio Corbucci, 1968)
POR EDGAR DEL VALLE
En este Spaghetti Western de Corbucci, por reconocido por los fans del género, Klaus Kinksi interpreta a un cazarrecompensas que asesina a un hombre, motivo por el cual su mujer contrata a un mercenario para que le muerte. Es Kinski quien acapara la atención, a base de maldad, como el inolvidable villano. Su inesperado final resulta otro punto de originalidad y distinción. Un papel más que adecuado para la personalidad de Kinski, que aún estereotipado en este tipo de personajes, siempre sabía dejar su huella. Además, estamos hablando de una esas películas del género injustamente olvidadas por la mediación de Leone
3 – Nosferatu: Vampiro de la noche (Werner Herzog, 1979)
POR EL FETT
De corriente a corriente, del nuevo cine a la pieza prima del expresionismo alemán de F.W. Murnau, Herzog no solo hace un excelso homenaje, sino que también hace algunas variaciones “expresionistas” al relato basadas en una renovación visual, narrativa y actoral (a más de 50 años de la adaptación original). Aunque nunca superior, resulta que una de las cosas que si sobresale en esta versión por sobre la original e incluso sus futuras (llamadas Dracula), es la mayor profundidad de sus personajes, que se adhieren de manera perfecta al tono poético y forma experimental de Herzog dentro de los últimos esbozos por los preservar los recuerdos de los orígenes del cine alemán. Ya veremos que hace Robert Eggers con la nueva “Nosferatu”.
2 – Aguirre, la ira de Dios (Werner Herzog, 1972)
POR EL FETT
Una película que denota esa “locura” de Herzog y de Klaus Kinksi. Por encima de su abstracción, cuenta la odisea del conquistador español Lope de Aguirre y su búsqueda demencial para encontrar la ciudad del Dorado, pero debajo de su argumento esconde uno de los ejercicios más filosóficos sobre el descenso a la locura, el origen (o retrato) de la maldad y por supuesto el manifiesto de un estilo único, tan experimental como poético, que incluso en su inconexo ritmo se puede apreciar a un cineasta que conoce como proyectar el desgarrador y trasgresor mensaje de su obra. No hay ni habrá otra manera. Aquí no hay posición histórica o social, sino un hermoso desapego que muestra con lujo de detalle el accionar de la naturaleza humana bajo un entorno por demás hostil… y selvático.
1 – Fitzcarraldo (Werner Herzog, 1982)
POR EL FETT
Fitzcarraldo es más que la conversión de un hecho y personaje real en una grandilocuente aventura épica; repleta de humor negro, dramatismo y por supuesto adherida a ese aire megalómano que progresivamente hará caer a su antihéroe en una espiral demencial, esta soberbia cinta es quizá la más cínica analogía – autobiografía fílmica de un director que se sabe genio, demente y sustancialmente “orgulloso” de su rara magnificencia. Herzog quizá haya construido la mejor película “pretenciosa” de todos los tiempos en la historia del empresario caído en desgracia, Brian Fitzgerald, al cual se le ocurrió construir un teatro de ópera a las orillas del Amazonas. Se odiaban, pero el amor que también se profesaban se manifiesta aquí, con un Klaus Kinksi como la extensión perfecta de su director