Las Mejores Películas de Natalie Wood
Pocas veces la belleza y el talento coincidieron de manera tan perfecta, sin un ápice de error en el cálculo de la vida y del mundo cinematográfico, y así, como si se tratase de un plan para preservar su rostro, porte y leyenda, Natalie Wood, actriz y cantante, se iría demasiado rápido de este mundo tras un lamentable accidente que hasta la fecha sigue siendo recordado como uno de los más tristes e impresionantes misterios y tragedias en la historia del espectáculo.
Considerada en algún tiempo como la actriz más popular de Hollywood junto a Elizabeth Taylor, Natalia Nikolayevna Zajarenko nació un 20 de julio de 1938. De ascendencia rusa, su madre obsesionada con que su hija alcanzara el éxito en Hollywood, la sometió a interminables sesiones de rodajes con técnicas incluso que rayaban en el abuso, en lo cruel y extravagante (entre ellas hacerla llorar torturando insectos y animales para lograr realismo y naturalidad en sus desempeños), traumas que consecuentemente la llevarían a un problema de adicción de drogas y alcohol combinados con un estado depresivo según muchos testigos y amistades.
Nombrada el rostro más hermoso de la época por revistas, críticos y expertos en moda, Wood pronto compartiría pantalla con los mejores actores y directores siendo foco diario y constante de las luces públicas. Pero su belleza no lo era todo, pues prontamente justificó su estatus con gran talento tanto en la pantalla grande como en el mundo musical, siendo nominada a 3 Oscar y ganando 3 Globos de Oro.
Desbordaba ternura y sensualidad, naturalidad y versatilidad, Natalie Wood completaría un currículo de 74 títulos entre el cine y la televisión hasta aquel fatídico 29 de noviembre de 1981, día de aquel misterio aún sin resolver. Recordemos a la gran Natalie Wood con sus 10 Mejores Películas.
Bonus – Brainstorm (Douglas Trumbull, 1983)
Interesante pero fallida cinta de ciencia ficción que se convertiría más en una proveedora de estilo e influencias narrativas para los productos porvenir dentro de la corriente del cyberpunk. Trumbull, un director muy castigado por la historia, basaría la interesante premisa en sus diálogos y los estatutos científicos a través de dos científicos que llevan a cabo un experimento de compartición de mentes, con todo y sus sentimientos y emociones. La cinta también se vio afectada por la conocida tragedia y muerte misteriosa de su estrella femenina, nuestra Natalie Wood. Su producción fue detenida, pero al final estrenada por honor al último trabajo de la actriz.
10 – The Searchers (John Ford, 1956)
Indudablemente el sello más emotivo de Ford en el western, el relato que abarca 10 años le permitió al cineasta desplegar no solo una intensa gama de técnica visual, sino también adentrarse en la debacle psicológica de sus personajes dentro de una búsqueda desoladora y entrañable por todo el suelo que concibe el salvaje oeste del director del parche. Parece mentira, pero el nivel de emotividad logrado por este en su clímax proyecta un equilibrio entre la más épica aventura y el romanticismo más puro hacía con el género, aun cuando este se trastoque a cierta violencia racial. Una joya que en su legendario clímax escena final (donde Natalie Wood tiene su pequeño pero gran papel) representa toda su personalidad, retratada con pincel y narrada de manera ágil, emocionante y con el más dulce y tal vez más recordado cierre del género.
9 – Inside Daisy Clover (Robert Mulligan, 1965)
Dista de ser una buena película, sin embargo, la historia sobre una joven que en los años 30 se convierte de la noche a la mañana en una afamada estrella de Hollywood es quizá el papel más cercano a la psicología de Natalie Wood, que prácticamente vivió en carne propia las tribulaciones y excesos de una industria que finalmente la llevaría a la muerte. Mucha actuación para tan pobre película, Natalie Wood demuestra como su talento rebasa a la propia narrativa, haciendo suyo toda la psique y desarrollo de su personaje. La cinta fácilmente pudo haberse llamado “Inside Natalie Wood”, y quizá hasta hubiera sido en términos generales, mejor.
8 – Sex and the Single Girl (Richard Quine, 1964)
Comedia romántica muy infravalorada y con momentos de grandes destellos humorísticos a raíz de dos factores: el primero, los excelentes diálogos provistos por un guion que propone un duelo de géneros que, a pesar de usar los estereotipos propios de los 60, permanece como un inteligente y fresco estudio sobre los comportamientos de hombre – mujer; el segundo, su excelente química entre Natalie Wood y Tony Curtis, ambos expertos en este tipo de papeles y que aquí desglosan su chispa y belleza al servicio de una muy rítmica y disfrutable dirección. Habrá un remake “no oficial” con Ewan McGregor y Renee Zellwegger, pero dista de la calidad de esta cinta.
7 – Bob & Carol & Ted & Alice (Paul Mazursky, 1969)
Después de asistir a una terapia de pareja, Bob y Carol cambian sus opiniones con relación al sexo radicalmente, desconcertado a sus amigos Ted y Alice. Una comedia ácida protagonizada por Natalie Wood, Robert Culp, acompañados por Dyan Cannon y Elliott Gould. Aunque fue criticada en su momento por tocar un tema tabú (el intercambio de parejas) de manera “cómica”, es precisamente dicho tono el que vuelve al relato tan complejo como interesante, pues su objetivo es manifestar una crítica social a la mediana edad y la crisis de la sociedad americana. Muy digna de ver, es una de las pocas películas que tocan este delicado y erótico tema con mucha calidad. Natalie Wood se ve BELLÍSIMA
6 – Gypsy (Melvyn LeRoy, 1952)
Suavizada pero al mismo tiempo estilizada por la verdadera, Gypsy Rose Lee, famosa artista escénica y del striptease, el musical de Melvyn LeRoy brilla al hacer brillar a una Natalie Wood compenetrada (y asesorada) hacía con el relato, llevando a cabo junto a su director un encantador preámbulo en cuanto al desarrollo y estructura de aquella leyenda del vaudeville. Aderezada con excelentes números musicales y la participación siempre grandiosa de Karl Malden, es de admirarse la capacidad directiva de LeRoy al trabajar bajo las reglas de varios género fílmicos, creciendo de la mano de la época dorada de Hollywood. La cinta se haría de varias nominaciones al Oscar y a los Globos de Oro
5 – Miracle on 34th Street (Seaton, 1947)
La obsesión de su madre pronto la posicionó en varios papeles de reparto interesantes incluso para su temprana edad, el mejor de ellos sin duda el de Susan Walker, la escéptica hija que servirá como el vehículo de inocencia y redención para el propio Santa Claus, en uno de los clásicos navideños por excelencia. Aunque la gran Maureen O’Hara sirve como guía dramática para Natalie Wood, es su propio y precoz talento el suficiente para crear esa atmósfera de naturalidad cómica – dramática hacía con la estrella protagonista del relato, un enorme Edmund Gwenn con una interpretación digna de Oscar. Para 1994 se haría un conocido y elogiable remake con Richard Attenborough en el papel de Kringle y Mara Wilson somo la pequeña Susan.
4 – Love with a proper stranger (Mulligan, 1963)
No solo le significó un repunte en su registro dramático, sino también una especie de reforzador hacía con McQueen, un actor que más acostumbrado a la aventura, aquí se encontró con un verdadero reto al tener que ponerse al nivel del talento y experiencia de Natalie Wood. La naturalidad de la química los llevaría a su nominación a los Globos de Oro y en particular a Wood a su tercera y última como actriz en los Oscar. Mucho del buen desarrollo de sus personajes dependió del director, el cual esquivó la amenaza aleccionadora de su trama (una aventura que termina con ella embarazada y con el desarrollo de un amor inusual que cambia la primera perspectiva del aborto por querer conservar al niño y la relación), para convertirla en un relato muy emotivo
3 – Rebel without a Cause (Ray, 1955)
Posiblemente Ray y James Dean hayan creado en aquel 1955 las primeras reglas del “coming of age”, envuelto en un intenso drama sobre la atormentada juventud en su afán por la búsqueda de pertenencia e identidad. Si, quizá Dean sea el símbolo eterno de aquella rebelde juventud y el arquetipo por antonomasia del resquebrajamiento emocional de las generaciones por venir, afectadas tanto por el incierto entorno social como por los traumas parentales que enfrentan en algún punto de su vida. Irónico que Dean al parecer quedó varado en ese intermedio de maduración, pasando a convertirse en esa leyenda “con causa” de una muerte aparentemente “sin causa”, caso contrario a Natalie Wood, que de aquí pudo saltar a la fama con una progresiva maduración histriónica que aquí comenzaría brillar
2 – West Side Story (Wise, 1961)
Basada en el musical de teatro del mismo nombre y de manera libre en la obra “Romeo y Julieta” de Shakespeare, con música compuesta por Leonard Bernstein, fue nominada a 11 premios Oscar y ganó 10, incluido el de mejor película. Considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry, Wood logra sin duda el papel más tierno y mediático de su carrera al combinar sus dos más grande talentos, la actuación y la cantada. Para muchos es el mejor musical de la historia, esto en mucha parte gracias a la naturalidad dramática y belleza que en cada cuadro desprende Natalie Wood, la cual lleva la batuta histriónica en su química con Richard Beymer
1 – Splendor in the Grass (Kazan, 1961)
Difícil encasillar a una pieza tan formidable y compleja. Puede ser un coming of age, ciertamente al mostrar la forzada maduración de una joven pareja que lidia con su clase social y presión paternal; puede ser también una trágica historia sobre un romance jamás consumado, donde las interpretaciones y química de Wood y Beatty llegan a una naturalidad poco antes vista en dicha época; sin embargo a mí me gusta catalogarlo como uno de los dramas más desgarradores sobre la codependencia y toxicidad, enmarcados en una innegable pasión y en donde Kazan a través de una extraordinaria Natalie Wood, vierte todas las consecuencias emocionales y mentales que minuciosamente te van llevando a ese gran, pero gran final donde las miradas lo dicen todo