Las Mejores Películas de Stanley Kubrick
No es un secreto que para muchos en este recinto de cine Stanley Kubrick es el referente y maestro histórico por excelencia. Para su servidor, la obra de Kubrick no solo engloba la perfección artística, sino también significa la vara más alta para cualquier otro cineasta y/o película previa o porvenir.
Son tres razones principales las que considero para dichas afirmaciones: la primera, la revolución visual a lo largo de su evolución, al instaurar varias técnicas, planos o incluso tecnologías en pro del arte y de la estética, siendo base e influencia para el lenguaje; la segunda, su amplitud narrativa al no solo trabajar con variados géneros siempre con los mismos excelsos resultados (ciencia ficción, drama, comedia, thriller, noir, terror), sino también con distintos tópicos que en su momento (o incluso hasta en la actualidad “correctiva”) siguen trasgrediendo el estatus quo con relatos que van desde el erotismo y el más cruento retrato anti bélico, hasta toques surrealistas, metafísicos, sátiras políticas – sociales y por supuesto el cambio narrativo de sus fuentes en pro del desarrollo del lenguaje; la tercera, que Stanley Kubrick comprendió al cine como la amalgama más completa de las siete artes, haciendo uso de todos sus elementos para procrear gloriosas y exquisitas comuniones no solo auditivas y visuales, sino también echando mano de una dirección artística obsesiva y minuciosamente detallada, incluso también llegando a hacerse cargo de los efectos especiales, secuencias de créditos, promoción alrededor de estrenos e incluir dentro de su obra planos y/o retazos que parecían lienzos o pinturas, resultado también de su adaptabilidad tecnológica y su manipulación – creación de lentes (sin olvidar la teatralidad de muchas de sus secuencias en espacios cerrados y en donde la actuación o el dialecto eran la parte central).
Nacido en Manhattan un día como hoy de 1928, el estudiante indisciplinado pero de un alto coeficiente intelectual rápidamente se haría de tres aficiones – pasiones: la fotografía, el jazz y el ajedrez, mismas que forjarían no solo su rutina, sino también su carácter. A los 16 años ya trabajaba para la revista Look, dejando entrever su talento nato a la hora de captar situaciones con su lente.
Con solo 23 años y trabajando aún para Look, filma su primer cortometraje documental, Day of the Fight, para después proseguir con otros encargos comprados por la RKO para incluirlos en una de sus series. A los 25 años renuncia a su trabajo y con sus ahorros y algunos prestamos filma su primer ensayo, Fear and Desire, un rotundo fracaso “practicante” que él mismo procuró olvidar, pero que asomaría su gusto por la exploración de la “maldad”, siendo también un retrato anti bélico (tema que lo acompañaría a lo largo de su carrera). Para su segundo largometraje, un sencillo, atropellado pero excelsamente fotografiado noir llamado Killer’s Kiss, Kubrick de nuevo pierde dinero, pero llama la atención de su próximo socio, el productor James B. Harris de la NBC, y el resto sería historia, la más grande fílmicamente hablando, pues de las 11 cintas que filmaría hasta 1999, las 11 se grabarían con letras de oro dentro de los más grandes estándares y anales del séptimo arte, siendo en su totalidad joyas revolucionarias y atemporales.
Obsesivo, compulsivo, perfeccionista, futurista, pero también confiable, sincero, consentidor, fraternal, paternal, amante de los gatos, humano, afectuoso de “voz melodiosa” y “con las más grandes bolas que se hayan visto” (todas etiquetas puestas por los actores con los que trabajó, relatados en variados documentales sobre su figura y leyenda), la complejidad alrededor de su persona es tan grande como ahora lo son su mito, leyenda e injerencia dentro del cine.
Hoy cumpliría 94 años, y me he dado cuenta que en todo este tiempo, a pesar de amar y reverenciar su obra y legado por encima de todos, desde que comenzara mi estilo de vida como un cinéfilo, amante y crítico de cine no había hecho un TOP sobre él. Quizá sea por qué todas las 10 u 11 están el mismo nivel, o tal vez por qué obvie la perfección, o por otro lado seguramente me tiemblan las manos al querer poner una encima de otra, pero tras 10 años de Cinescopia parece que me llegó el momento de decir ¡Gracias Stanley Kubrick! Porque por usted amo el cine, siendo 2001: Odisea del Espacio la película que veo cada 1° de enero y La Naranja Mecánica mi película favorita de todos los tiempos (la cual veo en promedio 5 veces al año) ¡Gracias en verdad! No sabe cuánto significa su obra para mí.
Vamos con el TOP 10, de la que menos a la que más prefiero, pero dejando en claro que cada una de ellas puede ser TOP de este o de cualquier ranking que se haga con respecto a su género o al cine en general.
Bonus – Spartacus (1960)
La gloria épica como productor y actor tendrían un alto precio, la enemistad con un aun joven pero brillante Stanley Kubrick atado de manos por lo que cuentan, un Douglas en estado dictador bajo el guion de su también amigo Trumbo (este último escondido y desacreditado por la cacería de brujas). El yugo creativo al que sometió el actor a todo su reparto y equipo de producción causó además de varias rivalidades en el set y un ambiente de caos, un extraño caso de belleza narrativa bajo el simple raciocino de contar con cuatro poderosas fuerzas artísticas (Kubrick – Trumbo – Douglas – Olivier). Al final, aunque por mínimos pasajes, ciertamente atropellada, Spartacus se erigiría como una ostentosa producción de alto valor cinematográfico y quizá como el testimonio más fiel a la labor y personalidad de Kirk en la industria
10 – Lolita (Reino Unido, 1962)
Kubrick escribiría una carta de agradecimiento a Bergman, fechada en 1960. Quizá en dichas palabras no solo se rendiría como un fanático del sueco, sino que también dichos honores tal vez pudieran haber tenido un propósito permisivo, como por ejemplo tomar la figura de la Lolita previa de Ingmar, y junto a la libertad adaptativa de la novela homónima, crear una trasgresora revolución alrededor de “Lolita”, una tan coqueta como peligrosa cinta rodeada de un misticismo que trasciende el plano juvenil, sugiriendo por supuesto tópicos inexplorables en 1962. Por supuesto, Stanley Kubrick aprovecharía este relato de thriller y hasta agria comedia pederasta para explorar la frialdad y maldad de aquellos hombres sometidos por aquella peligrosa y ruin ninfa.
9 – Full Metal Jacket (Reino Unido, 1987)
Dos capítulos que parecieran totalmente distintos, pero que a través del testigo de “Joker” (Modine), exploran la psicología, motivos y más íntimos terrores del “marine” estadounidense previo y durante un conflicto que parece desconocer. Lo “mecánico” de sus personajes (seres llevados a un destino por un objetivo socio – político ajeno a su elección) de nuevo sirve para explorar el sin sentido bélico, pero en esta ocasión y a diferencia de Paths of Glory, centrándose en la camaradería y las dualidades del propio soldado, surtiendo un efecto tan cruento como realista al llevar al espectador mismo a ser un testigo más de las barricadas y de los horrores de la guerra. El personaje del Sargento Hartman será memorable y parte de la cultura pop.
8 – The Killing (Estados Unidos, 1956)
Su primera gran joya quizá sea la más obvia en esclarecer los 3 razonamientos que analizaba en la introducción. El domino estético y técnico se fusionaría con planos innovadores y una narrativa noir hipnótica, y que incluso se tomaría un par de libertades en cuanto a las convencionalidades establecidas por Huston y otros contemporáneos del género. Así mismo su perfeccionismo comenzaría a asomarse al tomar el mismo la fotografía del film, siendo evidente la regla de tercios en la división de sus personajes (por relevancia), y la luz como un elemento para enmarcar al protagonista. Su tono trágico (y ácido), dominante en el último tercio del film, establecería que Stanley Kubrick sería un entusiasta en investigar y analizar la propia naturaleza de la maldad humana.
7 – The Shining (Reino Unido, 1980)
La deslealtad a su fuente original procrearía una de las más finas piezas de género, dejando en claro que Kubrick fue tal vez el mejor adaptador literario – fílmico en la historia, dándole un sentido realista a la propia definición “adaptación”, al trabajar la fuente en pro del lenguaje cinematográfico y no viceversa. Muchos se limitan en catalogarla como una cinta de terror, pero esto es insuficiente para explicar su propuesta. La obra sería una exhibición de horror psicológico fundamentado sobre lo surrealista, con elementos tan inquietantes que no se encasillan en causar la natural exposición del “susto”, sino que expone un miedo a lo desconocido, a lo grotesco y lo tétrico en un loop paranormal que busca el origen de la maldad a partir de la soledad y desesperanza.
6 – Paths of Glory (Estados Unidos, 1957)
Prohibida en distintos países, Stanley Kubrick comenzaría a ser aquel “cineasta incómodo”, tocando temas tabúes que trascendieron el cine para convertirse en movimientos artísticos – sociales. Estamos ante el film anti-bélico por antonomasia, joya alborotadora en contra no solo de la negligencia, sino de la cuestionable memoria heroica dentro del marco de la primera guerra. Los recorridos por las trincheras serían descritas por el propio Churchil como los testimonios más realistas sobre el conflicto, pero la importancia del relato caería en la punzante crítica hacía la burocracia y cobardía militar. Es una lástima que para Espartaco, Kubrick y Douglas se hayan separado, pues es evidente que aquel par de genios concibió por momentos la química perfecta entre director – actor.
5 – Eyes Wide Shut (Reino Unido, 1999)
El final de una era no hubiera podido ser más perfecto que con aquel último diálogo en esta compleja obra sujeta a variadas interpretaciones de género y que hasta su desenlace, deja entrever los verdadero motivos: un drama relacional y de reconciliación matrimonial enmarcado no solo en los sueños y deseos eróticos de los protagonistas, sino en una época que supone, entre tanto ironía, hipocresía y oscuridad manifiesta, también la esperanza de un nuevo comienzo. No hay sutilezas pero si un mundo de simbolismos alrededor de este homérico viaje carnal y sexual, uno que extrapola el deseo desde la tentación física y la mental. 400 tomas en la mesa de billar, el divorcio de su pareja protagonista y un thriller ¿matrimonial? de surreal pasión. Una joya.
4 – Dr. Strangelove, or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (Reino Unido, 1964)
La sátira bélica por excelencia, su descaro no solo es hilarante sino también crítico, recordándome incluso a un meme actual: Parece chiste, pero… Dr. Strangelove, al ser también una de las mejores comedias de la historia, exacerba a figuras políticas de tétrica atemporalidad para dejar en claro que el mundo se encuentra en peligro por la propia histeria humana resultante del propio nazismo (y que el mismo personaje que da el título simboliza). Cada secuencia es un manjar de humor negro al servicio de un casting fastuoso coronado por la triple interpretación de Peter Sellers (su mejor película) y un sobresaliente Sterling Hayden. La escena final enmarcada en aquella hermosa canción de Vera Lynn resume a la perfección esta joya que a la fecha parece más real que ficticia
3 – Barry Lyndon (Reino Unido, 1975)
Magnífica en su composición narrativa, Barry Lyndon es también el ejercicio visual más obsesivo de Stanley Kubrick y sin duda uno de los ejemplos más hermosos y estéticos en la historia. La genialidad de su ritmo es soportado por 3 ejes principales: la increíble fotografía (solventada técnicamente por su iluminación natural y la adaptación de los lentes a cámaras de la NASA) y esos preciosistas encuadres que hacen parecer a Kubrick más un pintor; las banda sonora (una de las más hermosas composiciones del séptimo arte); y finalmente su peculiar recurso del narrador, una voz tenue y de una fluencia verbal exquisita, que lleva al espectador a ser testigo del ascenso y caída, de las aventuras y desventuras de este antihéroe de pocas palabras, pero muchas emociones.
2 – 2001: A Space Odyssey (Reino Unido, 1968)
El cosmos visto desde el arte; la pluma de C. Clarke, la narrativa perfeccionista de Kubrick, los acordes de Strauss y las odiseas musicales y atemporales de Lygeti, hacen a 2001 la concepción misma del género SF en su rubro fílmico, a donde tenía que llegar aquel “Viaje a la Luna” de Melies y de donde emanan todas las demás obras. Esta pieza metafísica abarca origen, evolución, conquista, inteligencia artificial e infinito, capítulos que bajo la simple comprensión podrían desembocar en una confusión y negación contra la perfección, pero que bajo la vista artística y el desprendimiento de todo dogma, resulta un descubrimiento inigualable de estándares narrativos hasta la fecha inalcanzables ¿Habrá Kubrick filmado la llegada del hombre a la luna o solo al monolito?
1 – A Clockwork Orange (Reino Unido, 1971)
La película perfecta. Imprescindiblemente compleja y divertida, la mística narrativa de Stanley Kubrick englobaría todo el quehacer artístico en una sola obra: La libertina concepción desde su adaptación literaria, la cuestión actoral que rebasaba la interpretación para sumergirse en los personajes de manera escabrosa, la teatralidad definitoria de un director obsesionado por la perfección visual y la perspectiva simétrica en cada cuadro, la conjunción musical cuasi divina que aquí alcanza limites oníricos y protagónicos nunca antes vistos tras incluso situar a Beethoven como un testigo accidental de la violencia y redención, y finalmente, su construcción argumental bajo un enfoque de ficción especulativa y toques de comedia, drama y suspenso.
Esta naranja para su servidor, es el mismo significado de qué es el cine, un arte que emociona, divierte, trasgrede, concientiza, critica, analiza y se queda contigo para siempre.