Last Flag Flying: Otra forma de desperdiciar buenos actores.
Cada año nos topamos con la típica película patriótica que trata de sensibilizar la lucha de uno de los países más poderosos del mundo, justificando las atrocidades que se viven en el campo de batalla para defender a toda una nación, ensalzando de forma o no vanagloriada a los héroes de guerra que dieron el pellejo en un país perdido en oriente para que no haya terroristas disparando en una playa de California, por ejemplo.
Last Flag Flying es la secuela no oficial de The Last Detail de 1973¸ después de treinta años de haber concluido su servicio en Vietnam, Doc (Steve Carell), el tipo serio del grupo, un año después de perder a su esposa, pierde a su único hijo: Larry Jr. un joven infante de marina que muere en el campo de batalla durante la invasión de Irak en 2003. Doc tratará de impedir que La Marina entierre a su hijo con el resto de los soldados caídos en el cementerio de Arlington y reúne a sus ex compañeros de la marina Sal (Bryan Cranston) y Richard Mueller (Laurence Fishburne) para que lo ayuden a llevar el cuerpo de su hijo a casa en New Hampshire y así, poder enterrarlo junto a su madre.
Es una película que relata cómo es ser viejo y todo lo que guardas contigo, todas las veces que has arruinado cosas, todos los errores que has cometido en todo lo que haces y también todo lo que dejas de hacer, todo queda contigo en tu memoria acompañándote a cada paso como una pequeña bola de nieve que se va haciendo más grande conforme avanzas en tu camino. También habla sobre la importancia de la amistad, la importancia de estar presente cuando uno de tus amigos necesita una mano, o tal vez dos.
La película maneja un humor negro bastante adecuado, sintiéndose este más honesto incluso que el drama en los momentos que pretenden ser más serios. Esto genera un desbalance emocional dentro de nuestra narrativa y justo de aquí, se desprende el gran problema con esta cinta: sus actuaciones.
Los momentos que se supone deben ser emocionales no están bien logrados, son un tanto forzados y no terminan de llegar al objetivo que es tocar nuestros corazones. Todo esto se debe a que los personajes no se sienten auténticos, sus personalidades no están balanceadas y llega un punto en que chocan con lo caricaturesco. Debido a esto no se logra estrechar un vínculo con los personajes.
Yo considero que éste ha sido el trabajo menos memorable de Richard Linklater, quien demuestra que puedes tener un buen guion y un elenco de primera, pero de nada sirve si no sabes como dirigirlos. Lo cual ha sido una gran sorpresa después de ver sus trabajos anteriores como Slaker (1991), Dazed and confused (1993) y su obra maestra Boyhood (2014).
Personalmente Last Flag Flying no me gustó, aunque algunos momentos se pueden rescatar y sus intenciones no son malas, se siente una manipulación que desea con ahínco conmovernos y que su mensaje llegue a nosotros, pero es el mismo mensaje que se ve saboteado por sus actuaciones, y es por eso que no la recomendaría.