Licorice Pizza: Juventud, bendito tesoro.
Paul Thomas Anderson es uno de los realizadores con mayor reconocimiento de los últimos tiempos, por lo que el “hype” con su cinta Licorice Pizza era bastante alto por parte de la comunidad cinematográfica. Quizás en un intento por crear un retrato más personal, ha caído en algunos excesos (como le pasa a muchos cuando cuentan este tipo de historias) y sin embargo, su calidad como uno de los cineastas más eficientes de los últimos tiempos le ha permitido elevarse por encima del promedio en cuanto a relatos nostálgicos y del “cine dentro del cine” se refiere , teniendo como base su calidad técnica y un par de personajes pintorescos.
Buen diseño de personajes
La trama nos cuenta la historia de romance entre Alana y Gary en el Valle de San Fernando en 1973, siendo el diseño de estos dos lo que termina sosteniendo a la trama.
Por un lado, Alana es una chica de 28 años con una adolescencia tardía, está intentando abrazar su etapa adulta, pero al mismo tiempo tiene esta cierta confusión sobre si decantarse por seguir en esta juventud caduca; Gary por el otro lado tiene 15 años, seguro de sí mismo, aventurero, con un deseo de comerse al mundo y con una personalidad carismática de “cabrón” empoderado. De entrada, la relación ya rompe el cliché de la pareja idealizada típico de las “chick clicks”, pues la diferencia de edad (bastante considerable) probablemente a más de uno escandalice. El guion no solamente aprovecha este factor para justificar el clásico “si quiero, no quiero” de este género, sino incluso termina haciendo que la óptica de vida y mentalidad sean vitales para marcar la distancia y el porqué del “amor imposible” de estos dos. De manera irónica, Gary termina viéndose más maduro, pues a pesar de ser ignorante en ciertos temas (producto de su corta vida), tiene más claro lo que quiere que Alana.
Y sin embargo a la atracción de estos dos individuos se le da un contexto; Alana está intentando abrazar la etapa adulta, y en ocasiones en este viaje de crecimiento se dará cuenta de que no le interesa madurar, por lo cual acepta seguir viviendo en esta adolescencia tardía de manera inconsciente , motivo por lo que sentirá atraída por Gary, que representa la mocedad que le da chispa, la frescura, innovación y osadía que no encontraba en su núcleo familiar judío conservador (que también termina siendo un factor importante para que rechace la etapa adulta)
Por otro lado, Gary ante la ausencia de figuras paternas y su deseo por pasar a ser un adulto de manera pronta (representando también por su espíritu emprendedor y de pseudo estafador), se siente atraído por Alana no solo porque ve en ella la madre que no tiene, sino también porque representa una figura de conquista al mundo de la madurez.
No, en realidad si uno revisa con cuidado no es la pareja ideal clásica de las películas románticas (y de hecho tienen momentos bastante tóxicos) pero quizás ese sea su objetivo, entregar una historia mucho más áspera e incómoda, pero más sincera.
Disfrutando el viaje.
Si bien la cinta no descubre el hilo negro en la narrativa al ser una oda a la nostalgia en una época específica con toques románticos, a nivel visual, y dónde otros realizadores terminan siendo escuetos, planos y predecibles, PTA eleva el lenguaje cinematográfico metiéndonos en este retrato no desde la manipulación emocional, sino desde la evocación y lo sensorial; manejando una cámara con movimiento ligero generalmente en forma de plano secuencia, una luz cálida y textura granulada con planos abiertos para dar una percepción de apertura a los paisajes y a los personajes, el director crea una representación sensitiva de la juventud, distinta a las representaciones en ocasiones lúgubres acerca de esa etapa de la vida.
Quizás hemos olvidado que la adolescencia es también un cumulo de características positivas; representa emoción por la transición a una etapa nueva, gozo por el descubrimiento de cosas diferentes, energía producto de la fortaleza física, frescura por las ideas nuevas (que aún no han sido contaminadas por la uniformidad de la rutina), y sobretodo calidez porque quizás el conocimiento derivado de la experiencia implica dolor, el cual nos va marcando de a poco y nos va haciendo más fríos ante la vida conforme vamos creciendo. Esto es lo que representa la juventud para Anderson y lo expresa con un lenguaje que es prácticamente como la misma mocedad en su visión más positiva: vertiginosa, osada, despreocupada, aventurera y curiosa.
Por momentos, las imágenes, el estilo y las transiciones de secuencias tienen un toque onírico, como si de un viaje de mochilazo se tratara, de esos dónde no importa el destino, solo en disfrutar el trayecto, como si estuviéramos sentados en un lugar confortante platicando con alguien cercano acerca de su vivencias pasadas y Paul fuera nuestro lóbulo frontal e insertara estas imágenes. Como si la juventud fuera un sueño cuál despertamos para vivir la fría y cruda realidad de la adultez. Con estos detalles a nivel visual, Anderson demuestra su calidad ¡GRANDE!
Una pizza un poco cruda
Si bien ya hablamos de los aspectos positivos de la cinta, Licore Pizza tiene un fallo en su escritura.
A lo largo de la película se nos presentan cuatro relatos que terminarán siendo el camino de la transición de la etapa adulta y el catalizador de la relación de nuestros personajes. Estos involucran a un actor joven, un actor viejo, un multimillonario y un político; el detalle es que al ser relatos antológicos hay historias que brillan mucho más que otras y por desgracia falta mayor cohesión entre ellas para darle un sentido de progresión al crecimiento de los personajes, por lo que al existir cierta inconsistencia provoca que las consecuencias de lo que acontece sea más producto de la personalidad de sus protagonistas que por la secuencia de los sucesos, por lo que le trama pierde fluidez y se queda un poco corta en el final, que se siente demasiado apresurado y desconectado.
Añadiendo a qué este se percibe demasiado cliché con la innovación en el género que proponía la historia, teniendo como resultado un desenlace anticlimático
Promesas en la actuación.
En cuestión de actuaciones, Alain Haim y Cooper Hoffman podrían ser las revelaciones del año, pues cumplen con cabalidad su actuación. El reparto de secundarios es destacable sobre todo Bradley Cooper como Jon Peters.
Referencias setenteras.
Resaltar también ese homenaje que la cinta le hace al cine clásico americano de principios de la setenta y con referencias correctamente colocadas desde William Holden, American Graffiti, Barbara Streisand hasta llegar a 007, incluso el soundtrack que va desde The Doors, David Bowie, Sonny & Cheer es acordé al sentido de la película.
Calificaciones
Guion: 2.6 – Tiene un buen diseño de personajes, pero su formato episódico la termina alejando de la perfección, siendo cuánto menos decente.
Dirección: 3.4 – De las mejores direcciones del año.
Actores: 1.8 – Nadie desentona, desde los talentos jóvenes hasta los consolidados.
Extras: 0.5 – El homenaje al cine clásico de los 70’s funciona.
Calificación: 8.3 – Buena
Por supuesto que está cinta va a generar polémica porque mucha gente pensará que Anderson no está contando nada y que la cinta es tomadura de pelo, pero la diferencia de PTA con respecto a otros realizadores que han utilizado el mismo estilismo son esos pequeños detalles que le imprime en escritura, dirección y por supuesto la maestría técnica que hacen que el espectador sea más activo visualmente en la trama y menos pasivo.
Con todo y sus bemoles, Licorice Pizza es un viaje casi onírico hacía tiempo más sencillos, porque quizás esas épocas no regresen y estemos condenados a vivir en una postmodernidad más complicada, pero que gracias a la magia del cine podemos de vez en cuando regresar al verano de la vida llamado juventud.
1 Comment
Y ahi es en donde yo veo uno de los duelos que gano PT Anderson, vencer a Wes Anderson en circunstancias un tanto similares por esa nominacion al Oscar, por ese guion original lleno de nostalgia y con episodios inconstantes, los dos pecan de eso, y en cierto modo me gusto mas la congruencia que Wes impuso en su historia (todo es una revista), mientras PT se pierde en esa inconstancia narrativa, ambas peliculas tienen un ritmo irregular (casi me hizo juicioso tener cafe y no palomitas en la mano) y senti que Wes merecia mas las nominaciones que se llevo PT este 2021… pero, bueno, Wes es mas incomprendido y son mis gustos