Longlegs: Atmósfera inquietante, guion titubeante
Siguiendo la misma línea en la que ha resurgido la figura de Nicolas Cage (después de tantos escándalos, problemas con hacienda y hacer muchas películas malas con tal de cubrir esa deuda con hacienda), el cine indie parece haberse convertido en el siguiente refugio para antiguas estrellas cuyo tiempo ya pasó y les está costando recibir trabajo en producciones de mayor presupuesto. Uno de los actores más exagerados, pero también de los más queridos ha recuperado algo del brillo con cintas como “Pig” o “Dream Scenario” y otros de menor calidad, pero muy divertidos (“Renfield”, “The Unbearable Weight of Massive Talent” o “Willy’s Wonderland”). Ahora se suma el thriller criminal “Longlegs”.
Hay que empezar por lo más evidente: esta cinta no propone nada nuevo ni tampoco innova en nada, ya que su historia no es más que una mezcla de “Silence of the Lambs” y “Twin Peaks” (con la diferencia de que aquí no hay un Hannibal Lecter que ayude a Clarice Starling). No obstante, la dirección de Oz Perkins toma varios elementos conocidos del género y los junta para darle su propia personalidad a una investigación criminal que contiene ciertos homenajes a la filmografía de Fincher (en específico, “Seven” y “Zodiac”). No es una película de terror como tal, más bien es un thriller con una atmósfera muy precavida, donde la constante niebla y la fotografía opaca causan incertidumbre a cada paso, lo que agrega cierto misticismo y evita que se vuelva predecible, lo cual habla bien de que aprovecha el estilismo que le es dado.
El problema yace al introducir el elemento sobrenatural, pues además de que lo usa como salida fácil para muchas situaciones, el miedo funciona mejor cuando sugiere las cosas que cuando las muestra. Explica un poco que Lee tiene habilidades clarividentes que la ayudan en el caso, pero no está bien aprovechado o explicado cuando introducen detalles relacionados al satanismo y las sectas. De hecho, toda la tensión y atmósfera creadas en el primer acto se arruina por completo en el momento que estos factores empiezan a tomar el lugar de preferencia, de modo que termina pareciéndose más a una entrega de la saga “The Conjuring” que a su intención original, por lo que a partir de este cambio la historia va cuesta abajo hasta desembocar en un desenlace confuso.
A pesar del desempeño de Maika Monroe en el protagónico y de Alicia Witt como la madre de Lee (que consigue un lavado de cara completo debido a un giro cerca del final que vuelve a su personaje inquietante y le da más capas, uno de los pocos aspectos positivos del cambio de perspectiva y tono que toma el guion), la realidad es que Nicolas Cage nuevamente se roba la cinta. Sale muy poco, cierto, pero se ha superado a sí mismo con una interpretación acomedida, sin complejos e inesperada, está totalmente irreconocible detrás de un maquillaje impecable y no tiene nada que envidiar a su clara inspiración de Buffalo Bill. Fácilmente lo mejor y más memorable de esta cinta.
Definitivamente una de las cintas más divisivas del año, pues es lenta a ratos, confusa en otros y no termina de definir qué quiere ser o a qué quiere pertenecer, y por más que se agradece ver de vuelta a Nick, quienes no soportan su conocida sobreactuación van a sufrir.
No obstante, la dirección y las actuaciones la levantan un poco y el aspecto técnico le da ventaja de poder ser llamativa en los visuales (aunque claro, no evitará que muchos la vean como otro ejemplo de estilo sobre sustancia). Preferible verla bajo discreción, pues no será efectiva para todos, pero considerando la baja calidad del año en cuestión, capaz y resalte por encima del promedio.