Los Croods y su buen viaje estilo LSD
¿Qué es lo que queda en las temporadas pos-Oscar? Como después de las tormentas, lo que se puede esperar es calma, nada de viento o bien nada: uno que otro intento de blockbuster con su objetivo puesto en el derroche del spring break, en nuestro caso, de Semana Santa y Pascua. Una especie de tortura hasta que algo de esperanza surja en Cannes et al. Entonces, esperando nada es como entré a la sala; supongo que así es como se reciben las sorpresas. Ésta fue grata.
Los Croods son una familia de cavernícolas: papá, mamá, primogénita, hijo, la bebé y abuela materna. Viven, claro está, en una cueva. Pero casi nunca salen de ella pues al patriarca, Grug, le aterra que algo le suceda a los suyos. Le temen a lo desconocido, a lo diferente, con excepción de Eep (la hija mayor). Es ella quien gracias a su curiosidad y rebeldía de adolescente encuentra a Guy, un muchacho convencido de que el mundo como lo conocen está cambiando y que para evitar morir debido a eso deben de moverse a tierras altas. Él los introducirá a eso que tanto evitan: lo nuevo, aunque Grug se opondrá en cada momento.
Las sorpresas comenzaron con los movimientos de cámara, orquestados por Chris Sanders (Lilo y Stitch) y Kirk De Micco, quienes además de dirigir, escribieron la historia. En momentos nos movemos con los personajes, no solamente ellos frente a nosotros. Pero lo realmente rico está en el uso del color y en la creación de personajes. Las criaturas que se inventaron para esta vieja era son dignas de admirarse, todas coloridas e interesantes. Y los paisajes hacen que quieras tocar todo lo que ves.
Hay pequeños detalles (literalmente) como la ceniza y el polvo, que hicieron que su servidor, a quien no le gustan tanto estas ondas de 3D, agradeciera que le entregaran unos lentes para ver la película. Este debería ser el propósito de este formato: enriquecer el material; y no sólo soltar por ahí un objeto que pareciera que te va a sacar un ojo y olvidarlo a los dos segundos. Para seguir con otro minutos después, y así sucesivamente.
El lado emocional reside en la relación entre la adolescente y su padre. Mientras que la comedia se basa en los viejos confiables problemas padre-hija púber y yerno-suegra, pero sospecho que esos no pasan de moda (clásicos, como los Picapiedra).
Puede que este se convierta en blockbuster de la temporada o no. Aún así, fue un buen viaje y honestamente espero que Los Croods emprendan el suyo hacia la próxima tormenta del Oscar. En dado caso, será largo y habrá que esperar por sus competidores.
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