Mad Max: De la Peor a la Mejor Película
Mad Max es uno de los títulos con más coherencia en la historia del cine; su juego de palabras puede remitir tanto al atormentado personaje en cuestión como a una referencia a la “máxima locura” de la que es parte todo su universo. Sin embargo, la saga creada por George Miller en 1979 va más allá de una simple exposición de acción demencial, choques y/o persecuciones , siendo una introspección a la violencia dentro de una base de ficción especulativa en la que se traza la extinción de toda la humanidad, ambiente en el que dicha locura puede ser el único aliado para sobrevivir a los embates de una raza sin nada que perder con elementos y objetivos que excusan el comportamiento y que incluso, para la función de la narrativa, sirven más como elementos macguffins para explayar el verdadero motif y concepto: La locura.
Llena de mitos y leyendas en cada uno de sus producciones, Mad Max es una saga perdurable que a lo largo de este tiempo se ha convertido en un afiche de la cultura pop gracias a su original trilogía y la actualización de la misma en los últimos 10 años, un producto serie b que le mostró al cine el mejor ejemplo de cómo hacer films sobre un concepto, y que ahora se han transformado en súper producciones ávidas por estrenarse desde Cannes hasta la esquina de tu casa. La franquicia rápidamente se tornó hacía el culto gracias a un irónico carisma de su personaje y a un desarrollo lleno de simpleza, pero al mismo tiempo de gran tensión y ritmo narrativo de parte de Miller.
A días de estrenarse comercialmente la quinta parte de esta saga (y que su servidor ya pudo ver), repasemos de la peor a la mejor película de Mad Max.
Mad Max Beyond Thunderdome (Miller, 1985)
El principal error radica en el guion y la dirección del mismo Miller, el cual inexplicablemente decidió arrebatarle no solo a Max lo “loco”, sino también a su relato, resultando en una catastrófica y forzada narración donde la trama sugiere a humanización de sus elementos, medula espinal del relato que acabó destruyendo ¡Todo! Si bien en la primera parte los errores acudían a justificarse a una inexperiencia disfrutable con movimientos fugaces de cámara, mala logística en la consecución de escenas y sobreactuaciones entrañables, aquí la pretensión narrativa hizo que estas mismas fallas no fueran nada divertidas, sino todo lo contrario. La aparición de Tina Turner es una buena curiosidad, pero como personaje es horrendo
Furiosa: A Mad Max Saga (Miller, 2024)
Un film llana y sencillamente ¡MEDIOCRE!, y que a lado de Fury Road es tremendamente decepcionante. Miller decide extirpar la acción para adentrarnos en un drama sobre el origen de la locura, y aunque el objetivo por estructurar y dar más trasfondo a su universo es entendible, la ejecución directiva no está a la altura de dicha pretensión. Con elementos e inclusión de personajes forzados y una duración que abusa de su redundancia argumental, las actuaciones de Anya Taylor-Joy y Chris Hemsworth son lo más rescatable de una aventura arrítmica, con tan solo dos secuencias de acción (muy buenas) y que incluso por momentos se torna aburrida, calificativo que debería ser el enemigo principal de toda la saga de Mad Max, y que aquí termina ganando
Mad Max (Miller, 1979)
Extraña y pequeña gran cinta de culto y referente de la ficción especulativa, y es que Miller decide filmar un prólogo, uno en el que la “locura máxima” y/o donde el “Mad Max” (ingenioso juego palabras) son creados a partir del resquebrajamiento de todo lazo que lo una al mundo moral y/o emocional. Realista desde su primer segundo, para crear este concepto, la destrucción de su héroe tendría que ser apegada a una idea de deshumanización, proyectada desde las salvajes carreteras de un inhóspito y cuasi apocalíptico continente australiano, lugar desolado que durante 80 minutos abraza la locura y la creación de este icono errante de la filmografía (y de un loco Mel). Rotundo éxito, la cinta costaría 350 mil, y recaudaría 10 millones USD
The Road Warrior (Miller, 1981)
El esquema es el mismo, pero el mundo ha cambiado. En este apocalipsis de arena y gasolina el director bosqueja a su guerrero como una sombra errante, un sobreviviente de la demencia que se ha maximizado a limites extravagantes; los hombres y mujeres ya no tienen forma, sino que son monstruos, caricaturas de sí mismos bajo máscaras que reflejan la locura y que esconden esa humanidad que al parecer se ha extinguido. En este perfecto arquetipo de antihéroe es imposible no pensar en un ejemplo de conjunción de géneros hasta ahora único: “sci-fi western”, una locura que solo George Miller podía concebir, cambiando de manera obvia el caballo y el pasado salvaje por el carro de un futuro desolador. Por cierto, Mel Gibson nunca ha tenido tanta presencia como aquí.
Mad Max: Fury Road (Miller, 2015)
Ida y vuelta, la simplicidad de su argumento le permitió a Miller llegar a Cannes ante el atónito suceso de ver “La Locura” pura y fielmente representada. No hay clemencia, de principio a fin la exposición apocalíptica y casi claustrofóbica del desierto sirven para una sencilla metáfora de dominio y segmentación social que rápidamente se convierte en un relato donde la especulación y la demencia han acabado con el mundo y la decencia del “ser” humano. El autor lleva al extremo esta deformación recurriendo a un grotesco nuevo orden, pero en esta ocasión amenazado por la fuerza de mayor tendencia, moda, crecimiento y poder actual: el poder y la belleza femenina en una de las más bellas formas y contextos en esta su nueva ola narrativa.