Major Grom: Plague Doctor, una Rusia en llamas
Alejándose por completo de su acostumbrada carga ideológica “progre”, Netflix agrega a su catálogo una muy inusual producción proveniente desde la Madre Rusia y que rompe con los esquemas actuales de corrección política y sobretodo, con los estereotipos que se nos han presentado hasta el cansancio con respecto a aquella inmensa y lejana nación.
En esta ocasión se trata de la segunda adaptación en pantalla y la primera en formato de largometraje del cómic ruso “Major Grom” (Artem Gabrelyanov y Evgeniy Fedotov, 2012-2016), que narra las aventuras de Igor Grom, detective del San Petersburgo actual, famoso por sus métodos poco ortodoxos, inteligencia y habilidad en artes marciales. Un “badass” de la Rusia postsoviética. Por supuesto que tratándose de una producción que involucra a los misteriosos y escalofriantes “Médicos De La Peste”, favoritos entre los entusiastas del medioevo y de los “cosplayers”, no me la podía perder ¿Qué tal lo hicieron?
¿De qué va?
El poco convencional detective Igor Grom enfrentará el caso más desafiante de su carrera al investigar el caso del Doctor Peste, un vigilante justiciero y asesino que viste como los famosos “Médicos De La Plaga” y que gusta de incinerar a sus adversarios en medio de un glamuroso y corrupto San Petersburgo.
Rusia entre balas y fuego.
El guion no pierde tiempo con historias de “origen” tratando de presentar el personaje a quienes no conocían el cómic y se mete de lleno a la acción, golpes, balazos y lanza llamas. Sin filosofías baratas, diálogos grandilocuentes o pretenciosos, se nos muestra un San Petersburgo glamuroso y una sociedad totalmente humanizada, a años luz de la Rusia que se nos ha mostrado siempre, llena de mafiosos, de vodka y de nostálgicos del comunismo con retratos de Lenin. Más que parecer Chernóbil, este San Petersburgo se asemeja a Gotham City o las ciudades que vemos en el “Arrowverse” de Warner/DC, y eso se agradece.
Pero ¿entretiene?
Las escenas de acción son genéricas, sin demasiada exageración pero decentemente vistosas. Aunque ocasionalmente lento, el guion tiene un buen ritmo y giros de tuerca bien colocados. La trama dista de ser original, ciertamente, con el clásico policía rebelde, el asistente atolondrado, la reportera intrépida y un personaje por ahí que recuerda al Lex Luthor de Jesse Eisenberg. No pasa de ser un buen divertimento dominguero con miras a secuelas pero sin demasiadas pretensiones.
¿Hay que verla?
Quienes anden en búsqueda de una trama poco convencional, cine “de arte” o giros demasiado inesperados, evítenla. Por otra parte, quienes deseen un buen churrito de acción para desconectar el cerebro y de paso alejarse de las producciones gringas y ver otras partes del mundo sin sesgos ideológicos sosos, adelante con esta película que se presta para una franquicia de entretenimiento puro.