Malacopa: El mismo cine borracho de siempre, pero más divertido que Videocine
Cuando se va a ver cine mexicano en contra de su voluntad (premier de prensa “Malacopa” a la que nadie de mis compañeros quiso ir… y bueno, en ocasiones hay que sacrificarse por la raza), desgraciadamente uno se prepara emocionalmente para sufrir con lo peor; estereotipos groseros y faltos de estructura, diálogos bobos y sin sentido, situaciones progresivamente incoherentes, actuaciones forzadas, desenlaces simplones, chistes de lavadero, todos ellos elementos presentes en la mayoría de los productos actuales de la industria fílmica mexicana, suscritos a un formato de humor y romance tele novelesco que a la larga solo desembocan en un entretenimiento de los más burdo y que incluso su servidor califica como de “anti fílmico”.
Heme ahí entonces entrando a la boca de este lobo podrido, preparándome con guarniciones y café (para no dormirme) y buscando un asiento cerca de la salida de emergencia para escaparme si la experiencia es demasiado dolorosa ¿Pero cuál fue mi sorpresa? Que a pesar de tener todos los abominables elementos antes suscritos (y quizá más), Malacopa, la tercera película de Armando Casas, es en teoría (pero no en práctica) no solo una de las mejores ideas argumentales dentro de toda esta bazofia de “cine sketch”, sino también la mejor propuesta de comedia barata mexicana actual que se van a encontrar en cartelera entre toda esa podredumbre llamada “Fiesta de Cine Mexicano” (excusando a 6 de las 17 proyectadas), solo que muy mal ejecutada, actuada, narrada y concluida.
¿Qué irónico no lo creen? Que este ejercicio similar a las producciones de Videocine, no sea de Videocine, no tenga “actores” de la paleta de Videocine, no está invitada a la “Fiesta del cine mexicano” de Videiocine, y aun así sea la mierda más agradable de ver entre toda la pila de cagada fílmica que abarrota las salas mexicanas hoy en día.
También es irónico que el mismo título del film sentencie todo lo malo que le pasa, y es que a pesar de tener una idea medular agradable (un prometedor, introvertido, tímido e inseguro arquitecto ve salir a su “otro yo” cuando se pone borracho, un don juan impulsivo, fiestero y muy extrovertido que le dificulta salir adelante en su trabajo y nuevo proyecto , pero que le ayuda a mejorar sus relaciones sociales), el pobre director se nos pone “Mala Copa” y no sabe relucir todas las ventajas y/o oportunidades que presenta su argumento.
Tal vez sea su poco talento venido de otros productos de igual o peor calaña televisiva, o bien las pocas virtudes actorales, los desdichados diálogos y fugaz trama con variados deus ex machina o la la “asiática”, la “buenona”, el gay, el amigo gamer, el ñoño y por supuesto el arquitecto y el “mala copa” para el chiste de doble sentido ¡O quizá todos juntos! Casas combina su falta de pericia narrativa y técnica con una trama que quiere ser comedia con agregados de thriller corporativo, algo inusual y sumamente arriesgado cuando obviamente no se cuenta con los dones artísticos suficientes.
Sin embargo (y créanme que no es fácil para mi decir esto), hay un par de accidentes que hacen de “Malacopa” una experiencia aguantable y por algunos momentos hasta extrañamente entretenida. En primera, su falta de “cuidado” en temas de inclusión o sociales, donde el director no tiene cuidado (así como en todas sus sub tramas) en cuidar el aspecto anti ecológico que promueve su film; propositivo o no, por idiota o porque simplemente no le interesó o se le olvidó, este aspecto hace que el film sea menos pretencioso y más llevadero.
En segundo lugar está la presencia del actor Luis Ernesto Franco, la otra personalidad, la “Malacopa”, que con su aparición consigue los mejores momentos del film, y que aunque suscrito a los mismas bobadas y falta de coherencia narrativa, consigue un par de escenas con diálogos y presencias muy divertidas que sin llegar a ser vulgares, si se cimientan en los modismos mexicanos para producir risas sinceras. Así mismo su aparición constante se convierte en un foco de morbo y/o atención, pues al ser lo más “atractivo” y/o divertido del film, crea una empatía también producto de la ironía o accidente al ser una “doble personalidad” que no necesita estructuración y por ende, ser totalmente identificable incluso como cualquier borracho de entre nosotros.
Malacopa así se convierte en lo “mejor” que podría aspirar a ser Videocine sin que eso signifique no salirse del peor tipo de cine mexicano en la actualidad, pero lo que más se le agradece a Armando Casas y a su buena idea de comedia muy mal ejecutada, es que a diferencia del chiste vulgar y sin sentido de Derbez y allegados, esta entretenida idiotez mantiene un humor por momentos elegante y hasta empático, en mucho gracias al “Malacopa”. De ahí en más todo es lo mismo, pero por lo menos barato que Videocine.