Maria Callas: La nota desafinada de Larraín Pablo
Larraín se ha caracterizado por tener una narrativa peculiar en el subgénero del biopic, rompiendo cualquier esquema convencional y tomando licencias poéticas en los retratos descritos. Navega entre la ficción y la realidad para demostrar el sufrimiento, pero a su vez explora el lado más humano de sus protagonistas, con el objetivo de ofrecer un retrato intimista. Esto se reflejó en sus anteriores cintas, como Jackie y Spencer, y este año llega el cierre de esta trilogía de retratos femeninos del siglo XXI con la famosa cantante de opera: Maria Callas.
A pesar de compartir muchos elementos con sus predecesoras, hay detalles que terminan por afectar el resultado final de Maria Callas. El nuevo biopic está basado específicamente en la última semana de vida de la cantante, transitando a través de sus memorias . Entre las licencias poéticas que se toma, hay un elemento fantástico en el cual la protagonista no sabe distinguir entre la realidad y la ficción, derivado de sus crisis existenciales y clínicas. Desde el primer plano, en palabras de la propia Maria Callas, se nos avisa que los hechos serán narrados entre esos dos terrenos: la existencia y la inventiva. Esta decisión rompe cualquier atisbo de duda que podría generar la historia y suena más a cuando explicas un chiste y este pierde la gracia. Esto sería perdonable si, a partir de aquí Maria Callas no volviera a mencionar esta regla, pero Larraín constantemente lo reitera, generando apatía por el rumbo que toma.
Los principales defectos del guion recaen en esta trampa : Knight y Larraín justifican el tránsito entre realidad y ficción bajo el pretexto de “todo lo que te cuento debes aceptarlo”. Esto da lugar a un collage de anécdotas poco articuladas y pobremente desarrolladas. Los eventos carecen de coherencia en escritura, exposición y objetivos claros.
Por ejemplo, durante la cinta se menciona que Aristóteles Onassis, quien tuvo un romance con Maria Callas, no apreciaba la ópera y la alejó de los escenarios. Sin embargo, esto solo se menciona de manera superficial a pesar de que es presentado como “el amor de su vida”; cómo el arco de Aristóteles, hay varios fragmentos de la vida de Callas desarrollados a medias de manera superficial y sin ninguna cohesión entre ellos y con algunas contradicciones. Los personajes secundarios son meros elementos decorativos, esto se agrava por un montaje que parece desordenado y confuso. Maria Callas se centra en un ciclo donde la protagonista recuerda un evento de su pasado, se reitera un tópico o fórmula, y vuelve al recuerdo.
Aunque estéticamente Maria Callas es una obra hermosa gracias al excelente manejo de cámara de Larraín, la fotografía se convierte en un obstáculo, pues al enaltecer el diseño de producción se crea una distancia emocional entre el espectador y el personaje. Por ejemplo y a diferencia de Spencer, donde los primeros planos y secuencias permitían una inmersión psicológica más empatica, Maria Callas se siente frívola.
Irónicamente, aunque Larrain quiere alejarse de la estructura típica de este subgénero, sus errores terminan por convertir a Maria Callas en una típica biografía que se sostiene por la fuerza interpretativa de Angelina Jolie. Su actuación encarna las emociones y matices del personaje, siendo un ejemplo los biopics diseñados como “carnada para el Óscar” (similar a Judy o The Iron Lady). Sin embargo, este enfoque subordina la historia al lucimiento actoral, lo cual resulta decepcionante frente a obras recientes que priorizan la narrativa sobre el protagonismo (Anora, The Substance).
Si conoces en profundidad la vida de Maria Callas, esta película puede resultar frustrante. Larraín omite explorar aspectos relevantes de su inspiración emocional como artista, centrándose más en episodios de su vida que en un perfil psicológico complejo. Aunque válido como adaptación libre, es decepcionante para quienes esperan un retrato más profundo.
Calificaciones:
- Guion: 1.4
- Dirección: 2.6
- Actuaciones: 1.8
- Extras: 0.4
Nota final: 6.2
¿Larraín no pudo concentrarse al trabajar en dos proyectos a la vez (El Conde y Maria Callas)? ¿Es una película de encargo para que Angelina Jolie gane un Óscar? ¿El estilo de biopics de Larraín ya agotó todos sus recursos? Sea cual sea la razón, un director que nos acostumbró a notas altas con Jackie y Spencer ha desafinado con Maria Callas, hasta el punto de dejar escapar un gallo.