‘Marrowbone’: El terror que tenía todo, pero lo dejó ir

Marrowbone, es el largometraje debut como director de Sergio G. Sánchez, reconocido por escribir el guión de El Orfanato de 2006, y The Impossible de 2012, además es producida por Juan Antonio Bayona, director de dichas cintas, de A Monster Calls de 2016, y de la próxima Jurassic World: Fallen Kingdom, por lo que parecería ser una producción sumamente interesante.

Y lo es, al menos por unos momentos. Su trama resulta simple dentro del género del terror: Una familia buscando refugio y un nuevo inicio en un antigua casa. La madre muere al poco tiempo de la llegada, dejando a Jack (George MacKay), el hijo mayor, a cargo de sus hermanos menores. Los cuatro hacen un juramento sobre siempre estar unidos y ser uno, además de cargar con el secreto de la muerte de su madre hasta que Jack cumpla los 21 años. Al grupo se le suma su vecina Allie (Anna Taylor-Joy), lo que empieza a generar una inestabilidad dentro del auto-exilio de los hermanos, empezando por Billy (Charlie Heaton), a quien de distinta manera se le suman su hermana Jane (Mia Goth) y el más pequeño, Sam (Matthew Stagg). Pareciera ser un bello pero complejo retrato familiar campirano, ambientado en 1969 en los Estados Unidos (aunque fue filmada en España y protagonizada por actores británicos), cuya estética nos recuerda a las cintas españolas antes mencionadas.

Por momentos el director nos da una línea narrativa muy parecida a la de un cuento, metiendo un narrador; “Nuestra historia comienza aquí”, y algunos elementos de fantasía. Ahí es cuando uno se anticipa a pensar que la casa está poseída por algún fantasma, hasta que vemos una bala atravesando una ventana del segundo piso… Seguido de un salto en el tiempo donde no sabemos qué pasó con los hermanos, cómo sobrevivieron, y de pronto la presencia fantasmal que anticipamos ya habita en la vivienda usando los espejos.

Es en ese punto donde viene un primer gran tropiezo, e irónicamente dentro del guión; El director comienza a introducir drama en base a un triángulo amoroso que se forma, y a la presión que ejerce uno de sus vértices, Tom (Kyle Soller), un joven abogado que está llevando el apartado legal de la casa. A lo que le suma lo necesario del suspenso para mezclarlo con el terror con algunos jump scares, pero cuando estos tres lados comienzan a amalgamar se genera una inconsistencia importante. Y si bien Sánchez nos da un par de plot twists muy efectivos que parecen encontrarle identidad a la cinta y sentar la naturaleza de la historia, de pronto es demasiado, por momentos se puede sentir que el mismo escritor quedó atrapado con tanto giro y subtramas que no eran necesarias.

Una gran idea central sobreexplotada, con adornos y elementos que tiran a lo barroco y que provocan decir la expresión “ya te pasaste, la hubieras dejado hasta ahí y estaría chingona”. Y aunque la película logra ser lo suficientemente tensa, inquietante y aterradora para complacer a los fans del género, aunque no a los más tradicionales, y George MacKay alcanza a darle el sustento suficiente al desarrollo para nunca caer en lo tedioso o aburrido… con un poco más de racionalidad en ciertos puntos, esta producción seguramente sería un nuevo clásico del terror.

Aclaro, no es una pésima película, de esas que uno se arrepiente de ver, por ahora, es como un bebé entre Split y The Others, y aunque definitivamente no es para todos, sí es una historia que merece ser vista y discutida.

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