Más Negro Que la Noche: Esperanzas Perdidas
Se los juro, amables lectores. Tenía la mínima esperanza de que esta película superase mis expectativas y así retractarme de mi negativo veredicto inicial cuando analicé el trailer. Por otra parte, es la primera vez que tengo el gusto de coincidir en el estudio de una pelicula con el apreciable colega Alex Waters, quien lapidó este filme. De haber tenido puntos de vista divergentes, aquello hubiese sido un divertidísimo e intenso debate… Lamentablemente, esta terrible película derivó más bien en una competencia entre Waters y un servidor sobre quién pulveriza más contundentemente este desafortunado refrito.
Más Negro que La Noche (Henry Bedwell, 2014) se trata de un remake homónimo de la película de 1975 de Carlos Enrique Taboada. Es el tercer intento por “actualizar” las obras de este director, especializado en el cine de terror y cuyo legado representa lo mejor del género que ha dado este país. Y es que si bien sus películas podrían o no, según la perspectiva de cada quien, ser consideradas “sublimes” o “clásicos”, tienen una innegable cualidad y que es indispensable en este género cinematográfico: Causar Terror. Y es precisamente en este aspecto que esta nueva versión pierde totalmente.
¿Por qué esta película destrozó mi corazón al aniquilar mis esperanzas? Veamos
Una fallida re exploración.
Más Negro que la Noche nos narra la historia de Greta (Zuria Vega), quien hereda la mansión y fortuna de una excéntrica y solitaria tía a quien había dejado de frecuentar años atrás, tras una tragedia familiar. Se mudará a a quella siniestra casona junto con sus roomies María (Adriana Louvier), Victoria (la española Ona Casamiquela) y Pilar (Eréndira Ibarra) y disfrutará de los bienes de su tía, sin más requisito que cuidar de Bequer, mascota de la fallecida, un horrible gato “más negro que la noche”. Las cuatro amigas se verán acosadas por una serie de eventos paranormales, relacionados con el pasado de Greta, la tía “Doña Macabra” y sobre todo con el condenado gato.
Esta nueva versión intenta explorar el pasado y justificar los motivos del espíritu chocarrero. Intento que resulta de todo fallido ante la gran cantidad de cabos sueltos que el filme va dejando regados entre gritos de las protagonistas. Más que intrigar al espectador, logra confundirlo o distraerlo. Las motivaciones de los entes paranormales resultan ambiguas, dejadas “a criterio”, lo que diluye definitivamente el disfrute de la cinta.
Molestos Estereotipos y Actuaciones de Festival de Escuela Primaria.
La película apuesta por un cliché al mejor estilo del “slasher movie” setentero y ochentero: Un asesino o fantasma diezmando adolescentes lujuriosos. Por otra parte, las cuatro protagonistas son un estático retrato de lo que se supone es la “nueva y liberada” mujer del siglo XXI, es decir, parranderas, tatuadas, drogadictas, promiscuas, malhabladas y novias de un par de pelagatos (el paleto de Jose María Torre y el perroflautas de Miguel Rodarte, a quien insisten en dar papeles de galan “cool” pese a parecer vendedor de La Merced). ¿En serio la sociedad se ha deteriorado tanto?
Así las cosas, las protagonistas cumplen con un doble cliché cinematográfico que además luce forzado y sobreactuado. Las actrices parecen esforzarse de sobre manera para pronunciar sus diálogos de adolescentes gilipollas y albures de kínder en su intento por representar a la supuestamente popular “niña mal” de la generación feisbuc-tuiter-guasap.
Las actuaciones, además de forzadas, son planas y casi caricaturizadas. Sin ser grandes actrices, las protagonistas han demostrado talento aceptable, que son incapaces de desplegar ante un guión tan pobre.
Por supuesto, no podía faltar la darketo-punketa que, al parecer, manifiesta sentimientos romáticos por la protagonista. Era menester incluir una “minoría”, no sea que se tildara a los productores de “intolerantes” o “excluyentes”. Eréndira Ibarra, actriz talentosa que se ha especializado en papeles sórdidos, aquí luce como una parodia de sí misma. Una sub trama que por una parte está de más y por otra no es lo suficientemente explorada.
Terror de Pastelazo
La única actuación rescatable de este batidillo corre a cargo de Margarita Sanz como la macabra ama de llaves. Lamentablemente se torna otra caricatura ya que el filme apusta por el susto barato basado en luces, sombras, sonidos y la aparición súbita de este sinestro personaje, tanto que termina causando risas involuntarias que es el elemento menos deseable en una película de terror.
Pinturas móviles, entes sobrenaturales que aparecen y desaparecen, fallas en el sistema eléctrico… Cierto, son elementos omnipresentes en el género de horror que sin embargo aquí son pobremente explotados.
La Niña (otra vez) y cabos sueltos al por mayor
En su momento lo dije y lo sostengo: Se ha introducido con calzador un personaje infantil fantasmagórico, en descarada concordancia con la moda de niñas espectrales impuesta por The Ring (2002).
Lo más grave del asunto es que este personaje, además de innecesariamente introducido, tiene una participación totalmente intrascendente. Tiempo fílmico terriblemente desperdiciado.
Este personaje tiene relación con el pasado de Greta, cuya relación previa con su tía del demonio prometía una interesante exploración ausente en la cinta original. No obstante, hay demasiada ambigüedad y superficialidad en el abordaje.
En Síntesis
Un par de sustos nada más. Cuatro bellas actrices que funcional como mera golosina visual a su vez disminuida por la necedad del guión de hacerlas comportarse como fresas malcriadas. Fatal humor involuntario y, para no dejar, una selección musical por completo inapropiada. Un absoluto desastre fílmico.
En cuanto al tan cacareado 3D, éste resulta casi tan malo como el de The Last Airbender… ni hablar.
El objetivo primordial, causar terror durante la proyección y pesadillas en los días posteriores, está muy lejos de lograrse. Ciertamente lo único terrorífico de Más Negro que la Noche es precisamente el cada vez más negro panorama cinematográfico nacional.
Créanme… yo esperaba retractarme.
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