Migration: Patos Patéticos… o la triste migración de Benjamin Renner.
Cuando una película no llega a ser superior a su trailer… estamos en un problema. Y este es el caso de “Patos”, como se le conoce en algunos países, o “Migración: Un viaje patas arriba” como se le nombró en otros. La nueva película de los estudios Illumination propone una travesía familiar, pero es víctima de los clichés narrativos, de personajes sosos y de situaciones forzadas.
Los primeros minutos nos dejan en claro que Mack, el sobreprotector patriarca de una familia mixta de patos, teme a todo aquello exterior a su idílico entorno, razón por la cual le parece impensable salir de su hogar y emprender (como todos los demás patos) una migración hacia el sur. Las razones para sus miedos nunca son esclarecidas (¿algún trauma en su pasado? ¿una simple aversión al riesgo?), sin embargo, animado por la visión de terminar como su patético, solitario y envejecido tío Dan, accede a los deseos de su esposa e hijos y emprende un viaje a la idílica Jamaica. En el camino, se enfrentarán con diversos obstáculos, mismos que van decreciendo en su intensidad e ingenio narrativo.
El mayor momento de tensión proviene de un par de cigüeñas envejecidas que invierten su papel de predadores por el de protectores, y en cuya secuencia se maneja una tensión interesante. Pero el resto de las situaciones se resuelven de manera demasiado simplonas, recurriendo a un montón de clichés, que pareciesen ideas recicladas de otras películas animadas que en años anteriores (o incluso en este mismo) nos han propuesto situaciones similares.
En adición, nunca se pone a prueba la unión familiar, por lo que el conflicto llega a ser inexistente, recargándose únicamente en sus antagonistas para crear situaciones de mediano suspenso. Y es justamente este uno de los puntos débiles, ya que el que se propone como el principal villano, un Chef con inspiración entre Gordon Ramsey y Salt Bae, resulta para nada interesante e incluso poco amenazador.
Patos resulta clara en su mensaje: sobreponerse a los temores y descubrir todo lo que el mundo tiene por ofrecer, pero este mensaje queda claro en los primeros minutos de la película, por lo que el resto del metraje se llega a sentir reiterativo. Las lecciones morales abundan, y habrá que reconocer que la película puede tener un appeal interesante para las audiencias prescolares, pero para el resto del público (particularmente para los adultos), resulta en extremo inconsecuente. Lejos estamos de lo disfrutable que han resultado otras películas del estudio, como Super Mario Bros., Sing, o las primeras entregas de Mi Villano Favorito.
Lamentablemente, y aún estando en manos de un director más que competente, como lo es el animador francés Benjamin Renner (quien nos regalara algunos años atrás la soberbia “Ernest & Celestine”), la película jamás termina de cuajar, haciéndonos extrañar la simpleza de los dibujos de sus películas anteriores. Su migración a américa ha sido infructuosa, el sello de Illumination se hace presente, pero esto resta tanto a la destreza narrativa de Renner como a la calidad de la animación en sí misma (nunca asumamos que por ser moderna y hecha por computadora resultará mejor).