Minions: The Rise of Gru ¡Vuelve la fiebre amarilla!
Los Minions tienen 22 años coexistiendo a lado de la humanidad. Y es que tras cinco películas, decenas de cortometrajes y un sinfín de mercancía, publicidad e imágenes por doquier, podemos afirmar que los pequeños seres amarillos son uno de los miembros más jóvenes dentro de la cultura pop. Un fenómeno interesante, pues su humor “screwball” (o de pastelazo), de tono inocente y de gag físico (e incluso en su adaptación al lenguaje latino haciendo uso del “albur”), los chaparros nos remontan al sketch manejado por seriales cómicos de antaño, tal como “Stan and Laurel” o “Los Tres Chiflados”, sin duda dos de los conglomerados más influyentes a la hora de su creación.
Si bien es cierto que aquella “Despicable Me” del 2010 fue una de esas sorpresivas joyas de la animación moderna, con una historia divertidísima, un soundtrack de primer nivel y personajes carismáticos en donde nadie desentona, la realidad es que “Illumination” nunca ha podido equiparar ese equilibrio entre calidad narrativa y entretenimiento. La razón es fácil de comprender, y esa es que los Minions, el principal activo, se salieron de control, siendo inclusos protagonistas accidentales de la segunda parte y teniendo un primer spin off desastroso (y que solo se recuerda por algunos clips que incluso fueron usados posteriormente para camañas de publicidad)
¿Cómo aminorar el hartazgo de esta fiebre amarilla? Dos estrategias; la primera, dejarlos descansar cinco años; la segunda, volver al origen de “Gru”, personaje con voz y carisma propios que en aquel 2010 hizo una excelente contraparte hacía con sus adorables secuaces amarillos.
Teniendo en cuenta el crecimiento de este monstruo mercantil y la propuesta de rescate hacía la pieza original, ni el guion, ni mucho menos la dirección, se salvan de todos los excesos visuales que se dejaron crecer a lo largo de 12 años ¡Ya lo sé! Son bolas amarillas absurdas con ojos diciendo tarugadas por doquier, pero a diferencia de sus primeros momentos en pantalla, sus últimos ejercicios, incluyendo este, parecen ser definidos por secuencias paródicas altamente exageradas que van creciendo en cuanto a intensidad. Esta decisión narrativa hace que de manera astuta, su público principal, los niños, se encuentren interesados y al pendiente de las progresivas y consecuentes locuras en el metraje, pero que tal vez a los adultos les haga echar de menos cierta simplicidad en bromas y gags mucho mejor manejados y que parecían incluso hasta espontáneas.
Esta contrariedad hace que “Minions: Rise of Gru” tenga un as bajo la manga, pues mientras es disfrutada por los infantes, es remembrada por sus padres, creando un espectáculo ágil, idiota, pero al fin y al cabo divertido para ambos públicos, en una amalgama de situaciones en donde se agradece la rapidez con la que los directores cuentan su historia.
Irónicamente, la mayor debilidad de la cinta vuelve a ser los “antagónicos”. Quizá se deba a que siendo un relato de villanos, el concepto del “malo” se pierde con propositivas irregularidades, pero esto en definitiva no es excusa para dejar de lado un mínimo de trasfondo en todos ellos (teniendo en cuenta que son seis).
Por otro lado, quizá el mayor valor del film se encuentre en la recreación de la época setentera, que fiel a su estilo, luce paródica y con excelentes referencias tanto visuales como musicales (la selección de piezas es exquisita en este último rubro).
“Minions: Rise of Gru” es la mejor secuela – precuela – spin off (como usted le quiera poner) de la saga, y aunque esto no es un “cumplido”, si es un acierto al establecer de manera ágil una unión e historia de origen hacía aquel “Villano Favorito”, ejerciendo de manera ágil no solo su nexo cronológico, sino también emocional en cuanto a la relación posterior de ambos protagonistas (Gru y sus minions).
¿Mi recomendación? Váyanla a ver con sus hijos(as), sobrinos(as), ahijados(as) o nietos(as). Les aseguro que ambas partes la disfrutarán