Mission: Impossible – The Final Reckoning: Barato cine de acción

Vivimos en tiempos donde a uno lo pueden timar cuando compra algún producto; si uno va al súper y compra queso, puede que sea una imitación con muchas grasas vegetales o poca leche; si uno compra jamón, puede que sea una imitación llena de almidón o de fécula de papa; y si uno va al cine a ver una película de acción, puede que sea Mission: Impossible – The Final Reckoning, una cinta que intenta ser un thriller político mezcla SF con La Caza del Octubre Rojo.

De entrada, si usted espera ver en Mission: Impossible – The Final Reckoning toneladas de acción, explosiones, trenes descarrilándose, persecuciones, como en gran parte de las entregas anteriores, le advertimos que hay poco de eso, un 20% de las pesadas tres horas, dejando el resto una mezcla entre melodrama tele novelesco y una remembranza nostálgica de la saga. Sí, es una fusión rancia de varios sabores que da como resultado una cinta mal añejada que por ningún lado se le agarra el sabor.

Y quizás muchos dirán “pero Misión Imposible es un thriller de espías y político”. Si bien la primera película, dirigida por el director Brian De Palma, tenía estos tintes, la franquicia de a poco fue tomando como base el género de acción y aventuras hasta volverse un poco más caótica y descerebrada. El reintroducirlo a un género que no es sencillo y que sí requiere un poco más de esfuerzo narrativo le viene muy mal a una saga que utiliza demasiadas conveniencias argumentales, que raya demasiado entre lo fantástico e inverosímil, y que a últimas fechas venía por preocuparse más por la espectacularidad de sus escenas que por su argumento.

Y es que, en contenido, Mission: Impossible – The Final Reckoning es prácticamente la misma receta que hemos visto en todas las anteriores (plot holes convenientes, deus ex machina), con la enorme diferencia de que se quiere tomar demasiado en serio con ese tono de melodramático. Como resultado, tenemos una película con una gran gama de diálogos que intentan ser profundos y reflexivos, buscando ese “momento icónico y memorable”, pero que en realidad se escuchan clichés y ridículos, o bien irónicos o graciosos.

Por otro lado, las escenas desesperadas por generar tensión fallan porque sabemos que, por algún deus ex machina, nuestro querido Ethan va a ser salvado, y porque sabemos que (salvo en alguna ocasión de la saga) su equipo siempre completa la misión. ¿Qué tensión puede haber en algo que sabes cómo va a terminar? Es por ese factor de certeza y de conveniencias al por mayor que el género de acción, casi con tendencias a la pomposidad, era el que mejor le quedaba. No era cómo iba a terminar, sino disfrutar de una montaña rusa de emociones aunque no tuvieran lógica ni sentido (un parque de diversiones, como diría Scorsese).

No conforme con eso, Mission: Impossible – The Final Reckoning decide anclarse por momentos a un melodrama existencialista, con reflexiones sacadas de un libro de Paulo Coelho, con un romance que a estas alturas se siente metido con mucho calzador, y con una nostalgia que termina por estorbar en el ritmo, especialmente con veinte mil flashbacks de las películas anteriores y el regreso de ciertos personajes o con conexiones hacia los mismos, que ya de por sí hacen más caótica la mezcla insípida visual y narrativamente, y que aportan nada o poco al desarrollo de los hechos.

Añadan un prólogo pesado que tarda en llegar al punto pasados ya 40 minutos, con una sobre explicación tanto de los eventos del pasado, como del funcionamiento de todos los elementos por venir (hay secuencias que hacen ver el reloj). Se entiende que el director quería que el público disfrutara del metraje sin tener ningún contexto previo, pero lo que ya no es entendible, y hasta cierto punto insultante, es la constante repetición de lo que acontece en el presente del filme. Nos quejamos demasiado del estilo de Netflix y streaming diseñado para que veas la cinta sin prestar atención, pero no hay dudas de que incluso el cine más clásico, especialmente en su modo blockbuster, carece en algunos casos de los mismos vicios.

Y a todo esto, ¿cómo está Tom Cruise? Sigue dando una buena actuación y se nota el esfuerzo que le pone a sus escenas, sin embargo, hay momentos en que se ha notado que ya le está pesando la edad (62 años) y que su despedida de la saga no es eminente, sino necesaria. Del resto del elenco, poco que decir, tanto para bien como para mal.

Calificaciones

  • Dirección: 1.6
  • Guion: 1.3
  • Actuaciones: 1.5
  • Extras: 0.4

Calificación final: 5.3

Mission: Impossible – The Final Reckoning es una despedida demasiado insípida y aburrida para uno de los personajes más icónicos de la cultura pop, y que, en un intento por regresar a sus ya lejanos orígenes, termina siendo un batidillo de estilos que, derivado de una formula narrativa repetitiva obtiene poca credibilidad. Si, es pretenciosa, pues pretende llevarse más a la boca de lo que puede masticar, y hubiera sido preferible de aquí a un millón de años luz ese tono divertido, relajado, fastuoso, aunque algo descerebrado que venía agarrando. Después de esto, si Tom Cruise quiere autodestruir la saga y no saber nada de ella, no habría ninguna queja.

PD: Díganle al James Bond de Daniel Craig que les regale un poco de los huevos que les hicieron falta para cerrar una saga de espías.

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Acerca del autor

El Cine Actuario   @maxpower_ar?s=09   facebook.com/dvclocblog

Actuario/Economista, Amante del Cine, Devoto de Dios, Intuitivo, Curioso, Rockero de corazón, Fanático de los Libros y del deporte de las tacleadas, quesero, colchonero, diablo rojo. "Las estadísticas son la forma en que las matemáticas cuentan las historias" "El arte es una ciencia y el trabajo del critico al igual que el del investigador es exponer sus axiomas y teoremas al mundo" "Estar de acuerdo, en no estar en desacuerdo es saludable"


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