Momentos favoritos del cine (cutre): El Clon de Hitler
Hablar del videohome mexicano, es referirse más allá de un formato, a lo que muchos consideran un hijo bastardo del cine tradicional ya sea al que se consigue en sobrecito de celofán afuera del metro o al que venden en tiendas de autoservicio por la módica cantidad de 20 pesos. Producciones de ínfima calidad cuyos títulos oscilan entre la referencia paródica burda (Jarry Putter) y la afirmación lepera matona (Soy el cabrón que buscabas), grabadas en tiempo récord y con un extenso público que celebra las dizque actuaciones de “estrellas” como Flavio Peniche, hermano incómodo del galán telenovelero Arturo Peniche, Guillermo Quintanilla, Agustín Bernal, John Solís, Eleazar García J.R, etc. Acompañados de pseudo actrices requeridas solo para hacer de víctimas o achichincles de estos misóginos antihéroes.
Dicho lo anterior, vámonos con la obra que nos atañe. Con título engañoso aparece en 2003 un despropósito total, “El clon de Hitler”, dirigido por Christian González, responsable de joyas como El mataviejitas, Rojo orgásmico y Narco Gay ¡Hágame usted el favor!
De los archivos secretos del Moshad surge esta historia, dicen. Cientos de niños fueron clonados con la sangre de Hitler, uno de ellos seguro nació en México, dicen. Pero no sé dejen engañar queridos lectores, a los dos minutos, la premisa fusilada de Los niños del Brasil (Franklin Schaffner, 1978) se diluye pues, todo se resume a que el protagonista (un tal Iván Nevelitchri) simplemente es un deschavetado que se siente la reencarnación del Fuhrer. No hay más.
En una máster class de cómo no se debe hacer una película, el realizador comete toda una serie de pifias, algunas de risa loca y la mayoría de pena ajena. El Hitler, presume su bigotito, anda muy relamido y porta una svastica pegada con diurex en la espalda, mientras deambula por el barrio acompañado del tragón compulsivo apodado “el gatopardo”. Cabe aclarar, este remedo de nazi no odia a los judíos, con quienes trae pleito casado es con los cholos y todo por ver quién se apodera del control de los mercados. Apología de la delincuencia, sello característico del género donde el protagonista lacra y los policías encargados de atraparlo son igual de tracalas, un punto a favor por su verosimilitud en ese sentido. Pasan los minutos y nos enteramos que el Hitler acaba de salir del fresco bote, va a su casa para encontrarse con su mujer quien le dobla la edad mientras que, las hijas parecen sus hermanas. La más locochona de ellas mantiene una relación con un raterillo (el ya citado Flavio Peniche con sonsonete naco) deseoso no solo de enseñarle el arte de atracar sino también de beneficiarse con su cuerpecito espiritiflautico, de la misma forma en que lo hace un judicial con la señora del Hitler, pretexto de estar cerca del malandro.
Pero lo mejor o lo peor, está por venir. El Hitler se reúne con su comadre “La Rusa”, doña que no solo lidera comerciantes, también vende pollo y lo más insólito ¡Es santera! Le avienta las cartas y acto seguido al Fuhrer de la Bondojo, se le vienen a la mente los recuerdos de cómo perdió un hijo, para después tener fantasías eróticas con sus propias hijas, muy freudiano el asunto.
El Hitler nombra administrador del negocio del placer al vago Fierritos (Alan Ciangherotti “Changueroti” ponen en los créditos jajaja) para después invitar a toda la banda a comerse un tremendo trozo de carne cruda en la calle. Lo sé, no tiene ningún sentido, como tampoco tiene sentido que pierdan su tiempo viéndola, por eso yo sé las estoy contando.
Finalmente el Hitler le da sus cuerazos a la hija por haberle entregado el tesorito al guarrazo Peniche. Para después, ser atrapado, ajusticiado y mandado al otro mundo mientras se insertan algunas escenas reales de los campos de concentración. Poesía pura; no es cierto, onirismo de tres varos.
Querido lector, me quedó con la frase contundente del Hitler en diálogo churrigueresco y políticamente incorrecto tras fallar uno de sus secuaces.
- Papá ¿Tú crees que un día lleguemos a conquistar el mundo?
- ¡Con estos totonacas va a estar cabrón!