Momentos Favoritos del Cine: El Increíble Hombre Menguante

Mientras viaja en un yate por alta mar en compañía de su esposa, Scott Carey (Grant Williams) es envuelto por una extraña bruma que deja impregnadas en su cuerpo unas partículas de origen desconocido. Al paso de unos meses, Scott nota una inexplicable pérdida de peso acompañada de una progresiva disminución de estatura.

El insólito suceso convierte a Scott en una persona del tamaño de un muñeco que sigue reduciéndose de forma inevitable, sin que la ciencia sea capaz de revertir el proceso para regresarlo a su estado normal. El diminuto hombre debe adaptarse a vivir en un mundo de gigantes, lugar donde por ser el único en su especie no tiene cabida, llegando a cuestionar el sentido de su existencia.

La habilidad para sobrevivir del individuo acostumbrado a las comodidades de la modernidad y del mundo civilizado, es puesta a prueba cuando queda expuesto a “graves” peligros como ser atacado por una araña, caer de una mesa o escapar de las garras de un gato.

Los notables efectos especiales, escenografía, iluminación, trucos de cámara y la fabricación de objetos a gran escala, hicieron creíble la aventura del moderno Gulliver en 1957.

El escritor Richard Matheson ingresó con el pie derecho al mundo del celuloide con la adaptación de su novela The incredible shrinking man. En los años cincuenta, el horror de la Segunda Guerra Mundial se mantenía latente en una colectividad que no olvidaba las consecuencias de la radiación provocada por el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki; la generación posterior nacería con graves deformaciones, siendo los mismos cineastas orientales quienes no dudarían en explotar el tema de los mutantes radioactivos como se vería en Godzilla (1954).

El increíble hombre menguante retoma el tema de la mutación y lo convierte a su vez, en una inteligente metáfora sobre la fragilidad y la pequeñez del hombre en el universo. Así mismo, reflexiona a propósito de una de las más grandes inquietudes compartida por la raza humana: La soledad como consecuencia del aislamiento.

La no complacencia del director Jack Arnold, quien hubiera podido filmar un happy end devolviendo al protagonista a su estado normal para beneplácito del espectador menos exigente y más rutinario, fue la clave para convertir la película en un clásico.

El monólogo final desde una perspectiva teológica y filosófica, es la respuesta a la que quizá es la pregunta más antigua en la historia de la humanidad. Para la creación no existen límites temporales ni espaciales, la concepción del universo tal y como creemos conocerlo, es la del hombre no la de la naturaleza.

Más allá de las creencias religiosas de cada espectador, la película cuenta con una de las conclusiones más emotivas en la historia del cine de ciencia ficción.

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Acerca del autor

Flaco Cachubi     blogcinefantastico.blogspot.mx/

Amante del séptimo arte desde que tiene memoria o lo que es lo mismo desde que vio Superman. Sus géneros favoritos son el horror, la fantasía y la ciencia ficción. Ferviente admirador de Hitchcock y asiduo lector de Stephen King. El cine de luchadores, su máximo placer culposo. Se describe a sí mismo como un ser viviente que cultiva su mente, para ser un cadáver muy culto.


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