Momentos Favoritos del Cine: First Wives Club
Es 1996, y el tema del divorcio se está normalizando. Si bien en los años 70 y 80 eran pocas las parejas que oficializaban su separación matrimonial, para los años 90 es más común escuchar hablar del divorcio, ya sea de familiares o de los papás de compañeros de la escuela. Recuerdo con precisión, también, los pósters de ‘El Club de las Divorciadas’ -título con el que se conoció a First Wives Club en México- por la ciudad: tres señoras de negro -que hasta mucho después supe que eran Diane Keaton, Bette Midler y Goldie Hawn- sentadas con sonrisas en el rostro y cigarros en mano. It was the 90s, after all.
20 años después, la encuentro en línea por casualidad, y me divierte muchísimo: tres ex-mejores amigas -una ama de casa que apoyó a su marido con la empresa familiar, una ex-publicista y una actriz de Hollywood- se reúnen después de 20 años por el sucidio de su cuarta mejor amiga -la magnífica Stockard Channing-, descubren que a las tres las han dejado por mujeres más jóvenes, y deciden planear su venganza. Durante los 100 minutos de la película, se mencionan diferentes temas relevantes de la década sin desarrollar a fondo ninguno: la pérdida de identidad al llegar a la mediana edad, enfrentar la nueva soltería, los celos por la nueva novia del ex-marido, la ansiedad por ya no ser considerada atractiva, el botox y las cirugías, el buscar tenerlo-todo -que ahora le llaman “empoderamiento femenino”-, reconectarse con amigas, y hacer de un proyecto de venganza algo mucho más profundo y con efectos positivos para el resto de la comunidad. Sí, la película tiene poca sustancia, pero es divertida considerando que es una reliquia de su tiempo, y las actuaciones y química del trío protagónico la vuelven un clásico.
Mi momento favorito de la película ocurre casi al final. Si no la han visto -y por alguna razón odian los spoilers de cualquier tipo y no soportan ni siquiera saber de breves cameos que mejoran la película-, sugiero vayan a verla primero a Netflix y luego regresen. Las señoras cumplen sus objetivos, y celebran su logro, con trajes satre blancos y los collares de perla que su difunta amiga les regaló hace décadas. Una guapa señora rubia vestida de negro con joyería de incalculable valor cruza la pantalla, y el personaje de Hawn la llama, seguida de los de Keaton y Midler. “¡Ivanna! Muchísimas gracias por venir”. La señora se da la vuelta, y es Ivanna Trump, recién divorciada de su nefasto marido, magnate hotelero, y feliz por haber logrado un divorcio sumamente benéfico para ella. (Honestamente, su ex le debía mucho más después de todo lo que le hizo, pero lo importante es que ella quedó muy tranquila). Con una bellísima sonrisa, les aconseja que sean mujeres fuertes e independientes, y les recuerda algo crucial: “no se enojen, quédense con todo”.