Momentos Favoritos del Cine: “La Leyenda de 1900”
Lo que originalmente iba a ser una mención en el Top de “Las 20 Mejores Películas sobre Música y Músicos” que salió hoy más temprano, se convirtió en este Momento Favorito del Cine debido a que inconscientemente me explayé mucho más allá de la longitud solicitada por el cariño que le tengo a esta obra cinematográfica, de la cual extraigo hoy dos momentos favoritos. Voy a ser honestos con ustedes, a mis 12 años esta fue la primer película que en verdad me conmovió hasta la lágrima. Ni la muerte de Mufasa ni la de la madre de Bambi me pegaron tan feo. Como dice Chandler de Friends “sólo dejaron de dibujarlos”. Viéndolo en retrospectiva, tal vez ya estaba viendo el cine con un poco más de madurez y podía empatizar más con los personajes, pero en ese momento no sabía qué rayos me pasaba ni por qué un pianista llamado 1900 estaba a punto de hacerme llorar.
Siendo el primer film que el director italiano Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso) hizo en inglés, nos presenta la historia de un extraordinario pianista (interpretado magníficamente por Tim Roth) que nació y fue abandonado el 1o de enero de 1900, el primer día del siglo XX, a bordo del barco de lujo SS Virginian, que también transportaba inmigrantes. Encontrado por un carismático carbonero en el salón de fiestas, lo adopta como suyo y lo bautiza con el trabalenguas de Danny Boodman T. D. Lemon 1900 (una combinación de su nombre, la publicidad de la caja donde lo halló y el año). El niño crece feliz con su familia adoptiva de obreros en la sala de calderas y su talento nato para el piano se manifiesta tras una tragedia. A través de los años, 1900 vive dándole infinidad de vueltas al Atlántico como el pianista de la orquesta del barco, sin haber puesto nunca un pie en tierra firme durante su vida. Un buen día, la orquesta contrata a un nuevo trompetista llamado Max (Pruitt Taylor Vince), que forjará una gran amistad con 1900 y será el narrador de los siguientes eventos en la vida del músico del Transatlántico.
Como es de esperarse, la música es de suma importancia ya que dota de magia a esta historia y nos trae el primer momento favorito en una sublime secuencia de 1900 tocando durante una tormenta, dejando que el piano baile y se mueva como le plazca a todo lo largo y ancho del gran salón de fiestas, siguiendo el ritmo del buque y de las olas que lo mecen violentamente. Un muy mareado Max no puede dejar de gritarle a 1900 que detenga el piano por el amor de Dios, salvándose varias veces por un pelo de estrellarse contra los muros. Este contraste atmosférico entre un mundo hostil y agresivo contra un sonriente músico que toca una alegre melodía, nos brinda una grandiosa introducción al personaje en su etapa adulta. Podemos ver que nadie le ha robado su carismática manera de ver la vida.
Pero eso es nada comparado con el segundo gran momento favorito que nos da Tornatore: el duelo de habilidades musicales, a mediados del film, entre 1900 y Jelly Roll Morton, un arrogante músico (que en verdad existió) que afirmaba haber sido el creador del jazz. El rumor del talentoso pianista del SS Virginian llegó a oídos de Jelly y, como era imposible que alguien fuera mejor que él, compró su boleto para abordar el barco específicamente para hacer añicos y humillar a nuestro héroe. El combate atrae a toda la gente que se encontraba abordo y hasta a la prensa. Después de varios insultos por parte del jazzista y de dos primeros rounds que dejan muy mal parado a 1900, quien hasta ese momento había tenido un buen espíritu y había admitido que Jelly era mejor que él, halla la inspiración que necesita para la tercera pieza gracias a la exasperante arrogancia de su oponente. Como si tuviera 8 brazos, toca una rápida pieza que cada vez se va volviendo más compleja. La gente se queda anonada conforme avanza la melodía y caen en una especie de trance dirigido al pianista. La cara de Jelly en ese momento no tiene precio. De golpe, 1900 termina de tocar, se levanta y enciende un cigarro usando el calor generado por las cuerdas del piano. El shock de la audiencia cambia por una ronda de aplausos, declarándolo ganador y alabándolo como un héroe. La frase “¿qué es un dios para un ateo?” tiene todo el sentido con esta grandiosa secuencia, cuyos 20 minutos de duración ni se perciben y dan pie a aún más acontecimientos en la vida del pianista.
El soundtrack puede llevarnos de la alegría a la emoción y hasta la melancolía con un par de notas. Las bellas melodías que componen el score y que brotan de las manos de 1900, fueron compuestas por el maestrazo Ennio Morricone, ganando por ellas un Globo de Oro. Todos los aspectos de este film lucen, como el vestuario, la cinematografía y el guión. A pesar de estar enteramente en inglés y con actores de Hollywood, Tornatore no pierde su esencia y se sigue sintiendo como un largometraje puramente italiano.
Con “La leyenda de 1900” no puedo ser neutral, me encanta y conmueve cada vez que lo veo. 1900 no es un héroe típico, su mundo es pequeño y aquel que está afuera le ocasiona vértigo y ansiedad, ¿a quién no?. Sin embargo, su manera tan zen de ver la vida es lo que lo hace verdaderamente fuerte, entrañable y muy pinche heroico. Definitivamente, un largometraje que debe verse y sentirse en cada cuadro.