Momentos Favoritos del Cine: Obi-Wan es tentado por el Lado Oscuro de la Fuerza
Las precuelas de Star Wars fueron horribles, tres esperpentos fílmicos que han desquebrajado la mitología bajo el uso de excesivos efectos especiales, personajes absurdos, sobreactuaciones y montaje melodramáticos, argumentos sin coherencia y los más agravante, la estructuración de un “anti héroe”, el mayor símbolo de la saga, bajo las características del mero capricho o berrinche para transformar su ridícula bondad en una maldad inverosímil dado los niveles de sus actos.
Ya todos sabemos que pasó (Además de que George Lucas es un imbécil para la dirección), aun cuando debió serlo, el tratamiento de la fugaz historia no fue suficiente para el director y guionista para poder delimitar correctamente a la mayoría de sus personajes. Esto nos habla de una carencia no solo en ritmo, desarrollos y labor histriónica, sino también de un estado casi demencial donde los libretos en lugar de cohesionarse con la trilogía original prefirieron quedarse como un extensa plataforma de cuestionamientos que rompieron la lógica interna de toda la saga.
Pero aunque ustedes no lo crean, no todo fue malo en las precuelas. En los recientes días su servidor ha analizado estas a fondo (Después de aproximadamente 5 años de no verlas) y ha encontrado que el choque entre el lado luminoso y el oscuro de alguna manera puede solventar algunos 30 minutos de calidad de entre todas las 7 horas aproximadas de duración. Así, mientras que en el Episodio 1 tenemos la presencia de los sith y la batalla de sables en Naboo, en el Episodio II tenemos un personaje insignia que en cada una de sus apariciones levanta el nivel actoral y el relato en general, por supuesto, estamos hablando de un sith, por supuesto estamos hablando del acaecido Christopher Lee ¡Por supuesto! Estamos hablando de un fugaz pero extraordinario Conde Dooku, quizá el mejor personaje de las precuelas (Del Episodio III no hablamos, ese si es una reverenda cagada en todo pasando sus primeros 20 minutos).
A 16 días de su estreno, recordemos el parque por alguna extraña razón hace 13 años los fanáticos nos quedábamos viendo The Attack of the Clones (2002) sin quejarnos de todas sus sandeces. El intento de Lucas por hacer a este segundo capítulo un thriller funciona en cierta manera dentro de la perspectiva del lado oscuro gracias al misterio de la identidad de los villanos; se nos presenta así a un nuevo personaje, un Jedi renegado llamado Dooku, el cual en nuestro momento favorito del día de hoy revela a un abatido Obi Wan que la República está siendo controlada por los señores oscuros, y como todo Sith, intenta en este diálogo convencer y tentar al joven Maestro Jedi para unirse a él y destruir la corrupción.
El diálogo y la interacción entre los dos histriones en escena son interesantes. Lee concede un favor a McGregor para que su cansino y por momentos insoportable personaje pueda lucir a pesar de su posición rígida (Lo cual poco importa dada la rigidez de los personajes en los 3 films), no gracias al talento de este, sino a la concepción del villano de parte de un veterano y extraordinario actor comercial como lo fue Lee, el cual hace a Dooku uno de los pocos personajes creíbles, mas “cool”, con mayor presencia y hasta empáticos de la segunda saga. Un buen momento:
Los Jedis por supuesto según Lucas son una bola de ineptos que ni diciéndoles está información hacen algo para detener a la maldad (Véase final de Episodio II y todo el III), pero ya ni llorar es bueno y mejor quedémonos con lo poco bueno de una trilogía para el olvido y que esperemos, no tenga remanentes en esta nueva etapa
In Abrams we trust