Momentos Favoritos del Cine: Rocky
Casi 50 años, y aún no hay secuencia dentro del drama deportivo que supere el montaje llamado “Going to Distance” de Rocky, para su servidor, una de las fusiones visuales – musicales más bellas, pasionales y perfectas que haya engendrado el cine de la mano del director John G. Avildsen y el maestro compositor Bill Conti.
Existen varios factores a considerar del porqué de esta afirmación. El primero, es que estamos en el clímax del filme, un montaje de rounds dentro del cuadrilátero de box donde todo deja de ser un show para Apollo y una oportunidad para Rocky, convirtiéndose a partir de este momento en una rivalidad, en una verdadera competencia, en un sentimiento constante y recíproco de incertidumbre, fuerza, resiliencia y frustración por parte de ambos contendientes, y en donde se deja atrás toda la narrativa dramática para, con un grado de intensidad altísima, dejar al espectador con sensaciones a flor de piel que pocas veces han sido tan emocionantes dentro del cine.
La conjunción con las notas de dicha melodía van de la mano con la tensión creciente en pantalla, las cuáles nos llevan a la caída y levantamiento de Rocky de la lona. Hay una magia muy particular en esta escena, que también se da gracias al abordaje dramático de Carl Weathers y Stallone, en la que sabemos que Rocky no ganará, pero que nunca se rendirá, confirmación que se da con ese primer plano majestuoso de Creed viendo al semental italiano levantarse y retándolo a seguir con la pelea, pero lo que viene a continuación es increíble, demasiado cine, y en donde Conti eleva de nuevo la tensión, va apagando sus violines y deja paso a la llamada “Final Bell”, dejando en claro que esto aún no termina.
Nuestro momento favorito del cine:
No tengan pena en derramar una lágrima, y es que lo emocionante de esta secuencia no ha podido ser igualada por ningún filme del subgénero del drama – deportivo, ni mucho menos replicada en todas las secuelas de Rocky. Estos dos minutos y medio merecían por si solos el Oscar a mejor película, uno justo e infravalorado, tomando en cuenta no solo la importancia cultural en el que se ha convertido Rocky como símbolo americano, sino también aceptando su maestría narrativa que de manera progresiva construye a uno de los mayores íconos del deporte y de la fortaleza, quizá el más grande “underdog” del séptimo arte.
Les dejo la pieza original de Bill Conti, y a continuación quizá la mejor versión en orquesta del tema a cargo de la Korean Pop Orchestra. Y si, se vale llorar nuevamente