Momentos Favoritos del Cine: She’s a Super Freak!
La magia del cine se encuentra dentro de esos momentos que nos sorprenden totalmente al contar con una dosis justa de empatía que sobresale del contexto en que se ven envueltas las demás partes de la cinta, dichos momentos nos confrontan con emociones (de ira, alegría, tristeza, aversión, conmoción; dependiendo del caso, por supuesto) que muy aparte de cualquiera de la que se trate, se impregnan en nuestra memoria de tal manera que su efecto no sea otro que el tal vez entonces vago pensamiento “qué bello es el cine”, se cruce por nuestra mente aunque sea por un breve instante.
Y entonces hágame aquí, no como un martes cualquiera, sino como ¡un martes de momento favorito del cine! El espacio donde nosotros los autores tenemos la oportunidad de compartir una de esas secuencias que invariablemente nos producen esa sensación de inquietud y encanto que nos hace amar el cine. Empiezo hablando del filme, una propuesta que encuentra dentro de su excentricismo su genialidad, exactamente hablando de la cinta Little Miss Sunshine (Jonathan Daython/Valerie Faris, 2006), tratándose este una familia disfuncional que viaja desde Albuquerque, Nuevo México hasta Redondo Beach, California con la única intención de que la integrante más pequeña, una niña de 7 años, participe en un concurso de belleza infantil.
Con un humor negro brillante, los peculiares personajes de esta singular familia, todos completamente distintos entre sí, envuelven en una serie de situaciones por demás hilarantes que se van suscitando durante el transcurso del viaje hacia el concurso de belleza en el que la pequeña Olive (Abigail Breslin) participará y en el cual demostrará su talento por el baile, el cual presume y que su abuelo ha ayudado a desarrollar. Y será esto precisamente lo que resultará un misterio a lo largo de la cinta, esa tan especial rutina de baile que Olive ha estado practicando durante semanas y que no somos capaces de apreciar hasta casi los últimos minutos de la película.
Entonces llegamos a nuestro momento favorito: la singular rutina, esa que su abuelo Edwin (Alan Arkin), un drogadicto, adicto al porno y grosero personaje, recién expulsado de un asilo de ancianos, le ha enseñado a la inocente criatura, quien envuelta en una competición superficial y absurda a la que no pertenece en lo absoluto, encuentra el carácter suficiente para aparecer en el escenario y ofrecernos uno de los actos más espléndidos y divertidos en la historia del cine que terminará con una inesperada incursión de toda la familia, esto encabezado por el carisma de la entonces joven actriz y acompañada de la canción Super Freak de Rick James.
No puedo evitar atacarme de risa, no importa cuántas veces la vea, una escena ingeniosa con todo y obvias improvisaciones. Pero la pregunta final es, ¿quién es el más freak de todos? 😉
3 Comments
Amo esta película, me parece perfecta de principio a fin, con personajes que debiendo ser odiosos resultan entrañables y esa escena final es de carcajada limpia.
Es que uno encuentra lo disfrutable en el excentricismo de los personajes que es como una burla a todos los estereotipos que existen. Sin duda una película genial con una escena final memorable :).