Momentos Favoritos del Cine: Soy un fantasma que sigue vivo
Dicen que las buenas intenciones son la carretera al infierno y creo que Arriaga (cuando era chido) e Iñárritu lo demuestra en el cierre de ésta gran película. Con este momento favorito vemos uno de los momentos más dolorosos del personaje mejor estructurado y rodeado de un aura de misterio, el dichoso Chivo, de quien sólo sabemos un par de datos como que alguna vez tuvo una familia y que fue uno de los integrantes del movimiento comunista que sonaban muy fuertes por aquellos añosde los 70. A lo largo del metraje vemos su pericia fría y calculadora a la hora de cometer cualquier crimen que se le encomiende siempre y cuando se le pague bien, aparte cuida perros callejeros para que la gente no crea que es tan malo; pero cuando llega ésta escena casi al final, es cuando vemos quien es en realidad y es casi imposible no empatizar con el cruel asesino y hasta sentir lástima por su caso.
Un poderoso diálogo con su hija, un hombre que admite haber errado garrafalmente y pide el perdón del único ser que le importa y el único en el que puede encontrar la redención a su desviado camino. Esta cinta fue mi segundo contacto con el cine de autor, (la primera fue a los 16 años viendo Kolya) y la verdad de todas las historias aquí contadas, esta fue la mejor para mí, la más fuerte, la más humana, la más completa.
Un momento adecuado para el mes del padre, como decía el Fett, los cuales tienen las relaciones más difíciles por su situación en la familia y como su figura se ha venido abajo al generalizar las malas actitudes que muchos pero no de todos. He aquí el hombre que creyó servir a un ideal mayor para terminar en el peor de los destinos y que a pesar de todo lo único que sabe hacer, es lo mismo que ha hecho desde que se fue, causar dolor a su hija.
Otro ejemplo de lo difícil que es una relación paternal
¡Hasta la próxima!
