Momentos Favoritos del Cine: Superman de Richard Donner
Es un pájaro, es un avión, no… ¡Es Superman!
Hoy queridos lectores, me permito dedicar el miércoles de Momentos Favoritos del cine a la película causante de que éste humilde cinéfilo se enamorara del séptimo arte cuando apenas comenzaba a tener uso de razón.
Creado a finales de los años 30 por Jerry Siegel y Joe Shuster como una figura cuasi-religiosa, mitológica y patriotera, el hijo de Kriptón, se convirtió en manos de Richard Donner en la representación más fiel de la historieta publicada por DC Comics.
¿Para qué meterse en vericuetos y buscarle tres pies al gato a una anécdota ya por todos conocida? Lo importante, ya una vez acomodados en la butaca, no era ver el qué sino el cómo. Sabíamos que Kal-El, ante la inminente destrucción de su planeta sería enviado por sus padres biológicos a la tierra, pero queríamos saber cómo sería mostrado ese Kriptón y a nadie decepcionó. Las escenografías de John Barry (homónimo del compositor) nos transportan hasta a un mundo de cristal-hielo, que por razones obvias, nos permite entender por qué la fortaleza de Superman se encuentra en el Polo norte.
Al igual que en los comics, el color jugó un papel fundamental en la narrativa visual de la cinta. Desde la primera escena aparece Jor-El (Un Marlon Brando soberbio, para no variar), como símbolo de justicia, vistiendo un blanco casi celestial, mientras que los atuendos oscuros son propios del mal encarnado por el General Zod (Terrence Stamp) y sus secuaces. Y entre esos colores neutrales, resalta el intenso azul y rojo de la tela, con la que Lara (Susannah York) envuelve a su hijo, figura mesiánica, protagonista de una historia que desde la secuencia de créditos con la música de fondo compuesta por John Williams, promete ser épica.
Mario Puzo, otrora autor y guionista de El padrino, consigue lo que pocos guionistas del cine de superhéroes han logrado, trasladar la esencia fantástica de las historietas a la pantalla grande, sin aburrir a los espectadores con rebuscados y pretenciosos conceptos científicos y/o filosóficos.
Después vendrá la génesis del héroe, ese viaje iniciático de autoconocimiento, en el que Clark Kent descubre sus súper poderes poniéndolos en práctica en una serie de divertidas situaciones que echan a volar la imaginación del espectador ¿Quién no quisiera ser capaz de surcar el cielo de su ciudad o tener una vista de rayos X? Claro que, también está la parte sentimental, no utilizada como recurso lacrimógeno como en Man of Steel (2013), sino para testimoniar que Clark Kent es tan sensible como cualquier terrestre.
Con ese sentido del bien, la justicia y la moral, heredado por sus padres biológicos e inculcado por Jonathan y Martha Kent, Clark está listo para abandonar Smalville e iniciar la etapa adulta en Metrópolis, urbe cosmopolita en donde curiosamente se encuentran el Empire State y la Estatua de la Libertad, fantasía geográfica parte del encanto.
A la luz de los años pareciera que, algunas de las hazañas de este hombre de acero se quedan cortas ante la grandilocuencia de lo hecho por otros superhéroes del cine actual, sin embargo, la premisa consistía en recrear las situaciones tal y como fueron pensadas cuatro décadas atrás en las páginas de Action Comics. Es así que, Clark finge torpeza para pasar desapercibido, usa sombrero pasado de moda, se cambia de ropa en cabinas telefónicas, emplea un lenguaje amistoso con los criminales, y recurre al romanticismo azucarado para conquistar a Luisa Lane.
Christopher Reeve aborda a la perfección el personaje; su porte transmite seguridad, su expresión facial nos llena de confianza y cada uno de sus movimientos corporales remite al comic; dejando en claro que, hace falta algo más que un traje con músculos marcados para ser Superman.
En lo personal, la elección de Margot Kidder como Luisa Lane nunca me gustó, porque es notoria la diferencia de edad con respecto a Christopher Reeve, de hecho la actriz luce más grande de lo que era en realidad. Creo que es uno de los puntos en donde la cinta flaquea, más si recordamos esa escena en la que Luisa siendo una niña, observa desde la ventana de un tren a un Clark adolescente que corre a toda velocidad.
El otro aspecto que no termina de convencerme es la elección de Lex Luthor. Gene Hackman pasaba por el mejor momento de su carrera y, de no ser por la presencia de Marlon Brando, seguramente, hubiera tenido el primer crédito. Sin embargo, Hackman luce más como un malo socarrón que como un enemigo de cuidado. Por su forma de vestir tiende a parecer más un vulgar ladrón que amasó una fortuna, que un magnate megalómano. El hubiera no existe, pero siempre he pensado que el candidato ideal para ser la némesis de Superman, era el actor Telly Savalas, quien unos años antes había interpretado a un villano memorable en Al servicio secreto de su majestad (1969), y cuyo físico coincidía a la perfección con el de ese personaje. En fin, al igual que en el caso de Luisa Lane, es cuestión de gustos.
Lo que es un hecho, es que Superman es una joya cinematográfica de la ciencia ficción, aventura y fantasía, cuyos logros técnicos y artísticos siguen provocando la admiración de las nuevas generaciones. Ni Henry Cavill con su atuendo renovado y mucho menos Brandon Routh (aun compartiendo un gran parecido con Christopher Reeve) pudieron sacudirse la sombra del fallecido actor ¿Habrá quién consiga hacerlo?