Momentos Favoritos del Cine: The Big Lebowski
¿La mejor comedia de la historia? Para su servidor sin duda lo es, y es que déjenme decirles algo acerca del manejo de la comedia fílmica, porque a diferencia de otros géneros, el elemento histriónico tiene un peso de gran relevancia para el funcionamiento general en este rubro. Si bien la historia y la dirección proveen las situaciones, es innegable que en todos los casos tanto el carisma, la improvisación del protagónico y sus secundarios representan la piedra angular en la que el relato justifica su desarrollo y por ende su éxito y trascendencia en la historia. No es raro entonces que el género se reconozca y distinga más por sus actores que por sus directores, a pesar de que estos últimos impriman su estilo al servicio del género ya sea en forma de una comedia negra, la parodia, el romance o bien a través de un tono más fino.
Ahora bien, muchos ignoran el hecho de que los hermanos Coen son unos directores de esencia cómica (de ahí a que muchos no comprenden o simplemente no les gusta su estilo); podrán algunas contadas ocasiones ponerse serios y en sus buenos tiempos ganar el respeto y/o premios que necesiten, pero incluso en sus tonalidades más oscuras (No Country for Old Men, Miller’s Crossing, Fargo) estos dos hermanos irradian una comicidad tan fresca como accidental, tan espontánea como absurda, tan hilarante como elegante, siendo The Big Lebowski no solo una de sus mejores películas, sino el clímax de esa desfachatez y proyección actoral que desembocaron en un instantáneo y vigente culto.
De un ritmo pausado que detalla lo negro y absurdo de cada situación o diálogo, fiel a sus costumbres los Coen se arman de un ensamble actoral que encajó de manera perfecta en cada una de las enfermizas personalidades salidas de su hilarante imaginario, dando rienda suelta a una parodia social sumamente inteligente y embelesada con secuencias hasta surrealistas que denotaban un divertimento único tanto fuera como dentro de la pantalla. La improvisación y la química entre Bridges, Goodman y hasta Buscemi encarnan el manejo de una serie de elementos narrativos distractores que, como es de costumbre en su filmografía (Macguffin’s como la alfombra, el apellido, el rescate, el guía espiritual, el torneo de bolos, etc), solo sirven para llevar al espectador a través de una serie de situaciones oníricas que desembocarán en una conclusión tan ridícula como brillante, pero también con ese toque de emotividad que llevo al Dude y al cumpleañero de hoy, Jeff Bridges, a posicionarse como una de las figuras de la cultura pop noventera.
Con la rienda suelta, estos directores de comedia dentro de un plano 100% de comedia, construyen junto con Bridges a un personaje entrañable e irreconocible en este tiempo para el estatus del actor, en donde a partir de la confusión de este “vago” con un excéntrico millonario, su alfombra será orinada por unos criminales, suficiente detonación de conflicto para construir sobre la nada la búsqueda de justicia del “Dude” y entregar una obra maestra del género.
Para el momento favorito de hoy repasemos la secuencia que quizá resuma toda la esencia de The Big Lebowski, donde los diálogos impertinentes y espontáneos se alzan entre este trío de inadaptados amigos jugadores de boliche y en donde Jesús es presentado sin que este tenga alguna injerencia o importancia en el desarrollo del relato, broma tras broma de los Coen que aquí explotan con maestría técnica y narrativa cómica