Momentos Favoritos del Cine: The Nightmare Before Christmas
Considero a The Nightmare Before Christmas la epítome de la narrativa de Burton a pesar de que este no la dirige ¿Curioso no es así? Que otro director como Henry Selick (Coraline) haya sido capaz de proyectar y supervisar la imaginería de Burton en lo que es también una de las películas de Halloween y de Navidad más emblemáticas en la historia.
Independiente a su fábula navideña, esta pesadilla comprende no solo una celebración visual y narrativa en lo que compete a la otra gran festividad gringa de fin de año, el Halloween, sino también engloba en su fastuoso diseño de producción personajes verdaderamente tétricos que sirven como referencia de todos los monstruos clásicos, criaturas y leyendas urbanas que de niños nos pueden causar desde escalofríos hasta el cagarnos de miedo en la oscuridad de nuestro cuarto. Entonces el cuestionamiento salta ¿Puede The Nightmare Before Christmas ser una película infantil? Pero por supuesto que sí; el equilibrio logrado por Burton y Selick entre el impresionismo estético y la entrañable fábula familiar encausa una singular parodia al género fantástico y de terror que deja en clara la victoria del espíritu navideña sobre los trucos y travesuras de la noche de brujas. Por tal razón tanto el infante como el adulto puede maravillarse tanto con los diseños de sus monstruos como por sus musicales y mensaje decembrino, sin caer en los clichés del tópico y con un ritmo y duración que son un deleite para el goce de bien cine en tan solo 75 minutos.
Nuestro momento favorito de este día recae entonces en el otro gran valor agregado del film, su antagónico, una criatura que dentro de la cultura, la media y el miedo colectivo ha permanecido tan vigente como misteriosa, y en donde Burton acierta de soberbia manera al proveerle de forma amorfa retenida en un costal. Él es el Boogie Man o “El Coco”, criatura sin piedad que para la narrativa de este cuento incluso se encuentra encerrada por su peligrosidad y toxicidad.
En lo que es uno de los mejores musicales del film, Santa Claus, capturado por los pequeños demonios por órdenes del Rey Calabaza, lo mandan sin el conocimiento de este a pasar sus últimas horas bajo la ruleta de tortura del Oogie Boogie Man. El suspenso del destino del regordete símbolo navideño recae en los infantes, pero también la diversión dada la extravagancia de su número.
¿Cuándo recobraremos a este Burton? A mi parecer nunca, pero menos mal que nos dejó un símbolo navideño irremplazable, un tesoro fílmico y animado que seguirá vigente por muchas generaciones.