Momentos Favoritos del Cine: Touch of Evil
Touch of Evil significó para Orson Welles su última gran pack de dirección y actuación, pero también para la prensa uno de los escándalos fílmicos más sonados de todos los tiempos, convirtiendo a su rodaje y corte final en verdaderos martirios que vendrían a componerse 40 años después de su estreno de 1958. Comenzando por la imposición del estudio para que Charlton Heston fuera el protagonista (quizá el detective latino con el peor español de todos los tiempos), hasta la contratación de directores fantasmas a las espaldas de Welles para dirigir escenas que se incluyeron en el corte sin el permiso de su autor original, fueron aspectos que hicieron que Orson se desentendiera de la obra, dejando un escrito a la productora donde marcaba paso a paso cuál debería ser el camino a seguir para montar su visión definitva.
Tras un estrepitoso fracaso de taquilla, irónicamente quién resguardó ese documento de 58 paginas fue el mismo Heston, que pese a nunca haber contado con la estima del director, insistió a los estudios arreglar la obra de acuerdo a la visión de Welles, creando así el Director’s Cut de 1998 que pasaría a los anales como una de las más valiosas joyas del cine noir, donde Welles fiel a su egocentrismo y estilo, plasma a través de su figura (un detective corrupto) un poema narrativo de crimen y redención, regalando una cátedra de ritmo, ambientación, fotografía y actuación como uno de los más viles antagónicos en la historia.
Para Welles, Touch of Evil fue también una especie de expiación personal; en ella lo vemos físicamente terminado y perfectamente identificado con su villano, que a diferencia de muchos otros relatos del cine negro (y razón principal del repudio de la productora en 1958), se convierte en el eje principal de la trama, construyendo así una conspiración desde su “maldad” y posterior redención sacando del molde el acostumbrado arquetipo del “antihéroe” definido por Huston en 1941. Para el relato esta inversa conversión funcionó para bien, demostrando que el corte de Welles era superior en todos los aspectos, sin embargo para su carrera ya nada volvió a ser igual, cayendo en una debacle artística que de nuevo de manera irónica y curiosa vería su revitalización póstuma con otro montaje recuperado y estrenado hace apenas un año, The Other Side of the Wind
Para nuestro Momento Favorito es necesario recordar la secuencia de apertura de esta pieza noir, uno de los planos secuencia más elogiados y famosos del cine donde Wellles introduce tanto el detonante como a la pareja “protagonista” (Heston y la hermosa Janet Leigh), logrando una sincronización perfecta entre todos los elementos revestidos por el glorioso score de Henry Mancini y proveyendo al relato desde su segundo uno del suspenso y dinamismo necesarios para terminar determinar su toque de maldad. De una magistral calidad visual y dotada de una variedad de herramientas y técnicas que desembocan en una gama de planos que solo enriquecen y glorifican el quehacer cinematográfico, habría que agradecerle a Welles el también haber introducido su tono desvergonzado en un relato a través del plano secuencia, el cual hasta ese momento en la historia solo había sido usado como transición dramática, contemplativa o incluso experimental.
Un clásico de indiscutible maestría narrativa y técnica, el ciudadano Orson Welles vio en esta epopeya de claroscuros su última gran pieza de cine dentro de una carrera que no solo revolucionó el lenguaje fílmico, sino también el radiofónico, el publicitario y social.