Momentos Favoritos del Cine: Zorba el griego
¿Se han sentido totalmente derrotados(as) con o sin justificación? Como un lunes triste, en un duelo silencioso o tras la resaca de una pérdida real, una crisis de mediana de edad donde parece que el propósito se diluye y donde la depresión, la ansiedad y el estrés parecen nublar todo. El cine puede ayudar, o mejor aún, en algunos casos sanar de cierta manera ciertas heridas a través de las profundas introspecciones diluídas en variadas obras maestras y en momentos que se quedan guardados en el memorial colectivo del arte y de la cultura. De alguna manera esta sección se creó para eso, y quizá dentro de esos momentos favoritos, Zorba el griego guarda un lugar especial.
Dirigida por el muy infravalorado cineasta griego, Michael Cacoyannis, Zorba el griego nos narra la historia de un joven escritor que viaja a Creta para tomar posesión de una propiedad que ha heredado, viéndose trastocado por la aparición de un personaje que representa uno de los retratos más fieles sobre la felicidad. Anthony Quinn en su máxima expresión crea a este ser costumbrista para enfrentarlo a una serie de sucesos sociales que serán tan brutales como inaccesibles y que frente a la mirada atónita del extranjero, causarán una deconstrucción emocional no solo en él, sino en la interacción y relación que ha creado con Zorba. Las desventuras de un tono altamente trágico de los que estos dos serán testigos, se ven aderezadas por un tratamiento tragicómico que, bajo el optimismo de Zorba, transmite siempre un halo de esperanza ante la vida, todo esto coronado por su tema musical y por supuesto “esa secuencia”, la cual siempre regalará al cinéfilo una gran sonrisa.
Frente a la pérdida de todo, y en un paraje desolado, solo queda la insospechada amistad forjada entre estos seres, totalmente distintos, pero que ahora han formado un lazo fraternal imposible de apagar. El despertar de aquel sonámbulismo sin propósito, de aquel hombre vacuo, será originado con una frase: “Enséñame a bailar”, una metáfora enternecedora en la que Basil le pide a Zorba que le enseñe en realidad a vivir, a ver la existencia bajo el único vehículo posible e imbatible para disfrutarla: la felicidad y la risa. Lo que viene a continuación es pura magia, una que ha traspasado incluso a la misma película, siendo reconocida esta para muchos a través de un solo momento, ese final repleto de amor y felicidad.
La pura vida. en Zorba el griego, así como Quinn le enseñó a Bates como bailar, el cine nos enseña a como vivir