Momentos Favoritos del Cine: Inglourious Basterds
Una de las mejores cintas de Quentin Tarantino, un director que para muchos no es más que soundtracks y frases rimbombantes que se quedaron el colectivo y para otros, la revelación que comulga lo actual con la “old school”. Sea quien sea el que tenga la razón, el Señor Tarantino es conocido por hacer buenas escenas en una mesa, charlas que van desde el verdadero significado de una canción pop hasta un interrogatorio que podría costarte la vida.
Esta última opción es la que veremos y disfrutaremos el día de hoy, si bien no es una de las escenas más aplaudidas o “mainstreams” si es una de las mejor montadas con una manufactura de primera y que sirve no solo para llevar el relato sino para construir una situación, ponernos en los zapatos de la bella y desprotegida Shoshanna (Melanie Laurent) al tiempo que vemos el tremendo despliego de poder que emana el cruel pero carismático Hans Landa (Christoph Waltz). Debido a su impopularidad el segmento completo no está por lo que dejaré dos videos para que se pueda apreciar la escena entera.
Por desgracia de los implacables copyrights no permiten tener la escena completa, en HD, en un idioma comprensible, pero uno debe ser igual de necio para poder apreciar este trabajo. Así que vayamos por partes y después de lo que parece una incómoda y algo atropellada entrevista con el soldado Frederick Zoller (Daniel Brühl) y sus superiores se torna en una total pesadilla para la joven judía cuando el responsable de todo su dolor e infortunios se presenta de improvisto, Tarantino no pierde el tiempo con música sútil y deja caer una pieza estridente que aumenta la adrenalina del espectador, el momento en que lo deja fuera de cuadro mientras discute con el pretendiente de Shoshanna nos ayuda a empatizar con ella.
Otro detalle que es importante y consistente en este filme, es la duración de esta situación y se aprecia con el mesero, sus interrupciones no son al azar, siempre llega en momentos en los que el Cazador de Judíos está por hacer una pregunta importante o está a la espera de una respuesta crucial. Otro detalle que no se debe pasar por alto es al igual que en la escena inicial con Monsieur LaPadite, es que con esa falsa cortesía juega con sus víctimas haciéndoles creer que tienen opción cuando sabemos que no lo tiene. El mismo elige el postre, la bebida y la forma en que se debe de consumir dicho platillo, todo a los tiempos que dicta él y no sus “entrevistados” y extiende dicha plática con el solo fin de obtener lo que desea (que hasta estos momentos, siempre parecía obtenerlo) y Tarantino nos libera del hechizo mismo en la persona de la Señorita Mimieux, cuando suelta una sonora y aliviadora exhalación, como si hubiese estado bajo el agua por mucho tiempo. Les aseguro que la primera vez experimentaron algo similar.
Quizás el mayor pecado de esta cinta es que estas pláticas incómodas se repiten varian veces y cada vez son menos inquietantes pero no le quitan la genialidad a la cinta en su totalidad.