Momentos favoritos del Cine: Little Shop of Horrors

La nostalgia por los años 80 sigue en su máximo esplendor, y viendo sus películas encontramos ejemplos bastante bizarros e interesantes. En particular, el género de los musicales estaba experimentando y yendo de bajada: aunque tenía películas hechas para ser clásicos como Annie (1982) y la revolucionaria Hairspray (1998), en general no parecía que se pudiera revivir la gloria de lo que fueron en los años 50 y 60 y se estaban dando por vencidos.

Entre las rarezas y curiosidades de esa década, está Little Shop of Horrors (1986), dirigida por Frank Oz y protagonizada por Rick Moranis, Ellen Greene, Levi Stubbs y Vincent Gardenia, que también incluía la participación de comediantes de la época como Steve Martin, Bill Murray, John Candy, y Jim Belushi. Esta película es una adaptación de la comedia musical rock de horror homónima off Broadway que lanzó al estrellato a Alan Menken y Howard Ashman, la cual a su vez basada en la película de 1960 dirigida por Roger Corman.

La historia es sencilla: un florista nerd encuentra su oportunidad para crecer laboralmente y mejorar su situación romántica con la ayuda de una exótica planta que demanda sangre humana para mantenerse viva. El desarrollo de los personajes es mínimo, tiene una estética “retro” (una reinterpretación ochentera de lo que fueron los años 60), y buenas interpretaciones musicales con cantantes profesionales y no profesionales para darle mayor tono humorístico. Asimismo, maneja un subtexto crítico al ideal de vida estadounidense (la familia nuclear en casita bonita, con jardín al frente y reja blanca) y lo que se hace para llegar ahí, mientras se presenta el inicio de la gentrificación de barrios bajos y la explotación de las voces negras para beneficio económico del hombre blanco, así como la comercialización de plantas exóticas (punto aparte: ¿no sería fabuloso ver un remake fílmico de esta joya que ahonde más en ese punto? El Hombre de Negocios, preocupado superficialmente por la deforestación y calentamiento global, quiere explotar a Audrey II para cumplir con cuotas de responsabilidad social y termina provocando una catástrofe acorde al final original de la obra teatral, sería hermoso).

Volviendo a la película: de todas las secuencias musicales, esta es mi escena favorita. Seymour, el pobre Seymour, se da cuenta que 1) su preciosa planta Audrey II habla, y 2) quiere más sangre fresca. Mientras más dialoga con ella (cantando, obvio), más se convence de que no es taaaaaaaaaaaaaaaan mala idea matar gente (sobre todo si se lo merece) para hacerla crecer y aumentar el éxito de su tienda.

Little Shop of Horrors está disponible en Prime Video.

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