Mortal Kombat: Mínima dosis de entretenimiento basura para salir de tu encierro
Tras unos desangelados Oscar (el peor histórico rating de su historia) que marcan de manera oficial el final de la temporada 2020, este nuevo comienzo fílmico se ha caracterizado tanto en las salas de cine como en el streaming por darnos “chingadazos”: de gorilas, lagartijas, agentes retirados, seres fantásticos y/o de videojuegos, al parecer el blockbuster de acción está enfocado a hacernos olvidar el fatídico Covid a sarta de puro puñetazo, disminuyendo la calidad narrativa y en su lugar agregando una dosis de efectos y emociones que de manera incluso psicológica pueden hacernos olvidar al menos durante 120 minutos todos los problemas de nuestro mundo “real”.
Dentro de este contexto se estrenó la nueva adaptación del célebre videojuego de peleas “Mortal Kombat”, el cual ya había tenido una oportunidad en el cine con la repugnante versión de 1995, y que ahora 26 años después sigue confirmando su mala fortuna e infamia narrativa, pero al menos en esta ocasión con algunos elementos más entretenidos y/o hasta interesantes.
El deseo del debutante Simon McQuoid por querer de hacer de Mortal Kombat una aventura con matices dramáticos es una verdadera falacia. Si bien en su primera secuencia se establece con mucho valor visual este objetivo, no tarda ni un minuto en desechar dicha idea con un estrepitoso cambio cronológico que ni siquiera se inmuta en explicar los orígenes del mundo fantástico que débilmente se establece “como una serie de varios universos que lucha por la supremacía y supervivencia” (algo así como Dragon Ball Super pero sin explicación). A esto habría que agregarle el progresivo desfile de una camada de actores sacados de la cloaca y que tienen el talento de un luchador de la WWE , por lo que rápidamente y a pesar de su buen inicio, Mortal Kombat toma rápidamente su genérico estilo como “otra pifia de adaptación”.
Sin embargo dentro de esta sandez que se mantendrá constante durante los 105 minutos de su duración, hay un par de elementos que habrá que resaltar y que dictan el canon de su “justificable” entretenimiento: El primero, sus coreografías y enfrentamientos, que responden tanto a las necesidades del cine de acción de hoy en día, como a la nostalgia estética – gore que manejaba el videojuego, independientemente de sus muy baratos efectos visuales (se nota el poco presupuesto); la segunda y más importante, la ciertamente decente estructura de sus dos principales figuras (o mejor dicho entre su conflicto): Scorpion y Sub-Zero, que incluso para los que desconocen a tales iconos de la cultura pop, les será “interesante” ver sus orígenes en cuanto a su rivalidad y poderes (aunque de Sub-Zero nunca dicen ni una chingada de cómo se saca el hielo el muy cabrón).
Fuera de Scorpion y Sub-Zero, la estructura de los demás personajes se encuentra ahí, pero es fugaz o irrelevante ya sea por el contexto narrativo que les da el guion y el mismo consecuente desarrollo, o bien por el nulo carisma de los trapeadores con patas que los interpretan. Quizá podamos excluir de este cuarto de escobas al australiano Josh Lawson, que como Kano surte el efecto del “predecible” traidor – villano y del “comedy relief” con algunos diálogos referentes a la cultura pop noventera (y que incluso un par de ellos podrían causar en una sonrisa o risita culpable). De ahí en más no hay mucho que resaltar incluso en su cast más experimentado: Hiroyuki Sanada (Scorpion), Joe Taslim (Sub-Zero), Tadanobu Asano (Lord Raiden) y Chin Han (Shang Tsung) están infames.
Otra cosa que habrá que agradecerle en el plano nostálgico al par de guionistas de esta entretenida y bien coreografiada porquería, es la inclusión de muchos de los legendarios y míticos “conceptos”, frases y/o poderes, que manejaba el videojuego, y que a diferencia de los personajes, irónicamente están muy bien posicionadas en los momentos que se requieren (“Flawless Victory” es la mejor).
En resumen, esta Mortal Kombat supera a su versión de 1995 (aunque en realidad no hay nada que superar) aludiendo a su nostalgia, a la correcta imposición de sus elementos en la narrativa y a un par de interesantes peleas que no se desgastan en mantener una coherencia narrativa, cronológica y/o ahondar en su universo (destacando la de su inicio y cierre con Scorpion y Sub-Zero como totales protagonistas). Este ejercicio de serie b resulta tan entretenido como olvidable, con un mínimo requerimiento de basura nostálgica para hacerte olvidar por un momento que estamos en pandemia y aún sin ningún producto decente que ver en una sala de cine