Mr. Pig: Diego tranza, pero avanza
Me gusta el cine de Diego Luna. Definitivamente el charolastra ha sabido equilibrar una promisoria y creciente carrera como director mientras se da el lujo de actuar en bodrios hollywoodenses y hasta de hacer un poco de tranza con el Gobierno de Jalisco (Meras suposiciones de un crítico… si como no) para ganarse un dinerito (De nuevos talentos… si como no) que precisamente lo llevó a producir esta cinta, Mr. Pig, una road movie fresca y natural que sabe congeniar una loable narrativa dramática con gestos de turismo, combinación actoral inglés – español (Para no herir susceptibilidades), el humor del lenguaje mexicano en la dosis exacta, mensaje de apoyo contra el maltrato animal y por supuesto, un product placement de Telcel para que no se te vaya la señal en la carretera. Audiencia, gobierno, marcas, producción, charolastra director y actores contentos, mientras algunos jaliscienses se preguntan ¿Y porque darle dinero a alguien que no es ningún novato ni nuevo talento? Sencillo… porque a pesar de este aprovechamiento y favores gubernamentales, hace buen cine y sus propuestas no apestan ¡Deal with it!
Desde la sorpresiva y grata Abel, su primer largometraje, Luna dejó entrever un talento distintivo en el tratamiento ligero de relatos que suponen una grave situación emocional o incluso psicológica; el joven cineasta apuesta por la conversión de dicha complejidad en fábulas redentoras de agradable compresión y ritmo que incluso llegan a tocar la línea de la aventura con ciertos toques humorísticos. La inclusión de un personaje “adorable” es el elemento clave para manejar dicho vehículo, característica que llevan a Luna a posicionarse eficazmente en esa delgada línea entre sus compatriotas, en medio del cine neorrealista indie manufacturado por Reygadas, Escalante o Rowe, y el cine comercial muy adaptable a audiencias de sus compañeros Cuarón e Iñárritu. Así, Diego sabe cómo expresar contemplación, entretenimiento y credibilidad, que en este particular caso, se resumen en una historia paternal de expiación con inteligentes diálogos y un par de momentos catárticos muy efectivos que evitan la lágrima fácil.
La historia se centra en Ambrose, un granjero de cerdos que acaba de perder su propiedad y viaja a Guadalajara para tratar de conseguirle un buen hogar a su amigo y último semental Howard, un gigante cerdo marrón. En el trayecto el espectador tendrá que intimar con las desventuras de este simple pero pintoresco granjero mientras se debate en recuerdos, negocios turbios, la enfermedad que lo acosa, su alcoholismo y su terrible situación familiar. Un viaje que Luna hace placentero gracias una progresión y un timing que ya quisieran muchos directores mexicanos, y a una gala de elementos que incluso maquillan sus pocos errores de guion, montaje y cierta redundancia narrativa.
Por ejemplo, el soundtrack y la banda sonora de Camilo Frodeival, las cuales son materia de uno de los mejores álbumes de recopilación y música original que tendrá el cine del 2016, y que logran de acuerdo al buen gusto de director, tapar la repetición de momentos que sugieren el relleno de un metraje que de vez en cuando da brincos en el tiempo en un viaje que va de Estados Unidos a Guadalajara, hasta llegar a las costas jaliscienses.
La dirección, química y desempeño actoral son sobresalientes ¿La mejor actuación de un maduro Danny Glover? Tal vez, y es que el actor brilla con un entrañable y veraz protagónico. Por su parte Maya Rudolph queda debiendo siempre en el encasillamiento de secundaria “indie”, pero cumple al ser una balanza narrativa hacía con la expiación de nuestro héroe. Mención honorífica para José María Yazpik, sin duda uno de los mejores actores mexicanos en la actualidad muy desperdiciado por su misma industria y en el que Luna ha sabido confiar en ya 2 de sus 4 producciones.
Maduración, proceso rápido por el que se encuentra pasando el charolastra director. Mr. Pig es un ejemplo de que con una buena historia se puede construir cine mexicano capaz y digno de ser presumido internacionalmente. El mayor valor de Diego es no ahondar en los problemas y/o trucos emocionales que busquen la catarsis lastimosa y telenovelera y/o la comedia burda y fácil; si bien la cinta no se salva de cierta previsibilidad, la estructura de su personaje y la comunión animal que forjan logran sostener una aventura calificada para transmitir y causar emociones honestas en este viaje tragicómico que dejará al mexicano satisfecho y con una sonrisa redentora de cine nacional, esperando aún mejores señales del Luna director, al que por cierto, personalmente le agradezco porque ese dinero haya quedado en buenas manos, y no con ciertos cómicos y/o telenoveleros groseros… solo algunos
1 Comment