Mulan: Wonder China Woman Kakarota Van Damme Fénix empoderada
Usted no necesita comparar a esta nueva Mulan con su versión de Disney o con los varios relatos alrededor de la leyenda china, tampoco necesita quejarse de idioteces sobre “¿Ay dónde está mi Mushu?” “¿Y mi Shang?” “¿Por qué esto no me hace reír?” “¿Por qué no cantan?” No. Está Mulan no necesita de nadie ni de nada para ser por si solita una de las peores películas de este año y quizá dentro de la paleta de “live actions” una de las más desafortunadas por parte de un estudio más preocupado y enfocado por la tasa de inclusión que por el sustento de una buena narrativa.
Es impresionante ver como Disney hoy en día tiene la capacidad de auto ridiculizarse haciendo que todos sus relatos sean de superhéroes bajo el mismo argumento cansino y abandonando todo sentido de la estructura alrededor de sus personajes, y es que está Mulan no solo es una (u otra) ultra poderosa “Mary Sue”, nacida con el chi más grande que Kakaroto, sensible a la fuerza, sin necesidad de ningún entrenamiento o simplemente con la mínima simpatía para encausar un conflicto, sino que también conserva la empatía de una roca mientras lanza las patadas más extravagantes que Van Damme. Una heroína indestructible a la que ni siquiera hace falta agregar un planeta de origen y que malamente se defiende o esconde bajo el mote del género “Wuxia”, pero que a diferencia de otras grandes películas de dicho rubro, carece de toda lógica interna o tridimensionalidad en torno a su historia y personajes.
Pero eso no es culpa de Mulan ni de la aventura que quiso aparentar, sino simplemente de un manojo de guionistas que nunca prestaron atención en la construcción de su personaje principal para brindarle la credibilidad mínima necesaria para conectar ya no digamos con la audiencia, sino con sus otros elementos. Así pues, tras un desarrollo automático, predecible y regido por la fuerza sobre humana y extraterrestre del “solo ser mujer”, la heroína se pasea entre un mar de escobas y cepillos con los que es imposible crear una conexión humana, mucho menos emocional. No existe el desarrollo de ninguno de ellos, ni de villano, ni de emperador, ni de cualquier otro secundario, viendo Niki Caro su relato reducido a cenizas, a otro gargajo progresista y forzado dónde dos mujeres salidas de la nada, entrelazan su camino para vencer al mal machito opresor bajo un formato de sketch novelero burdo, ilógico y hasta mal montado
No, no es culpa de Mulan, sino de la rendición progresiva de buenas historias, con trasfondo, bien estructuradas, que sustenten sus motivos y que construyan héroes y antagónicos al menos lo suficientemente interesantes o creíbles. Lo peor de todo es que con el tiempo estos reciclajes destruyen la fortaleza femenina con cuentos absurdos que encausan exactamente el efecto contrario: alejarse de la misma. Es culpa de los guionistas perezosos y copiadores, de una productora que busca un mercado fácil que alabe estos pésimos montajes visuales y sonoros , mal actuados y que enseñen a los niños(as) que no hace falta preparación, sino nacer con un súper poder o un chi bien chingón para romper madres. Es culpa de la dirección, que aún con estás sandeces no es capaz de encausar una ¡Una buena secuencia de acción! aun contando con actores y actrices capaces en las artes marciales (¡Tienes a Doonie Yen carajo! ¡Aprovéchalo!), haciendo a esta Mulan una seguidilla de momentos anti clímax que llegan a su máximo nivel de estupidez narrativa en una escena de la que Bollywood se reiría ¿La realidad? Que está nueva versión está más cerca de la India que del cine de aventuras chinos. Una lástima.
Si habría algo que resaltar sería en definitiva la fotografía de Mandy Walker y el diseño de producción, único elemento sostenible entre esta sarta de tonterías con poderes sobre humanos y fortalezas femeninas inexplicables, que irónicamente se contraponen al gran entrenamiento que encausó la falta de stunts de Yifei Liu, que lejos de su acartonada actuación, presenta una formación física valiosa.
Mulan 2020 así pues se convierte en una cátedra más de como “no escribir un guion” y como “no dirigir una película”. Una horrorosa aventura ajena a la lógica interna y a la cimentación más básica de sus personajes y motivos. Es increíble como Disney hace que Proyecto Power y La Vieja Guardia parezcan opciones mucho mejor realizadas.