Napoleon: Se suma un británico más a los enemigos de Bonaparte, Ridley Scott.
Allá por 1977, Ridley Scott nos presentaba su ópera prima “Los duelistas”, historia curiosamente desarrollada también en el contexto de las guerras napoleónicas y que, aunque era un director novato y aún desconocido, presentaba una historia mucho mejor ejecutada que la cinta que nos acontece ahora.
Desde que se venía anunciando la biopic del polémico emperador francés a cargo del director británico fue imposible no emocionarme, vamos, sea como sea y a pesar de la corrección política que impera hoy en día, Napoleón sigue siendo un personaje sumamente interesante y las grandes producciones históricas con intrigas, batallas campales y romances complicados, es algo a a lo que Scott sabe imprimirle su sello. A pesar que algunas veces no le salga del todo bien, a sus aún 85 años se le agradece que dirija con gran destreza esas épicas batallas dignas del estratega militar que fue Napoleón y que nos permita verlas en la gran pantalla.
La hazaña era complicada; si bien la vida del corso fue relativamente corta (murió a los 51 años), su grandeza militar, el cómo logró poner fin a un turbulento periodo de la Historia de Francia y la condujo a ser un poderoso imperio (o cómo puso en jaque a todas las potencias de Europa), era mucho material para una sola película. Y en esto es donde se encuentra su principal falla, que al querer abarcar absolutamente todo, termina sin profundizar en nada, nunca queda claro qué nos quiere contar acerca de Napoleón, además que no toma ninguna postura respecto a él.
Sí, se ven rodar cabezas por todos lados en París, pero nunca vemos cómo llegó a posicionarse dentro de la agitada política francesa; vemos su primer gran proeza militar en Toulon pero no nos cuenta por qué está ahí y cómo continúa su carrera en la Armada, cuando de repente ya lo vemos codearse con la alta sociedad parisina donde conoce a Josefina y se vuelve completamente torpe y errático por ella (nos tenemos que creer que ahora toda su motivación es Josefina). Pero después pasamos a la Campaña de Egipto, pero de carrerita porque se regresa de inmediato a París porque ya urge ser emperador y así hasta llegar a su exilio en Santa Elena. Nos deja una sensación de que más que estarnos contando la vida de Napoleón, solo nos va mostrando pequeños scketches que parecieran inconexos. Al final sabemos que es su película porque así se llama y porque sale él todo el tiempo, pero no es propiamente una biopic. Parecía que se enfocaría y ahondaría más en la historia de amor entre él y Josefina, pero no, al final también es una trama que queda medio suelta.
Quizá todo esto pudiera deberse a un problema de edición. La película ya en su corte final para salas de cine dura 2 horas y 38 minutos, porque presentar en pantalla grande las 4 horas que dura la versión original iba a ser casi imposible; por eso el tijerazo de la sala de edición podría ser el responsable de esa gran carencia de un argumento central. Habrá que ver esa versión extendida.
Respecto a los comentarios de Ridley Scott sobre su falta de rigor histórico, concuerdo en que se pueden tomar licencias que ayuden a la narrativa de la película y que si se quiere ver precisión histórica mejor vayan a ver algún documental, esto es ficción y en eso estamos de acuerdo; pero aquí, más que tomarse licencias, cambia hechos y no corta, sino que arranca deliberadamente pasajes importantes, por lo que sus “licencias tomadas” más que ayudar a la narrativa en esta ocasión más bien la terminan perjudicando. De nuevo, espero que sea algo totalmente ocasionado por la mala edición, pero ya lo veremos.
Y ya para terminar con los puntos débiles de la película, algo decepcionante fue la interpretación de Joaquin Phoenix, sabemos de lo que es capaz de hacer, pero aquí su Napoleón es demasiado plano, desde que es testigo de la decapitación de María Antonieta hasta que se encuentra en su último exilio, mantiene la misma expresión, no muestra prácticamente ninguna emoción en el campo de batalla, no se ve ninguna evolución de su personaje, y por favor, Bonaparte vaya que tenía mucho de donde agarrarse. Si acaso lo más rescatable es la presencia que tiene cuando se planta frente a sus leales tropas. De nuevo pienso que no es un problema del actor, el mal planteamiento del guion de David Scarpa al no arriesgarse a tomar ninguna postura del personaje, lo dejan completamente indefinido. Si bien, son sus escenas con Vanessa Kirby la mejor parte, es más gracias a ella como Josefina que a él. En cuanto a personajes, ningún otro es relevante ni logra destacar.
Ahora, aquí con ella comencemos con los puntos favorables de la película; Vanessa aporta a su Josefina toda la elegancia de la aristocracia francesa (algo que el acomplejado Napoleón nunca tuvo) y logra con tan solo sus miradas convencernos de que en verdad lo traía, como dicen en mi rancho, cacheteando la banqueta. Además, ella sí que evoluciona hacia esa persona relegada y melancólica en la que se convierte cuando Napoleón la desecha contra su voluntad y para su conveniencia.
Y, por último, vayamos a lo mejor de la película. Para empezar el diseño de vestuario y maquillaje es exquisito y cuidado al mínimo detalle. Ya sea dentro de Notre Dame (recreando magníficamente la pintura de la coronación de Jaques-Louis David) en Egipto, Rusia o Waterloo, todos los escenarios son grandiosamente recreados. Pero por lo que vale la pena el boleto, y que salva completamente la película es la grandiosa representación de las batallas militares, particularmente la de Austerlitz y su batalla final en Waterloo; las tomas abiertas con los ejércitos avanzando, secuencias de cañonazos, jinetes corriendo, sangre y lodo mezclándose, cabezas de caballos, brazos y tripas volando por todos lados; en fin, Waterloo es espectacular y es recreada con un ritmo y destreza dignos ahora sí de un director con la experiencia de Scott en plena forma. Sería el colmo que no fuera así cuando estás contando la vida de uno de los mayores estrategas militares de todos los tiempos. En este aspecto no hay absolutamente nada que reprocharle al director.
Desgraciadamente estos aciertos técnicos no hacen un buen largometraje, y lo digo con cierta decepción, esta no es una buena película. La tibieza de no quererlo mostrar ni como héroe ni como villano lo desdibuja y ese corte de metraje mal editado la desfavorece por completo. En verdad espero que sea eso y veamos en su versión extendida algo diferente. Ansío ver esas 4 horas y comprobar si puede ser esa obra magna de cine histórico como estaba destinada a ser. Ya veremos, Ridley en ti confiamos.
1 Comment
Este es un personaje con mucho que discutir y una película no puede retratar completamente la personalidad de Napoleón.