No One Will Save You: Mi Pobre Angelita versus Los Invasores de Cuerpos
Existen dos producciones actuales (cartelera y streaming) dentro de la ciencia ficción que han sido tan alabadas como criticadas por parte del público y la crítica. Si bien en innumerables ocasiones nos quejamos de la falta de originalidad que impera dentro de los argumentos y guiones en Hollywood, hay veces que los directores optan por tomar “prestados” ciertos elementos ya revisitados para moldearlos a una nueva visión de donde emerge un concepto original.
Quizá estos directores no tengan el renombre del parafraseador por excelencia “Tarantino”, o bien no cuenten el poder mediático de una época como George Lucas, pero han demostrado este año ser un ejemplo de cómo ciertos conceptos reciclados pueden ser aún funcionales.
Ya se ha dicho aquí lo bien que Gareth Edwards ha hecho con “The Creator”. A pesar de lo predecible que puede llegar a ser y de un final muy forzado, la epopeya SF contiene algunos de los mejores momentos visuales de este 2023, una impresión de alta tensión, y copias – homenajes a Terminator y Apocalypse Now que han restituido una temporal fe en el cine comercial del género.
Pero en lo que a su servidor respecta, existe otra cinta del género que nadie volteó a ver, y que de la misma manera aprovechó sus prestadas referencias al cine SF y de terror clásicos (Invasion of the Body Snatchers, Signs, Fire in the Sy, War of Worlds, Alien) para encausar una aventura que despliega analogías sociales interesantes, así como también algunas secuencias de terror muy efectivas que hacen reminiscencias al horror juvenil de los 80.
Dirigida por Brian Duffield (que ya nos había regalado un excelente guion con “Love and Monsters”), No One Will Save You nos cuenta la historia de una adolescente solitaria y marginada por su comunidad, que deberá enfrentarse a una invasión alienígena que pretende reemplazar a los humanos por una versión “mejor” de ellos.
Dos valores narrativos que engrandecen a la cinta se hacen notar de inmediato; el primero, que la cinta no contiene ningún diálogo, lo cual otorga al director un reto más amplio al tener que estructurar a los personajes, pero sobre a todo a la misteriosa situación social que vive su protagonista de parte de las meras imágenes, la banda sonora, el entorno y la atmosfera, que poco a poco se va tornando oscura en una clara analogía con la psique de la heroína, que prefiere vivir en “un mundo ideal” y no aceptar la realidad o consecuencias de sus actos. Este desmoronamiento de “su mundo” comenzará a materializarse con la llegada de los aliens, el otro gran valor narrativo gracias a que Duffield no tiene clemencia en el acto introductorio, induciendo rápidamente a su amenaza y logrando a través de un excelente montaje, efectos sonoros y visuales, un apremiante entorno que logra encausar un par de secuencias terroríficas, incluso muy resaltables dentro de los ejercicios de horror de su tipo.
Desgraciadamente, y a pesar de un primer acto que raya en la sorpresiva perfección, la película dista de ser perfecta, y eso es en mucha parte gracias al conflicto secundario que se desata hacía su intermedio, en una especie de “Mi Pobre Angelito” que intercambia el horror por la proliferación de criaturas y un muy torpe, pero sobre todo ilógico suspenso en torno al cómo una chica (a pesar de tener ciertas tendencias violentas) puede exterminar seres extraterrestres cual “Depredador”. Se entiende que Duffield (amante del diseño de monstruos) quiera ahondar más en la estructura invasora, razas y motivos, pero en definitiva parece haber sido la peor elección en cuanto al desarrollo de dichos elementos.
La cinta, a poco de caer en el total desperdicio, guarda un ligero truco bajo la manga para su clímax, giro y final. Duffield mantiene en el limbo a la misteriosa situación social que envuelve a su heroína, la cual explotará literalmente dentro de su psique para que el espectador pueda dar cuenta no solo de su defectuoso estado emocional, sino también de la analogía – metáfora de la cinta e invasión.
De una manera satisfactoria, la sustitución de la raza humana por parte de los invasores guarda un común denominador con la emoción y los deseos de la protagonista, por lo que, a través de una decente secuencia de abducción, el director establece el fin compartido de ambas “razas”. Esta decisión argumental no se siente en ningún momento forzada, dando pie a un trágico desenlace para la humanidad, pero no así para la abducida. Temas como la hipocresía, la violencia, los problemas mentales y la simulación de un mundo óptimo por parte de la sociedad, son juzgados de manera poca profunda, pero aun así funcional dentro del objetivo – visión del cineasta, creando una sociedad utópica “perfecta” tal y como la tenía estipulada de manera individual su protagonista.
La actuación de Kaitlyn Dever es excelente, y al igual que su director y la falta de diálogo, se enfrenta a un buen reto dramático al tener que expresar la desesperación y la desesperanza a través de sus meras expresiones y desempeño físico. La banda sonora también habría que ser resaltada, así como sus efectos sonoros y la fotografía, los cuales inducen al espectador a un estado de terror uy óptimo, sobre en todo en su primer acto
Donde muchos han fracasado, Duffield ha logrado convertir a la basura argumental, a la ya masticada y manipulada, en un producto reusable decente, entretenido y comestible. Disfrútenla en Star Plus.