Nouvelle Vague: ¡Vivre la France!
Hablar de cine francés es básicamente remontarse al nacimiento del mismo, a los orígenes de un entretenimiento que va más allá de un simple pasatiempo, de un arte que marca a todas las generaciones. Por supuesto, una de las corrientes cinematográficas más importantes de la historia viene de aquí: la Nueva Ola Francesa o Nouvelle Vague, la cual consolidó a varios actores y directores cuyas obras (muchas de las cuales se volverían clásicos a futuros) se enfocaban en la libertad temática de retratar la vida juvenil de los años 60. Richard Linklater es uno de los directores más influidos por este camino, por eso no suena extraño que su último proyecto quisiera rendirle tributo a una de las mayores inspiraciones dentro de su filmografía.

Siguiendo la misma base de plasmar el día a día, la historia de “Nouvelle Vague” nos remonta al inicio de la corriente cinematográfica, con el estreno de “Los 400 Golpes” en 1959. Y con este acontecimiento, muestra los intentos de un joven desconocido llamado Jean-Luc Godard por ganarse un lugar entre los grandes y buscar consolidarse como cineasta, filmando lo que a futuro sería la película “Sin Aliento”.
Con este planteamiento ya queda claro que este es un ejercicio de cine dentro del cine enfocado en la realización de una película, con la diversión que implica filmarla y la importancia de dejar un legado para la historia, pero también los excesos, la falta de planificación, la presunción directiva y la presión por terminarla debido a la limitación de recursos y tiempo. La determinación causa que éste sea uno de los más ambiciosos proyectos del subgénero, pues el homenaje es tratado con cuidado al momento de recrear la París de los 60 y mostrar las peculiaridades de los grandes genios de la época. Sin embargo, el romanticismo que exuda Linklater a la hora de filmar le ayuda a la obra a distanciarse del neorrealismo implícito de la corriente. Quizás esto cause que muchos la vean como occidentalizada, pero también le ayuda a que tenga una identidad propia sin parecer una repetición.

Una de las cosas más impresionantes de “Nouvelle Vague” es el casting, todos elegidos cuidadosamente para convertirse en todos estos íconos de la época. Liderado por Guillaume Marbeck como un mamón Jean-Luc Godard (se dice que esta representación del director es más light en comparación a cómo era realmente), se nota la dedicación de cada actor hacía su respectivo rol, complementados por el diseño de producción, desde la vestimenta hasta la personalidad de cada uno y que se ve reflejado a la hora de recrear escenas. El carisma y parecido de los actores a sus versiones originales es digno de aplausos, destacando a Zoey Deutch como Jean Seberg. Cabe añadir que el humor es muy ameno y aligera todo de tal manera que las interacciones entre ellos se vean más naturales.
Sin embargo, pese a todos los esfuerzos del director, tal parece que el homenaje se le sale de las manos por momentos. Aunque “Nouvelle Vague” no es pretenciosa y tiene un buen ritmo de principio a fin, entre una narrativa episódica y un tono empalagoso, da la impresión de que no se explora a profundidad todo lo que sucede, que la época es más una excusa para echar a andar la historia y que es demasiado corta para lo que quiere contar (unos 30 minutos más para expandir el contexto no le hubieran venido mal). Pero la mayor falla que tiene es que se nota desde la presentación que no se cansa de besarle los pies al país galo (reforzado por su fotografía en blanco y negro que, aunque es para rendir homenaje a la película que se está filmando, también denota sus intenciones como carnada de Oscar).

“Nouvelle Vague” es un experimento que ha gozado de los aplausos de los círculos de crítica y que apunta a ser una de las mejores películas del año, así como del director. Pero irónicamente este proyecto será muy elitista para algunos y poco accesible si uno no sabe nada del tema principal. Todo indica que la total apreciación de esta obra se limita a los cinéfilos más clavados en la historia de cine, que se deleitarán con todas las referencias escondidas en el metraje. No es que el espectador casual no pueda divertirse con ella, pero la mayor parte del tiempo estará perdido y haciendo las típicas preguntas tipo “¿Y ése quién es?” (pese a presentar a las personas con su nombre). Aun así, si es paciente, será introducido a una de las cinematografías más importantes de la historia, y quizás funcione ampliar sus horizontes y descubrir que el cine va más allá de toda la chatarra que ofrece Gringolandia.
1 Comment
Idea para un post: el cine dentro del cine.
Esas historias donde el protagonista de la película son las películas (esta misma, The Fabelmans, Tropic Thunder e incluso Scream).