Oppenheimer: Lo más incómodo y poderoso de Christopher Nolan
Christopher Nolan es un indiscutible icono de nuestros días. Seas o no un fanático del cine, su nombre resuena debido a su particular estilo y lo “complejo” que a algunos les resultan sus filmes. Este año regresa tras 3 años de ausencia con Oppenheimer, la primera biopic dentro de su filmografía que ha causado una gran expectativa en medio de lo tempestuoso de su temática y de su fecha de estreno que coincide con otra de las películas más esperadas del 2023.
Oppenheimer es la película biográfica sobre el físico J. Robert Oppenheimer y su importante papel en la creación de la bomba atómica que acabaría con la Segunda Guerra Mundial. Basada en el libro “American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer” escrito por Kai Bird y Martin J. Sherwin.
Contada a través de varios planos temporales, Oppenheimer va construyendo de manera paulatina a su protagonista Robert Oppenheimer, encarnado por el actor Cillian Murphy, el cual se encarga de hacer un trabajo extraordinario pues es capaz de cambiar de matices una y otra vez conforme se desarrollan las diversas etapas en la vida del famoso físico, envuelto en varias transiciones durante dicho proceso.
Esta variación en la línea del tiempo es un componente que claramente añade dinamismo a la cinta y ayuda bastante a mantener un ritmo que no se siente pesado y que siempre está fluyendo hacia nuevas inquietudes, algo sumamente necesario si consideramos su duración de 3 horas que ya la han convertido en la película más extensa de Christopher Nolan.
El drama está a la orden del día, y como toda biopic, en Oppenheimer tenemos una romantización de muchos de estos momentos, algo que se observa desde pequeñas conversaciones con intercambios de palabras muy perspicaces hasta situaciones decisivas que 100% ameritan dicho engrandecimiento. Esto es un punto interesante a resaltar pues por instantes este drama llega a niveles muy telenovelescos, algo que posiblemente se deba a la necesidad de mantener un ritmo que atrape al espectador, pero al mismo tiempo se sienten sobrados entre transiciones un tanto superficiales que no añaden a la narrativa pero sí a la pretension del metraje.
Todo esto parece quedar de lado cuando nos aproximamos al clímax de la película, el cual sin duda corresponde a la mejor parte de Oppenheimer pues ofrece un momento cinematográfico impresionante, no solo por sus exquisitos elementos técnicos (dirección, fotografía, edición y sonido) sino porque es una experiencia que va más allá de lo visual y se convierte en sensorial, todo esto mientras nos prepara para la última parte de la cinta.
Es aquí cuando la incomodidad se apodera del espectador y podemos ver cómo nuestro protagonista comienza una evidente transformación que aunque ya se había mostrado en líneas posteriores de la historia, no deja de ser sugerente y un tanto escalofriante.
No soy una persona de películas muy extensas, es por eso que me sorprende de particular manera lo mucho que Oppenheimer me mantuvo interesada y es en definitiva una experiencia que podría repetir en el futuro (aunque fácilmente le hubiera restado unos 20 minutos a su conclusión). Verla en su formato IMAX siempre será un deleite, especialmente durante su secuencia cumbre, pero que igualmente se disfrutaría de otra forma pues su fuerte no son los elementos visuales sino el melodrama que nos cuenta en sí.
Oppenheimer es una biopic astuta, intrigante y emocionante, algo que no es tan fácil de encontrar de manera conjunta en este género, encontrando un buen balance entre lo meticuloso que puede resultar su ejecucción y lo polémico que llega a ser su argumento. Una cinta que deja con una sensación de pesar pero sobre todo con ganas de reflexionar.
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